El fraude alimentario, una estafa que perjudica nuestra salud
- Descubre al detalle el conocido caso de la carne de ternera sustituida por carne de caballo
- Atún con nitritos, aceite de oliva virgen extra falso, y otros engaños detectados
- Con 'El fraude alimentario. ¿Un crimen organizado?', de La Noche Temática, vemos las consecuencias de este problema mundial
Hacer la compra es, cada vez, una tarea más compleja. Comer alimentos variados y de buena calidad supone indagar en las profundidades de las estanterías y del etiquetado de los productos. Toca ir al supermercado con una lupa y mucho esfuerzo, porque cada vez son más las noticias que nos informan sobre la venta de atún inyectado con nitritos, miel diluida con jarabe de azúcares baratos, aceite de oliva virgen extra falso, carne de caballo etiquetada como ternera… La lista de alimentaos adulterados es ya interminable, se calcula que en ella está el 10% de lo que comemos. Esta cifra de escándalo daña nuestra salud y perjudica nuestro desarrollo, una consecuencia grave que podemos detener. En el documental 'l fraude alimentario. ¿Un crimen organizado?, en La Noche Temática, analizan los detalles sobre este problema de escala mundial.
La estafa de lo que comemos
Si algo queda claro es que todo se puede falsificar, tanto los productos básicos, como los platos elaborados y los alimentos más prestigiosos. Etiquetados incorrectos para convertir productos inferiores en productos premium, o hacer pasar un alimento por otro completamente diferente. Una estafa silenciosa y sin fronteras que mueve decenas de miles de millones de euros, una trama criminal con prácticas escandalosas y ocultas durante mucho tiempo que por fin salen a la luz.
El caso irlandés y la carne de caballo
Sucedió a finales de 2012, cuando el director de la autoridad de vigilancia alimentaria se dio cuenta de que había bajado el precio de la carne de vacuno. En ese mismo momento ordenó que se secuenciara el ADN de la carne de 27 hamburguesas de supermercados. El resultado fue aterrador, hallaron un producto que contenía un tercio de ADN de caballo. Para asegurarse de que no era un error de cálculo, lo revisaron en varias ocasiones, pero la conclusión resultó la misma. Lo que empezó por unas hamburguesas, continuó por la lasaña, las musakas, los raviolis…
Todo contenía carne de caballo, una carne que no debía estar ahí. Los expertos pensaron que era un problema irlandés, pero resultó ser un asunto mundial. Se retiraron productos de los estantes en Singapur, Hong Kong, y algunos países del Caribe. El fraude masivo de la carne picada, producto cárnico más usado, afectaba a cuatro millones y medio de platos precocinados. Esta adulteración podría haberse ocultado, sin embargo, las autoridades irlandesas decidieron ser transparentes y publicar toda la información.
Se abrió una investigación para detectar el culpable, primero identificaron a los fabricantes que preparaban platos de carne de vacuno, luego a sus mayoristas, hasta que la policía dio con un operador holandés, Jane Fasen. Tenía un almacén en Bélgica donde almacenaba carne de caballo congelada que costaba la mitad de precio que la carne de vacuno, con este fraude se calcula que obtuvo unos beneficios de 20 millones de euros al año.
Otros fraudes y su estructura
Las estafas ya salpican a muchos productos, como es el caso de la miel, pimienta, comino o pimentón. En 2013, el ingeniero Christophe Brusset denunció prácticas fraudulentas generalizadas en el sector de la industria agroalimentaria. Las estafas en este sector pusieron en jaque ese sistema europeo de vigilancia sanitaria del que muchos expertos estaban tan orgullosos. Un sistema que se basaba en la detección de los problemas de la salud pública, pero no contemplaba el fraude. Así pues, para conseguir descubrir y rastrear los alimentos adulterados intencionadamente se creó la Red de la Unión Europea. Pero esto no fue suficiente puesto que el engaño continuó: venta de carne de vacas enfermas en Polonia, o el fraude italiano del parmesano, jamón de Parma, vinagre balsámico o aceite de oliven virgen extra.
¿Podemos detener esta marea imparable?
Es evidente que, pese a los sistemas de control y de detención, los falsificadores tienen sus propias estrategias. Cada país lucha, con mayor o menos esfuerzo, por detener una actividad que está creciendo exponencialmente. Pese a la libre circulación de mercancías, es cierto que en la cadena, cada engranaje es importante para garantizar la autenticidad de lo que comemos: importadores, comercializadores, procesadores, mayoristas… Todos ellos hacen miles de autocontroles al año, el hándicap es que no están obligados a compartir públicamente los resultados, solo avisan a las autoridades de aquello que son gravemente peligrosos para la salud. Los demás, que son los más numerosos, dependen de la voluntad de los fabricantes. Así pues, sería interesante que mejorasen la normativa europea para imponer nuevas obligaciones a las empresas con respecto a este asunto.
También se considera que las cadenas de supermercados deberían realizar obligatoriamente pruebas, porque de esta forma demostrarían que priorizan la vida y salud de todos sus clientes.
Sin embargo, estas posibles soluciones quedan lejos de nuestro pequeño gesto diario, por ello, la forma más directa que tenemos de evitar caer en la trampa alimentaria es estar al día de las noticias y supervisar al dedillo las etiquetas de todo lo que compramos. Importa tanto los componentes, como la procedencia del alimento en cuestión.