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Alberto Olmos: "Los 80 fueron el éxito de lo cutre"

  • 'Vidas baratas. Elogio de lo cutre', así se llama el nuevo libro de Alberto Olmos
  • Un ensayo en el que retrata la cara simpática y entrañable de lo cutre
  • "El cutrerío es tan importante en nuestro país como la gastronomía o Buñuel"

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Tarde lo que tarde - Alberto Olmos: "Lo cutre en España aparece en la posguerra"

Lo cutre mola. Al menos para el escritor Alberto Olmos y así lo plasma en su nuevo libro 'Vidas baratas. Elogio de lo cutre', en el que se dedica a repasar la cara amable, simpática y entrañable de lo cutre. Un concepto que conecta de alguna manera con tiempos anteriores, una filosofía de vida y una forma de estar en el mundo.

"Por un lado, me he dado cuenta de que mucha gente ha descubierto o ha tenido que reconocer que todos tenemos un poco alguna inclinación por lo cutre. Pero al mismo tiempo, en los tiempos en que vivimos donde Instagram es tan popular y tan canónico, creo que lo cutre viene a ser definido por todo lo que no es Instagram".

El gotelé, el bar del barrio, las verbenas, las segundas residencias donde escapar el fin de semana... En definitiva, un análisis sobre el cutrerío, sobre lo valioso, sobre la tradición más esencialemente española. Con humor, agudeza y mucho cariño. "Yo creo que lo cutre en España se va fundamentando en la posguerra, en los años 40, 50, 60, que es cuando se construyen los pisos de la periferia para alojar a toda la migración, y son pisos baratos con gotelé; cuando se crean un montón de empresas y de negocios tipo el bar que tiene el nombre del dueño con la dueña juntando dos sílabas. Todo eso se va conformando ahí y lo cutre aparece cuando todo ese ajuar sociológico es observado por los nietos de todas esas personas", explica Alberto.

Lo cutre: ¿marca España?

Según el Diccionario de la Lengua Española, cutre es algo "tacaño, miserable, pobre, descuidado, sucio o de mala calidad". Un término que no tiene una exacta traducción en muchos idiomas: "No existe un concepto parecido por una cuestión creo que de tiempo", asegura. Y, según su teoría, al nacer en España en tiempos de la posguerra, es complicado que en países como Inglaterra tengan un concepto similar. "Lo más elevado, el símil más simpático que encontré es este concepto japonés que se llama "wabi-sabi", que es el gusto por las cosas viejas, antiguas, rotas e imperfectas. Por ahí podíamos quizás conectar con la cultura japonesa", explica Olmos.

Lo cutre es relativo. Lo que para algunos puede ser lo más de lo más, para otros no es más que algo insignificante y cutre. Los casos morales de cutrerío son los mejores para Alberto. Y aquí va su favorito. Toma nota, que es práctico, inteligente y muchas cosas más según el autor: "Me encanta cuando te hacen un regalo que no te gusta nada y teniendo tú un cumpleaños venidero al que asistir se lo regalas. Eso es cutre, pero me encanta. Es perfecto. Es anticonsumista, ecologista, incluso es bonito que ese regalo encuentre a alguien que le guste. No haces daño a nadie. El que te lo ha regalado no se va a enterar de que ese libro, por ejemplo, se lo regalas a otra persona".

El cutrerío en la cultura

El primer cine de Almodóvar, las primeras canciones de Alaska... ¿Son cutres? Y es que, explorando un poco el término a lo largo de los siglos, Alberto Olmos considera que "los 80 fueron el éxito de lo cutre. Y te hace ver que lo cutre, por un lado, tiene que ver con una pasión artística o un talento neto o nato y nada te impide hacer tu película o tu canción".

¿Recuerdas 'Clercks' de Kevin Smith? Para el escritor no hay película más cutre de los 90 que esa misma: "Es eso. No tenemos dinero, pero tenemos ganas de hacer cosas. Y eso es lo que serían los 80 en la música, en el cine, en la pintura y en todas partes. Y eso es una de las caras de lo cutre que me encanta que, aunque no tengas presupuesto, puedes hacer maravillas. Y luego, la otra cara es que al espectador, y por eso creo que también tienen éxito los youtubers y la gente que hace esto, que es que a la gente le transmite mucha autenticidad cuando ve algo que está hecho con poco dinero y que está hecho con pasión".

Un hecho que el público, según Alberto Olmos, reconoce enseguida por la nostalgia y porque es auténtico. "Es un tema que tendría que pensar más lo de la nostalgia porque no es un sentimiento yo recomiende demasiado sobre todo si no tienes 70 años. Pero es verdad que sin nostalgia no puedes apreciar esos objetos del pasado populares".