La modernidad radical de Emilia Pardo Bazán
Noticia Página Dos
- Su erudición, rebeldía y audacia hacen de ella un icono intelectual y feminista
- La escritora Marilar Aleixandre explica a Página Dos la apasionante vida de la autora gallega
- Pardo Bazán nació en una familia gallega noble y empezó a escribir en la adolescencia
Vino al mundo en 1851, pero por sus ideas podría ser nuestra contemporánea. Emilia Pardo Bazán, cuyo centenario recordamos este pasado martes en Página Dos, tuvo la fortuna de nacer en una familia acomodada. A pesar de su rol predestinado como esposa sumisa, no se durmió en los laureles de las convenciones de su época y aprovechó esa libertad económica para dar forma a su vocación literaria. Su adolescencia obediente pero atenta a las injusticias hizo de ella una precursora en sus ideas acerca de los derechos de la mujer y del proletariado. De ello da fe su obra La Tribuna (Alianza), la primera novela social española que daba voz a una mujer trabajadora: Amparo, la cigarrera.
En la biblioteca de su casa leyó a quienes se convertirán en sus preferidos: la Biblia, La Ilíada, Don Quijote, las Vidas Paralelas de Plutarco o los libros sobre la Revolución Francesa. Se casó a los dieciséis años con José Quiroga y publicó su primera novela bajo seudónimo: Pascual López. En 1869 se trasladaron a vivir a Madrid. Su matrimonio era tranquilo y reservado. Tuvieron tres hijos. Con el paso de los años, la relación se resintió a causa de la incesante labor literaria de Emilia, a la que no pensaba renunciar. En 1881 inicia una correspondencia habitual con Benito Pérez Galdós, con quien mantiene una complicidad intelectual que deriva en intimidad y afecto, especialmente después de la separación de ella en 1883. Bazán y Galdós están en el culmen de su producción literaria y reconocimiento social.
Bazán alterna la lealtad inquebrantable a Galdós con la amistad con otros hombres. No niega la mayor ante las preguntas del escritor. «El quererme a mí tiene todos los inconvenientes y las emociones de casarse con un marino o un militar en tiempo de guerra. Siempre doy sustos.»
Sus escritos reflejan su fuerte personalidad, y el espíritu de la región rural de Galicia donde creció. Como Clarín, Bazán supo entender el extrañamiento entre el hombre y la vida moderna. Sus personajes no se dividen en buenos y malos; hay búsqueda, conflicto y duda. Algunas de sus obras más famosas, introductorias del naturalismo, son Los pazos de Ulloa (Cátedra), La madre naturaleza (Alianza), Morriña (Cátedra) o Memorias de un solterón (Eneida). Tenía una gran pasión por la política, que cristalizó en su madurez, cuando fue elegida senadora. Fue amiga de Castelar, Francesc Pi i Margall, Cánovas o Canalejas, y se llevó algo peor con Baroja o Pla.
Hizo bandera del consejo que le dio su padre cuando aún era una niña: «Los hombres somos muy egoístas. Si te dicen alguna vez que hay cosas que pueden hacer los hombres y las mujeres no, di que es mentira, porque no puede haber dos morales para los dos sexos.»