Manu Gómez: "'Érase una vez en Euskadi' es la película que había soñado"
- La cinta, que cuenta con la participación de RTVE, narra las vivencias de cuatro niños en el País Vasco de 1985
- Un particular cuento donde recoge una infancia rodeada de ETA y la heroína "pero muy feliz"
Este martes es un día muy especial para Manu Gómez porque presenta en Mondragón su ópera prima Érase una vez en Euskadi y gran parte de esa película la rodó en ese municipio vasco donde él pasó su infancia.
"He rodado incluso en el portal donde nací, donde crecí, y dos meses después tiraron esa casa, así que para toda la eternidad estará siempre en la película", ha contado Gómez emocionado y feliz en De pe a pa de RNE, donde también ha confesado que es "la película que había soñado".
El primer largometraje del director cuenta con la participación de RTVE y es un particular cuento donde narra el verano de cuatro niños en 1985 en el País Vasco. La cinta, de caracter autobiográfico, se estrenó el pasado viernes en los cines y ha obtenido Mención Especial del jurado en el Festival Ópera Prima de Tudela.
"Estamos muy contentos con la acogida que está teniendo la película y felices de que pueda estar en los cines, donde todo es muy lento", ha dicho.
Esos recuerdos de Euskadi cuando él y sus amigos tenían 12 años los reconstruyó durante cinco meses y los plasmó en un guión que terminó hace cinco años. Empezó a rodar, llegó la pandemia de la COVID-19 y tuvo que supender el rodaje. "Con el handicap de que al rodar con niños de 12 años, al parar y pasar el tiempo, al retomarla los niños cambian rápido y ya son otros".
El director guipuzcoano ha tenido palabras de alabanza para estos protagonistas. "Interpretar no deja de ser jugar", dice Gómez, y "los actores de la cinta interpretan con mucha naturalidad y desde un lugar muy sincero".
Una infancia rodeada de la violencia de ETA y la droga
"Los protagonistas viven rodeados de heroina, SIDA y ETA y ellos solo tenían la intención de ser felices, descubrir, enamorarse... que creo que es algo común a todos los niños", explica el director, quien asegura que la cotidianeidad de encontrarte jeringuillas por su barrio era constante. "Jugar en el frontón al fútbol, ir a beber agua a la fuente y encontrarte cuatro jeringuillas, o a los jóvenes pinchándose, y tú pasabas como si nada, como si fuese algo normal".
También con toda normalidad recogían pelotas de goma tiradas en las calles tras la intervención de los antidisturbios. Eran para ellos como "un tesoro" porque "ante los ojos de un niño todo puede ser una aventura".
A pesar de ello cree que si no hubiera existido ese contexto no hubiera sido más feliz. "Mi infancia no la cambio por nada".
Niños sin patria
Mondragón ha sido durante décadas uno de los principales centros industriales del País Vasco y la película refleja también la realidad de los "niños sin patria", por ser hijos de andaluces emigrados para trabajar en esa industria. "No teníamos apego a la patria, ni a la vasca ni a la española, pero recuerdo mi infancia muy luminosa, vivimos en un espacio raro, pero muy feliz". "Mi verdadera patria es mi infancia".
Manu Gómez ha querido destacar que esa mano de obra, cuya importancia quedó deslucida por el conflicto vasco, "fue fundamental para conseguir la Euskadi que tenemos hoy".