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Día del Inventor

Cinco ingeniosos inventos que nos hacen la vida más fácil

  • Celebramos el Día Internacional del Inventor con un homenaje sonoro a todos aquellos cerebritos que nos han facilitado la vida con sus ocurrentes ideas
  • Desde volar como un pájaro a escribir sobre papel, pasando por algún que otro invento redondo y muy enrollado
  • Descúbrelos todos en nuestro Archivo Sonoro y en RNE Solo En Podcast

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Niños inventores
Niños inventores

Cuántas veces te has puesto a pensar en algo que inventar y tus ideas han quedado frustradas. Y es que parece sencillo, pero inventar algo que no esté inventado, ingenioso y, sobre todo, útil, es tarea complicada.

Por eso, hoy 9 de noviembre, celebramos el Día del Inventor y rendimos homenaje a todos aquellos cerebritos que nos han regalado maravillosas creaciones a lo largo de la historia, y que luchan día a día para crear soluciones y hacernos la vida un poquito más fácil.

Desde la televisión a la bombilla, pasando por el frigorífico o la escoba. Utensilios, aparatos, cachivaches que tenemos incorporados en nuestras actividades más cotidianas, que quizás no valoramos por lo acostumbrados que estamos a ellos, pero que sin su existencia... ¡qué sería de nosotros! ¿O acaso te imaginas tomar una sopa sin cuchara? ¿O no poder escribir porque no existiera el boli? ¿Y que me dices de resistirte al placer viajar porque no hubiera aviones? En efecto. No lo quieres ni pensar.

Así que, con dosis de humor y mucho ingenio, nos acercamos a los inventos más rompedores de la historia gracias a ¡Pero qué invento es esto! de RNE Solo En Podcast.

El avión o volar como un pájaro

Desde la Antigüedad, los humanos han fantaseado sin descanso para encontrar la forma de poder volar. Muchos llegaron a crear alas hechas a base de madera y plumas para imitar el vuelo de las aves. Claro que, lejos de levantar el vuelo, lo que levantaron fue la burla del personal que se lo tomaba a chirigota y cachondeo.

Alrededor del año 400 a.C., el sabio Ariquitas de Tarento confeccionó una máquina de madera a la que le dio el nombre de "Peristera". Tenía forma de ave y, al parecer, podía volar hasta 180 metros de altura. ¿Increíble, no? Pero lo más fuerte, es que para alzar el vuelo se valía de un chorro de aire que nadie sabe cómo se producía...

Ya sobre el año 300 a.C., los chinos inventaron la cometa y desarrollaron distintas técnicas para hacerla volar. Mucho, mucho, pero que mucho después, el genio italiano, Leonardo da Vinci, se dedicó a proyectar una máquina que científicamente fuera capaz de volar. El maestro diseñó planeadores con mecanismos basados en el movimiento de las alas de los pájaros y máquinas asombrosas que no llegó a construir. Hoy, esos esbozos están considerados como los primeros de una nave aérea.

Está claro qué responder a la pregunta de quién inventó el avión no es nada fácil. La aeronáutica tiene un montón de padres. Algunos de bajos y otros de altos vuelos... Quienes volaron alto, fueron los hermanos Wright, que a finales del siglo XIX y principios del XX, se volcaron de lleno con la aeronáutica y a día de hoy, son reconocidos como los inventores y pioneros de la aviación.

La cuchara y su historieta

Su historia es realmente curiosa. Estamos ante un utensilio de mesa tan cotidiano que nunca reparamos en él. Pero no siempre las generaciones han comido con cuchara. ¿Se nos hace raro, eh? La tradición rescata el origen de la cuchara desde tiempos remotos y a partir de tres versiones. Una de ellas, menciona las conchas y caracolas encontradas a la orilla del mar. Y es que los restos de estos pequeños moluscos servían como cuencos para contener líquidos y alimentos.

Así, el hombre primitivo se servía de las conchas para llevarse a la boca los alimentos líquidos. O sea que podemos decir que la cuchara se inventó en la Prehistoria, hace 20.000 años.

Unos tres mil años antes de Cristo, en las regiones de Mesopotamia, Siria y Egipto, las cucharas se creaban con mangos tallados y otros adornos de fantasía. Y fue en el antiguo Egipto donde se comenzó a generalizar su uso. Una civilización que por lo visto le daba mucha importancia. Tanta, que se han hallado en tumbas cucharas de marfil, de piedra, de madera e incluso de oro. Pequeñas obras de arte que utilizaban en la cocina y en la mesa.

Y, como no, fueron los romanos los que mejoraron la versión con un mango puntiagudo que funcionaban como primitivos tenedores y se dieron cuenta de que eran ideales para comer marisco.

El papel higiénico, un invento muy enrollado

Y lo es en todos los sentidos porque además de ir enrollado en un canuto de cartón, está con nosotros en los momentos más apurados. Y si nos falta, ya no sabemos a qué recurrir. Alguien dijo alguna vez que el mejor amigo del hombre es el perro, pero hay quien opina que es el papel higiénico. También, el más íntimo.

Un revolucionario invento que, desinteresadamente, cuida y mantiene nuestras partes más íntimas. ¿O acaso conoce alguien algún perro que sea capaz de prestarnos este servicio? ¡Al contrario! Somos nosotros los que recogemos sus cositas.

Pero atención, que no es tan antiguo como quizás creas. Su origen como tal se remonta al año 1890 cuando la célebre compañía Scott presentó el primer modelo. Así que, ¿sabes cómo se las arreglaban antes para tratar esta cuestión de higiene personal? Pues la verdad es algo que no ha preocupado excesivamente a los estudiosos, pero existen algunos nombres de referencia.

En un principio, los primitivos utilizaban cualquier cosa que tenían a su alcance desde piedras hasta palos. Cualquier cosa servía. Pero pronto, los chinos, que son muy de inventar cosas de utilidad, inventaron las hojas de papel para el baño alrededor del siglo VI a.C. Se sabe incluso que el destinado para la familia imperial estaba hasta perfumado.

En otras zonas, los ricos se limpiaban con paños de lana, lino y cáñamos. Y los más pobres... te puedes imaginar. En fin, todo bastante antipático. Así que aquí corto y cambio y si quieres descubrir más, ¡dale al play!

El bolígrafo, la manera de escribir que cambió el mundo

Lo usamos a diario y sin embargo no nos hemos preguntado nunca quién lo inventó y por qué. Un invento de lo más noble que terminó reemplazando a la pluma, y aunque menos estiloso, poco a poco fue ganando seguidores hasta convertirse en el rey de la escritura manual.

Transcurría el año 1888 cuando John J. Loud, cansado de la puntiaguda punta de la pluma, lo cambió por la punta redondeada del bolígrafo. Y, a pesar de que la idea inicial era excelente, el resultado de entonces no lo fue tanto.

Años más tarde, la técnica se fue perfeccionando con los hermanos Biro. Hartos de los problemas que les acarreaba la pluma, se pusieron manos a la obra y a Ladislao Biro se le iluminó la bombilla. Lo presentó en la Feria Internacional de Budapest y patentó el invento en 1938, aunque no llegó a comercializarlo.

El caso es que el invento se fue puliendo y llegó a venderse al público en el año 1945, aunque con unos precios desorbitados. Y desde entonces, hasta ahora, con su perfecta tinta, su variedad de colores y formatos. Vamos, lo que viene siendo el fenómeno que revolucionó la escritura y un invento redondo. Y no solo por la punta.

El paraguas, el invento más amado y a la vez odiado

Ese curioso invento que siempre está ahí para protegernos de la lluvia. Claro, siempre que no nos lo dejamos en casa cuando está cayendo el diluvio universal. También es nuestro fiel amigo inseparable e insoportable, con el que cargamos todo el santo día cuando dan previsiones de lluvia y al final hace un sol que dan ganas de usarlo de sombrilla.

Lo más inteligente sería prescindir de él y comprarse un impermeable de bolsillo. Mucho más práctico, más seguro y más inolvidable. Pero no estamos aquí para desprestigiarle, ni hablar de su rival el chubasquero, sino para recordar su utilidad y dedicarle un pequeño espacio. Que sí, que a veces hemos tenido que disculparnos por la calle por casi saltar un ojo al viandante que pasa a nuestro lado, que da mal fario si lo abrimos en casa y que se nos da la vuelta cuando hace mucho viento y lo maldecimos. Pero nos ha librado de muchas. Y lo sabes.

¿Sabías que al principio la tela que lo componía era usada? Eso hacía que al final acabaran más calados que el propio paraguas. Poco a poco se mejoró la técnica y este invento terminaría maravillando a muchos cerebritos como Benjamin Franklin, inventor del pararrayos. Pero fue a principios de siglo XX cuando empezaron a florecer como setas cada vez que al cielo le daba por llover, aunque al principio eran negros y no había demasiada variedad donde elegir... Ahora los encontramos de todos los colores, tamaños, de bastón, pequeños y para todos los gustos. Así que no tienes excusa para no llevar el tuyo.