Marina Abramovic, icono de la performance y Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021, en Metrópolis
- Con motivo de la próxima entrega del galardón, Metrópolis reemite el capítulo monográfico que dedicó a la artista en 1999
- El programa repasa tres décadas de la exploración de sus límites físicos y mentales que la creadora había emprendido con sus radicales performances de los 70
- El capítulo dedicado a Marina Abramović ya está disponible en RTVEPlay (ver ahora)
"La vida de un artista no es tarea fácil. Requiere sacrificio personal, plena dedicación y compromiso con su trabajo. El Premio Princesa de Asturias
(Marina Abramović, Nueva York, mayo de 2021)
Marina Abramović nació en 1946 en Belgrado, donde se graduó en Bellas Artes en 1970. Ya con sus primeras performances de principios de los años setenta alcanzó notoriedad en este ámbito debido a la radicalidad de sus propuestas. En 1976 conoció al artista alemán Ulay, al que le unió una estrecha relación artística y personal hasta 1988. En 1997 se consagró definitivamente en el ámbito del arte contemporáneo internacional al ser galardonada con el León de Oro de la Bienal de Venecia a Mejor Artista por su video-instalación-performance Balkan Barroque.
En 1998 presentó, entre Valencia y Alicante, The Bridge/El Puente, su primera exposición en España y punto de partida para el capítulo que le dedicó Metrópolis en enero de 1999. El programa está estructurado en base a la representación de su famosa performance autobiográfica The Biography en el Teatre Rialto de Valencia el 18 de junio de 1998, un work in progress que evidencia que, en el caso de Marina Abramović, vida y arte son inseparables.
El cuerpo como material
"Recuerdo muy bien, cuando hice mi primera performance, que la intensidad y el estado emocional que experimentaba no tenían ni punto de comparación con estar metida en un estudio delante de un lienzo. Supe en aquel instante que nunca volvería a la pintura. "
(Marina Abramović entrevistada por Metrópolis en diciembre de 1998)
Entre 1973 y 1975 entregó al arte su cuerpo y su alma empujándolos a sus límites en una serie de performances en los llegó a correr peligro su integridad física: en Rhythm 5, quemó una estrella de cinco puntos, símbolo de Yugoslavia, en cuyo centro estaba tumbada - cuando se quedó inconsciente por la falta de oxígeno fue rescatada por un médico que se encontraba entre el público; la misma estrella volvió a aparecer en Thomas Lips dibujada con una cuchilla sobre el vientre de la artista; y en Rhythm 0 dispuso en una mesa 72 objetos, entre ellos una pistola, para ser utilizados por el público sobre su cuerpo.
Almas gemelas
"Nos conocimos el día de nuestro cumpleaños durante el rodaje de un documental sobre performance para la televisión holandesa en Amsterdam. Fue un momento mágico, conectamos enseguida y pasamos doce años viviendo y trabajando juntos. "
(Marina Abramović entrevistada por Metrópolis en diciembre de 1998)
Las performances relacionales con Ulay, enfocadas en el ego, la identidad, la energía masculina y femenina, y su posible fusión, se dividen en dos etapas claramente diferenciadas. Durante los primeros años realizaban acciones muy dinámicas haciendo chocar sus cuerpos (Relation in Space), intercambiando bofetadas (Light/Dark) o gritándose hasta la extenuación (AAA-AAA). En 1980 se produce una inflexión decisiva en la obra de la pareja con la exploración del color, el paso de la acción a la inmovilidad y la experimentación con el estado mental y sus límites.
El trabajo más emblemático de esta etapa es la performance Night Sea Crossing, en la que los artistas se mantuvieron sentados de frente durante siete horas sin moverse ni hablar. Después de realizar la pieza 23 veces en espacios públicos y expositivos de todo el mundo, se produjo la ruptura, sellada, después de recorrer cada uno la Gran Muralla China en solitario durante tres meses, con un abrazo de despedida.
Puentes
"La Gran Muralla China supuso un cambio crucial en mi vida. Fue tan dolorosa mi separación de Ulay, tan dramática, tan difícil... Tenía cuarenta años y, en cierto modo, había vuelto al comienzo, tenía que comenzar desde cero...Necesitaba un periodo de curación... "
(Marina Abramović entrevistada por Metrópolis en diciembre de 1998)
Durante la década de los años noventa, la artista intensifica su búsqueda espiritual iniciada en la etapa anterior introduciendo elementos y formatos nuevos, y estableciendo una serie de puentes en una fase de su vida y obra que ella misma consideraba de tránsito. En los primeros años puso en relación los mundos natural y espiritual en obras como Dragon Heads y una serie de conjuntos escultóricos realizados con minerales transmisores de energía. En 1995 opuso vida y muerte en la serie Cleaning the Mirror, tres performances con esqueletos humanos presentadas en videoinstalaciones de cinco canales.
Su investigación sobre las posibilidades escénicas que ofrecía la combinación de este formato con la performance culminó en 1997 con Balkan Barroque, una respuesta muy personal de la artista a la guerra en su país natal, la ex-Yugoslavia. Después de esta compleja puesta en escena realizó una serie de performances centradas exclusivamente en su cuerpo: Lost Souls o Luminosity muestran, una vez más, el férreo control mental que es capaz de ejercer sobre su cuerpo esta singular artista, mientras que en Insomnia, descubre, por primera vez ante el público, sus facetas más femeninas y lúdicas.
Desde su gran exposición retrospectiva The Artist Is Present celebrada en 2010 en el MoMa de Nueva York con la ya mítica performance del mismo título, Marina Abramović se ha convertido en artista de culto conocida mucho más allá del ámbito del arte contemporáneo.
En 2021, el Premio Princesa de Asturias de las Artes reconoce toda una vida entregada al arte: "La obra de Abramović es parte de la genealogía de la performance, con una componente sensorial y espiritual anteriormente no conocida. Cargado de una voluntad de permanente cambio, su trabajo ha dotado a la experimentación y a la búsqueda de lenguajes originales de una esencia profundamente humana. La valentía de Abramović en la entrega al arte absoluto y su adhesión a la vanguardia ofrecen experiencias conmovedoras, que reclaman una intensa vinculación del espectador y la convierten en una de las artistas más emocionantes de nuestro tiempo". (Acta del Jurado Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021)