Lola Herrera y sus hijos: ¿Quiénes son Natalia y Daniel Dicenta?
- Tiene dos hijos que también se dedican al mundo del espectáculo
- Son fruto de su relación el actor Daniel Dicenta
- La actriz cuenta en Lazos de sangre que sufrió malos tratos de joven
- Imprescindibles del teatro: Lola Herrera, vivir en el aire, el 27 de marzo a las 21.30 en La 2 y en RTVE Play
Es complicado imaginar a Lola Herrera fuera de los escenarios teniendo una vida normal, pero como muchas otras mujeres tiene una vida privada más allá de lo profesional en la que deja espacio para otra de sus grandes pasiones: sus hijos, Natalia y Daniel Dicenta. Dos personas que creen en su madre y la adoraban por encima de todas las cosas, aunque eso no siempre haya sido así, tal y como confesó en el documental de Lazos de sangre. En el Día Mundial del Teatro, repasamos la vida de la actriz.
Una digna sucesora de su madre
Natalia Dicenta ha heredado el amor por la interpretación de sus padres, Lola Herrera y Daniel Dicenta, y no solo eso, también es una excelente cantante de jazz. Quien la escucha se queda prendado de su voz, como Juanjo Artero que siente debilidad por la familia Herrera y confiesa que Natalia le llega al corazón cuando la escucha cantar. Su madre no se queda corta, "Natalia canta jazz, es una actriz maravillosa, ha hecho cosas estupendas…".
Se nota que es su madre y que está muy orgullosa de ella, pero es que Natalia Dicenta ha tenido grandes oportunidades como compartir cartel con su madre en la adaptación teatral de Solas, la película de Benito Zambrano, en 2006. Un momento mágico para ambas en el que pudieron compartir talento y camerino. "La yaya se ponía nerviosa al vernos actuar a las dos", dice Natalia muy emocionada, pero su abuela no era la única que acudía a verlas, su hermano, Daniel Dicenta Herrera confiesa que cuando las ve, "suelo llorar y siento un amor un orgullo infinito".
Natalia siempre ha tenido claro que quería ser como su madre, precisamente porque la imitaba cuando no estaba en casa, "me ponía cosas por encima y jugaba a hacer lo mismo que la había visto hacer en televisión". Quizás ahí empieza a cultivarse la buena relación que tienen, porque siempre se han llevado bien. Natalia es muy madura y ha sabido comprender a qué se enfrentaba su madre en cada momento. Por eso, jamás se enfadó cuando su madre se ausentaba, porque ella sabía que lo hacía para mantener a la familia y eso ha hecho que la admire sobre todas las cosas: "Mami es amor, mucha alegría y muchas risas, pero mami es una mujer para mí muy importante como mujer que me ha abierto la senda por la que yo camino".
Uno de sus trabajos más importantes es Al final del arcoíris, una adaptación de un espectáculo que relata los últimos días de la gran Judy Garland. Natalia Dicenta fue la primera opción para interpretar este exigente papel que pedía a una actriz consolidada pero también a una cantante de primera calidad, capaz de cambiar de registro y sorprender con su técnica. Natalia cumplió su función y conquistó al público y a la crítica que la alabó durante los dos años y medio de actuaciones.
Daniel, detrás de las cámaras
Daniel Dicenta Herrera también ha heredado el amor por el mundo del espectáculo de sus padres, pero no ha querido estar delante de las cámaras sino detrás. El hijo de Lola Herrera se ha convertido en un gran fotógrafo, productor y editor, que dirige su propia productora.
Se nota que lleva la pasión de sus padres en las venas y Lola así lo deja claro al hablar tanto de Daniel como de Natalia: "Tengo dos hijos maravillosos. Me alegro de que su padre sea el que fue, porque son muy 'Dicentas' sus hijos y tienen muchas cualidades que su padre tenía". Se nota que, a pesar de las dificultades que ha vivido la familia, están más unidos que nunca, son una piña y lo demuestran siempre que tienen ocasión apoyándose los unos a los otros. No le echan en cara a Daniel Dicenta su abandono, comprenden incluso que él tuviese sus problemas y fuese incapaz de hacer frente a la paternidad. Natalia y Daniel se han educado de la mejor forma posible, rodeados de cariño y en un ambiente muy comprensivo, por eso el rencor no tiene espacio en sus vidas.