Nacho Duato: "Tenía que esconder las mallas porque los niños se reían de mí"
- Revela episodios dramáticos de su infancia. "Tenía que esconder las mallas porque los niños se reían de mí"
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Nacho Duato es uno de los grandes genios de la danza a nivel mundial, un ídolo para muchas generaciones que lo veneran y aplauden, tanto cuando baila como cuando habla. No tiene pelos en la lengua a la hora de hablar del desprecio que hay por la Cultura, y no tiene reparos en contar episodios dramáticos de su infancia, una etapa de su vida marcada por el machismo y la homofobia que había en la sociedad y en casa.
Ahora, con las heridas cerradas, deja aflorar sus recuerdos en una charla distendida con Antonio Najarro, conductor del programa 'Un país en danza'. "Mis hermanas tenían una profesora de ballet que venía a casa y les daba clases, pero a mí no me dejaban, ni siquiera mirar por la ventana". Así comienza el descarnado relato de Nacho Duato. El bailarín viaja al pasado para mirar de frente al niño que lucho contra viento y marea por lograr su sueño, bailar. "La profesora, que se llamaba Lola, le decía a mi madre ¡Si algún bailarín o bailarina en esta casa es su hijo Nacho, porque las hermanas son un poco patosas! Pero, claro, no me dejaban hacer ballet. No sé por qué yo quería hacer ballet, quizá porque veía a mis hermanas hacer barra en el sótano de casa, que era un estudio improvisado".
Crecer en un entorno hostil
La oposición de sus padres solo fue un obstáculo para Duato. Y los obstáculos se saltan. "Yo quería bailar, me fui a un estudio de ballet en el que solo había niñas, y tenía que esconder las mallas porque los niños se reían de mí", dice, para seguir contando, sin dolor, lo que sentía al sentirse incomprendido. "En casa, cuando podía me ponía una falda y me ponía a bailar, y eso para mi padre era terrorífico. Entonces esperé a tener cierta edad y me fui de casa, me fui lo antes que pude porque lo pasaba muy mal. Lo pasas mal cuando no puedes desarrollar tu personalidad y ser tú mismo. Y cuando estás siempre en el ojo de los demás, el ojo crítico de los demás... "Habla como un hombre", "pórtate bien", "no hagas eso", "eso es de niñas"..., lo pasas fatal".
No es la primera vez que el bailarín y coreógrafo revela episodios muy duros de su vida. Ya lo hizo en el programa 'Prodigios' de RTVE. "Tienes mucha suerte de haber nacido en una España libre, una España democrática y no la que me tocó vivir a mí", le dijo al jovencísimo Säid, que emocionó a todos con su actuación e historia. Ahora, en 'Un país en danza', recuerda la primera vez que se sintió feliz. "La primera vez que oí '¡Muy bien, Nacho!', fue en una barra", antes todo era '¡Mal, Nacho!'. El deporte, mal; los estudios, mal; en casa, todo mal. La primera vez que hice un grand plié, el profesor me dijo, '¡Bien, Nacho!', y pensé ¡Esto es lo mío!".
Llegó a lo más alto
El niño creció y se convirtió en un joven valiente, aprendió a mentir, a sobrevivir en un mundo adverso. Al principio ocultó a sus padres sus intenciones. Les dijo que se iba a Londres a estudiar mino e inglés, pero en realidad lo que hizo fue matricularse en la Rambert School. Ya nunca más tuvo que esconder las mallas, al contrario. Las mostró por todo el planeta, saltando de un continente a otro, de una capital europea a otra hasta que aterrizó en Madrid para hacerse cargo de la Compañía Nacional de Danza (CND). "Me encontré con una compañía de bailarines con muchas ganas de bailar, y con ganas de una dirección, con ganas de un coreógrafo. Pero lo que más falta le hacía a la compañía era una personalidad, tener carácter propio".
En la CND estuvo 20 años, entre 1990 y 2010 posicionó la compañía a nivel internacional. El sector reconoció su trabajo y talento con varios galardones, entre ellos la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y el Premio Nacional de Danza. Luego creó la Compañía Nacional de Danza 2, un espacio abierto al talento joven. El éxito le ha acompañado siempre y agradece el apoyo y cariño que le ha dado el público. "No he tenido la experiencia de que el público no aplauda, o que haya sido un desastre. Quizá si el público no aplaudiese o se quedase frío me disgustaría. Lo que sí tengo es la experiencia de que a la crítica no le guste nada, y te puedo asegurar que no me importa en absoluto que la crítica me ponga a parir. Hubo un crítico tan osado que dijo: 'El ballet no estaría mal si hubiese usado otra música'. Yo no le digo a un fontanero cómo tiene que hacer su trabajo, porque en mi vida he puesto un grifo".
No se ha dejado 'atar'
Repasar su obra es leer su biografía. Nacho Duato tiene 64 años y se ha desnudado muchas veces en el escenario. "Los ballets del principio eran como una ventana abierta al mundo. Ahora es mucho más íntima, más oscura, más complicada. Es lógico, te haces mayor y sería ridículo seguir con la ventana y el balcón chillándole a la gente, y te vuelves más introspectivo, más oscuro y complicado. Mis últimos ballets son bastante oscuros, desde 'Herrumbre' a 'Hevel".
Con los años fue sacando todo lo que llevaba dentro, en cada función y en las entrevistas... Nacho siempre ha hablado alto y claro, sin importarle las consecuencias. De niño intentaron atarle los pies: de adulto no consiguió que nadie le pusiera amarras. "Eso te hace ser un antipático, y te dicen que eres muy chulo, altivo...Pero yo lo hago porque profesionalmente es como tienes que ser, soy muy honesto con mi trabajo, yo soy muy profesional". Lamenta la poca ayuda que recibe la danza en España, y hace una dura crítica a las instituciones, al comparar la situación con la de los países vecinos. "Somos el único país de toda Europa, contando también los que se acaban de incorporar de Este, que no tiene un teatro con compañía propia. En Francia hay más de 17 compañías, todas subvencinadas. En Alemania hay 70 compañías, 5 grandes y otras más pequeñas. Todas las ciudades tienen su teatro con compañía propia. ¡En España no hay ni una!". 'Un país en danza' se emite los lunes a las 20: 00 horas en La 2 de RTVE y está disponible en RTVE Play