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Tratamientos de fertilidad

Se trasplanta el útero de su madre para tener un hijo

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La noche temática - Te doy mi útero
La noche temática - Te doy mi útero

Ella es lo que llaman 'bebé milagro': la pequeña Misha nació en Suresnes, Francia, el 12 de febrero de 2021, gracias la hazaña excepcional de un equipo de médicos y de unos padres que no le tenían miedo a nada. Ella, Deborah, nació sin útero: la mujer, que tenía 33 años al comienzo de este proceso, padece una patología incurable conocida como síndrome MRKH (síndrome de Rokitansky o agenesia de Muller), que afecta en su país natal a unas 150 niñas al año.

Nació sin útero, pero con ovarios y trompas de falopio perfectamente funcionales. Nadadora de profesión, su salud era perfecta, sus antecedentes clínicos también y su donante viva totalmente compatible. Por eso fue seleccionada para someterse al primer trasplante de útero realizado en Francia.

Esta intervención, la novena del mundo, se lleva a cabo con una donante viva. Y, en el caso de esta pareja, conocida: es la madre de Deborah, Brigitte, quien, a sus 59 años, le donó el útero a su hija. "Yo siempre había dicho que si era factible le donaría mi útero, pero en aquella época no se hacía. Luego ella me lo propuso", explica ella en el documental Te doy mi útero.

'La noche temática' aborda los desafíos de la fertilidad

'La noche temática' aborda los desafíos de la fertilidad

¿El útero no envejece?

Es precisamente la compatibilidad entre Deborah y su madre lo que hizo que ambas fuesen elegidas por este procedimiento experimental que se llevó a cabo en el hospital Foch de París y gracias al equipo liderado por Jean-Marc Ayoubi, el jefe del departamento de ginecología-obstetricia y medicina, con la colaboración de los pioneros internacionales en este campo. Aunque un tratamiento semejante cuesta miles de euros y no entra dentro de los servicios que cubre la seguridad social, la fundación de este hospital se hizo cargo de todos los gastos de esta intervención pionera con gran interés científico.

El plan era que Deborah utilizase el mismo útero en el que ella misma se gestó para experimentar, si fuese posible, dos embarazos. Después de esto, el órgano se le extraería para evitar complicaciones en el futuro.  Un procedimiento que presenta riesgos tanto para la donante como para la receptora, pero que la familia decidió asumir bajo la supervisión de este equipo médico.

Primera fase: fecundación in vitro

Antes de realizar el trasplante, Deborah se sometió a un proceso de extracción de óvulos para crear, en un laboratorio, una buena cantidad de embriones utilizando el esperma de su marido. Como sucede en todas las fecundaciones in vitro, varios ovocitos se fecundaron con espermatozoides y el embrión que mejor se desarrolló de entre los 34 obtenidos, congelados posteriormente en nitrógeno líquido, se seleccionó para su implatnación en el útero.

Fecundación in vitro

Fecundación in vitro

Segunda fase: transplante de útero

El primer trasplante de útero exitoso se llevó a cabo en 2014 en el Hospital Universitario de Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo en Suecia por el equipo de Mats Brännström, que desde entonces ha exportado su técnica. En nuestro país, el Hospital Clínic de Barcelona realizó el 5 de octubre de 2020 el primer trasplante de útero entre dos hermanas.

Trasplante de útero: el hito médico y el debate ético

La extracción del útero no es lo más complicado de esta intervención: se necesitan ocho centímetros de vasos sanguíneos para conectar el órgano de la donante en los vasos de la receptora, que deben conservarse en buen estado. Después del transplante, el riesgo de rechazo es alto, y Deborah tuvo que quedarse ingresada durante dos semanas más bajo supervisión médica y que llevar a cabo un tratamiento con medicamentos antirrechazo para evitar que su cuerpo reaccione contra el órgano trasplantado. La operación fue un éxito.

Sanitarios manipulan el útero tras la extracción del cuerpo de la donante.

Sanitarios manipulan el útero tras la extracción del cuerpo de la donante. Francisco Avia/ Hospital Clínic

Tercera fase: el camino a la maternidad

Con 34 años, Deborah tuvo la regla por primera vez y fue dada de alta del hospital, pero nada sucedió como estaba previsto a continuación, pues todo el país entró en parada por el confinamiento ocasionado por la pandemia del coronavirus. Deborah, especialmente susceptible y convertida en población de riesgo por el transplante, tuvo que tomar las máximas precauciones, y la pareja tuvo que aislarse y esperar cuatro meses para seguir adelante con sus planes.

En julio de 2020 se realizó la transferencia al útero del embrión. Como en cualquier fecundación in vitro normal, la pareja sólo tenía un 40% de posibilidades de quedarse embarazada a la primera, pero tuvieron suerte: en diez días se realizaron el test de embarazo, con miedo porque Deborah estaba sufriendo pequeñas hemorragias, y descubrieron que la paciente estaba embarazada.

La revista médica The Lancet ha publicado una investigación llevada a cabo en un hospital de Brasil sobre el primer bebé nacido en un útero trasplantado a partir de una donante fallecida, que podría aumentar las opciones de concebir para las mujeres

¿Cómo es el parto de una mujer transplantada de útero?

Deborah tenía programada una cesárea, aunque el equipo decidió adelantarlo al séptimo mes porque estaba sufriendo más contracciones de las deseadas. Tras diez minutos de intervención, su hija Misha nació sana, pesando 1,8kg. La llevaron a la unidad de neonatos porque sus pulmones aún no funcionaban a pleno rendimiento, pero en cuanto le insuflaron un poco de aire, ahí estaba: un 'bebé milagro' perfectamente sano gestado en el mismo útero en el que se gestó su madre.

Hombres que no tienen ningún espermatozoide

El documental La lucha por la fertilidad de La noche temática aborda otros tipos de infertilidad y, en concreto, el caso de un hombre que no tenía ni un sólo espermatozoide en su esperma. Algo que no es infrecuente, aunque normalmente suele tener una causa evidente (haberse sometido a una vasectomía, estar tratándose con testosterona, alguna causa genética) y en el suyo no la tenía. A Zach, diagnosticado de azoospermia no obstructiva, le examinaron los testículos quirúrgicamente para ver si tenía espermatozoides en el interior.

La probabilidad de tener hijos sin intervención médica era del 0%, pero sus posibilidades subieron al 50% cuando se sometió a esta intervención en la que encontraron algunos espermatozoides inmóviles que pudieron ser directamente inyectados en el óvulo mediante un procedimiento llamado IICE, inyección intracitoplásmica de espermatozoides, que le permitió tener un bebé. La ciencia sigue encontrando maneras de evitar la infertilidad masculina y la femenina en una época en la que, debido a factores ambientales, nuestra disposición fisiológica a la maternidad es más baja que nunca.