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La Matemática del Espejo

Candela Peña le cuenta a Carlos del Amor los problemas que tiene para ligar

Ha confesado que puede contar con los dedos de una mano los hombres con los que se ha acostado

Por
Candela Peña

Podríamos decir que Candela Peña se ha “desnudado” con Carlos del Amor. Y no es para menos, porque la actriz se ha mojado en La Matemática del Espejo y nos ha desvelado todas las anécdotas de su vida (muchas hasta ahora nunca compartidas). Hemos descubierto a la Candela que era antes de ser actriz, a Pili, la del Frankfurt; una Candela sensible, pero a la vez única. Incluso historias que hasta ahora eran leyendas (como la que le relaciona directamente con la realeza). Y nos ha dejado titulares gloriosos. Quién iba a pensar que Candela Peña no liga.

Esto de llegar a un sitio y ronear con un muchacho es que no lo sé hacer

“No lo sé hacer con los muchachos”

Le encantaría ser como sus amigas “normales” que “salen y follan con gente”, pero, por el contrario, ella puede contar sus relaciones con los dedos de una mano: “Por eso te digo que soy una imagen que no. No soy lo que la gente se espera”, le confiesa a Carlos.

Este aspecto y otros tantos, han llevado a la actriz a acudir a terapia, aunque sea simplemente para aprender a trabajar ciertas actitudes de su vida. Uno de los motivos, confiesa, es “por los chicos”: “No lo se hacer con los muchachos. Relacionarme desde la seducción no lo sé hacer”, confiesa Candela. Para ella no es tan fácil lanzarse a conocer a alguien: “Yo he de conocer a la gente, por trabajo, tal… esto de llegar a un sitio y ronear con un muchacho es que no lo sé hacer”, explica.

Las que eran monísimas pues están más truñaconas

“A mí lo que me está pasando ahora, es que me veo más mona”

La actriz ha asegurado que su relación con los espejos no es muy buena, aunque cada vez va a mejor: “Cuando era más pequeña estaba más peleada con mi físico. Ahora no, ahora pues es lo que hay, es la herramienta que tengo y la quiero más”, cita. Nunca ha tirado de esa baza para llegar hasta donde está, para ella eran más importantes otras cosas, por eso, con el paso del tiempo, la actriz se ve cada vez más divina: “A mí lo que me está pasando ahora es que me veo más mona que antes y las que eran monísimas pues están más truñaconas y como yo no he tirado de eso, pues ahora me veo divina, la verdad”, asegura.

“Cuando dejas de estar ternera y lozana te escriben como enferma y enfadada”

La problemática a la que se enfrentan las actrices, según Candela, es que a medida que se van haciendo mayores se las encasilla en papeles más débiles: “Cuando dejas de estar ternera y lozana, te escriben como enferma y enfadada”. Así que aprovecha para reivindicar un cambio: “Estaría guay que nos contáramos más en todas las edades y con más diversidad.” Insiste en que, en el mundo del cine, esto no ocurre con los actores: “Los hombres maduráis y nosotras envejecemos”.

Los hombres maduráis y nosotras envejecemos

Candela no quiere pensar que ser actor es el “cementerio de las profesiones”. A pesar de que no lo ha tenido nada fácil, nos ha dado una gran lección y es que "no hay que tirar la toalla": “Me he pasado parte de mi carrera peleando por encontrar papeles. Tampoco soy una mujer que se ajuste a un canon en cuanto a lo físico… en fin, que me iba encontrando con las complicaciones y dejé de hacer películas”, declara. Pero entonces, Isabel Coixet le regaló una frase: “Es mejor hacer malas películas que no hacer películas”. Tomando ese consejo, cuando parió y su padre murió “el puerto se amplió”, explica. Y no ha dejado de seguir luchando día a día: “Nunca soy la primera opción para nadie, me lo tengo que seguir currando”, declara.