La corta vida útil de las terroríficas SA en manos de Hitler
- Las SA fueron divisiones paramilitares de voluntarios que imponían su ley violentamente siguiendo las directrices de la ideología nazi
- Esta semana Documaster estrena en La 2 y en RTVE Play nos descubre La vida con Hitler y cómo este se aprovechó de la violenta SA
- Tras llegar al poder, Hitler ejecutó a sus líderes y permitió al resto entrar en las SS, donde continuaron sembrando el terror
Pegaban a la gente por la calle, impunes. Sus uniformes les daban fuerza y su inviolabillidad, soberbia. Eran las Sturmabteilung, del alemán sturm, tormenta i abteilung, grupo o división. Abreviado, las SA. Jóvenes fanáticos que sirvieron a Adolf Hitler para llegar al poder y que él, hábilmente desmembró.
La miniserie de estreno que veremos completa este miércoles en Documaster en La 2 y en RTVE Play se titula Viviendo con Hitler y relata cómo cambió Alemania desde el inicio de los años 30. Para muchos ciudadanos alemanes, lo primero que vieron con sus propios ojos del futuro nazismo que iba a cambiar sus vidas fueron los desfiles y las trifulcas y altercados que estos jóvenes mostraban aquí y allá.
Los Freikorps, antecedentes de los 'camisas pardas'
Tras la derrota en la Gran Guerra, muchos soldados habían regresado frustrados y buscaban a los culpables de su desgracia. Eran los Freikorps o milicias de 'hombres libres'. Conservaban sus armas y uniformes y eran terreno abonado para la ideología nacionalsocialista. En 1921 ya eran unos 400.000. Incluso se anunciaban en los periódicos para que los jóvenes se uniera a ellos para 'luchar contra las razas que iban a acabar destruyendo totalmente a Alemania'. Este fue el inicio de las temibles e irascibles SA.
Se sentían fuertes en su estructura paramilitar. Fardaban de su camaradería y poder absoluto. Podían detener, agredir y encarcelar a quienes querían. Vestían con camisas de color pardo, de ahí que se les llamara también 'camisas pardas'. Alemanía vivía una crisis económica brutal y el paro afectaba a millones de hogares. Las camisas pardas habían sobrado de las campañas alemanas en las colonias y eran muy baratas.
Muy unidos, afiliados al Partido de los Trabajadores Alemanes que pasó a llamarse Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes y que acabó siendo el único permitido, las SA protegían y rendían culto a sus líderes con manifestaciones y concentraciones teatrealmente realizadas y pensadas al milímetro para mostrar su poder. La noche que Adolf Hitler fue proclamado canciller de Alemania, montaron una marcha con antorchas por Múnich que casualmente pasó bajo su ventana. Hitler, satisfecho, salió a saludar.
Esta muestras de fuerza promovían la ideología nazi ante un país roto política, económica y socialmente. En aquella época eran muy pocos los que conocían el valor de las puestas en escena o de la imagen para seducir a las masas. Quien sí lo dominaba era la mítica realizadora Leni Riefenstahl, entonces una joven con gran futuro.
El poder de la imagen y el fin de las SA
Riefenstal dirigió una película en la que aparecían el jefe desde 1931 de las SA Ernst Röhm y Adolf Hitler caminando juntos. Pasaban entre una multitud de 'camisas pardas' en una gran concentración paramilitar. Röhm y Hitler iban a la par. La escena les mostraba como iguales y a la misma altura. Ninguno parecía dominar al otro. Pero Hitler era consciente de que las SA podían llegar a derrocarle. En ese momento, en 1934, ya eran 4 millones. Así que para la siguiente proyección, en el congreso nazi de ese año, Röhm desapareció de plano. Hitler caminaba solo como líder único y supremo. Y nadie iba a impedirle seguir solo hasta la cima.
Ernst Röhm no era afín a Hitler, sinó a la ideología. Quería sustituir al ejército alemán con sus tropas de Sturmabteilung. Los militares de carrera y el propio Hitler sabían que era mejor quitárselo de en medio. Röhm se había declarado siempre abiertamente homosexual y en el pasado Hitler dijo que eso solo atañía a su vida privada. Pero ahora le convenía un giro de guión. Puso en marcha la sangrienta Noche de los cuchillos largos el 30 de junio de 1934. Ordenó la ejecución de los líderes de la SA.
El propio Hitler se presentó en el hotel en el que Röhm dormía con su amante y se aseguró de su detención. Le llevaron a prisión y le ordenaron suicidarse, pero se negó y lo mataron. También ejecutaron al violento Edmund Heines, otro líder que alentaba a sus atroces subordinados. Dormía con uno de ellos en un balneario donde Hitler había citado a los jefes de la SA para reunirse con ellos. Lo que encontraron allí fue el fin de sus días. También asesinaron a otros opositores de alto rango. Como estos hechos fueron difíciles de esconder, se justificaron posteriormente como un acto de purga contra la inmoralidad.
Descabezada, la SA acabó integrándose en unas fuerzas que colmarían sus deseos de venganza y poder sobre la población, las Schutzstaffel, las SS. Solo quedaron algunos grupos de SA que permanecieron activos hasta el final de la guerra.
La vida con Hitler
Ya ensalzado como el único líder, Adolf Hitler siguió con sus ideas para mantenerse en el poder, dominar a la población y defender la necesidad de 'limpiar' Alemania. Así lo veremos este miércoles en Documaster, en La 2 y en RTVE Play a las 22h en la miniserie de tres capítulos La vida con Hitler. No te pierdas este estreno: Presenta un material de archivo fascinante incluso en color. Relata acontecimientos que demuestran la verdadera cara del nacionalsocilaismo, el fascismo en manos de quienes nunca dudaron en matar a los más allegados en su camino al poder. Tras su emisión se podrá ver online en RTVE Play.