Loewe, el desnudo surrealista
- Jonathan Anderson, director creativo de la casa española, se el pintor renacentista Pontormo y Man Ray
- Lleva más de 7 años en Loewe y dice que hacer un desfile hoy es algo "surrealsita y erótico"
- Las modelos famélicas de Saint Laurent provocan un gran escándalo
Año y medio, 18 meses: una espera que se ha hecho larga. La casa Loewe, la preferida del actor Josh O'Connor, regresa a la pasarela presencial tras una temporada, demasiado larga, mostrando sus colecciones con otros formatos y con otros lenguajes. Pero no es lo mismo, y ha quedado claro con el nuevo desfile, un espectáculo elegante y transgresor, sofisticado y conceptual. Soberbio. La colección se maneja entre extremos: prendas muy estudiadas conviven con otras muy sencillas, colores potentes contrastan con otros más suaves, hay brillo de lentejuela y texturas mate, hay opacidad y hay transparencia, hay recato y hay boato, pero muy contenido. La propuesta es intensa, con una fuerte carga estética que crece en algunos looks.
Deconstrucción, erotismo y surrealismo
Con esta colección, Anderson remodela el estilo Loewe pero sin perder su esencia, la nueva, la que firma él. "Hace casi ocho años que estoy en Loewe y siento que, después de la pandemia, era el momento de explorar nuevos territorios", dice, y revela que una de sus referencias estéticas es el pintor renacentista Pontormo, famoso por sus cuadros de temática religiosa con figuras vestidas con túnicas y vestidos que parecen retorcerse de dolor, igual que quien las lleva. Las prendas de Anderson también se ven retorcidas, contorsionadas, drapeadas... Los vestidos largos sobresalen por lugares inesperados, y algunos destacan porque llevan el pecho y el torso transformados en una coraza de un material transparente que se integra con el tejido. ¿Es el absurdo? ¿Es surrealismo? ¿Es arte? ¿Es moda?
Se aprecian guiños a Man Ray y otros exponentes del surrealismo que se instaló en París en los 20 y 30 del siglo XX: lo vemos en vestidos 'locos' que llevan ventanas en las faldas por lo que sale una pierna y en los zapatos con tacones con formas de huevo, vela de cumpleaños, rosas, pastillas de jabón e incluso esmaltes de uñas.
Hay inconformismo, y hay denuncia. La deconstrucción de las prendas habla de rebeldía y, curiosamente, las capas y las gabardinas se llevan del revés para transformarse en vestidos con el escote en la espalda. La silueta que sale es atrevida, casi parece una escultura orgánica, como si la prenda llevara alas, algo que Anderson achaca a la influencia de los personajes eróticos del manga. "Quería hacer algo neurótico, psicodélico y con un punto de surrealismo. Y para mí este es un desfile puro porque abre nuevas dimensiones".
El arte erótico
Una de ellas es la que vertebra una conexión real entre moda y arte, proponiendo prendas con identidad propia que no admiten interpretaciones, variaciones. Es arte para vestir, o desvestir el cuerpo. Y siempre con una feminidad bien entendida, natural, nada estudiada. Loewe puso de moda la silueta Menina hace dos años, con su colección para la primavera de 2020. Desde entonces muchas firmas han copiado la idea, vomitando un montón de variaciones y reinterpretaciones. Anderson no se olvida de ella, pero la muestra más relajada, rebajada de volumen e intensidad, cambiando la falda por un pantalón.
El denim, de absoluta tendencia, se deconstruye también y se rehace con la técnica del patchwork para mezclarse después con trozos de tela lujosa. Los vestidos de punto parecen una segunda, y peluda, piel, y las lentejuelas en vivos colores alegran vestidos asimétricos, a veces con juegos de tres colores, como un puzle. "Creo que hacer un desfile ahora mismo es casi un acto surrealista, un acto erótico. No quería anclarme a la realidad en esta colección, había que distanciarse de ella", dice antes de recibir una ovación de dos de sus invitadas, Rossy de Palma y Milena Smit. Una ovación tan grande como la que se llevó Maria Grazia Chiuri con un oda a los años 60.