El rodaje de 'Cantando bajo la lluvia' fue peor que un parto
- Lo dijo la actriz Debbie Reynolds: "Las dos cosas más difíciles que he hecho son dar a luz y Cantando bajo la lluvia"
- Gene Kelly quería que lo echaran y fue un maleducado con sus compañeros, que acabaron heridos o en el hospital
- El vestuario fue más difícil que el de Lo que el viento se llevó por una curiosa razón
No hay muchas películas más bonitas que Cantando bajo la lluvia: alegre y colorida, nos transporta con humor a uno de los momentos más mágicos y agridulces de Hollywood. Es un réquiem por las películas mudas que dejaron de existir con la llegada del sonoro y, aún más, una celebración de todo el esplendor musical que trajeron las talkies. Está llena de canciones memorables y complejísimos números de claqué, y sus estrellas rebosan humor y química.
Gene Kelly la codirigió junto a Stanley Donen (Charada) y volcó en ella todas sus tablas en el cine musical. Él era un experto bailarín y quería que todo saliese perfecto, cayese quien cayese, y aunque le 'aguase' el rodaje a su compañera: Debbie Reynolds tenía solo 19 años, vivía en casa de sus padres y no sabía bailar. Él se comprometió, reticente, a enseñarle, pero su relación en el rodaje fue una de sangre, sudor, lágrimas y encontronazos incómodos. En su autobiografía, ella lo puso a bajar de un burro. Aunque Kelly ya había muerto para entonces, se le atribuye una frase al respecto: "No me porté muy bien con Debbie. Me sorprende que todavía me hable".
Gene Kelly estaba en guerra y ella pagó el pato
"Él nunca me quiso en Cantando bajo la lluvia", declaró tajante Debbie Reynolds, que siempre mantuvo que, junto con dar a luz a su hija, Carrie Fisher. Ella era joven, vivía lejos y tenía que coger cuatro autobuses para llegar al estudio. No sabía bailar claqué, pero había firmado un contrato con la Metro Goldwyn Meyer y la productora estaba lista para convertirla en una estrella. Se encontraba en el momento más prometedor y crucial de su carrera. Su compañero, justo al revés.
Gene Kelly quería que la película saliese perfecta, sí, pero casi con la misma fuerza deseaba librarse de su contrato con la MGM (que, como era habitual en aquella época, era abusivo y no le permitía trabajar con otros estudios). Cantando bajo la lluvia habla del modo en que la industria tuvo que prescindir de algunos de sus rostros más famosos porque los actores del cine mudo no sabían adaptarse al sonoro, pero otra película sobre las entrañas de Hollywood se puede escribir sobre los actores que tienen fama de 'difíciles': en su deseo de que prescindiesen de él, Kelly no vio ninguna razón para poner freno a su temperamento.
Sonreír hasta que la cara doliese; bailar hasta que los pies sangrasen
Extremadamente exigente consigo mismo y con los demás, fue muy duro con la jovencísima Debbie Reynolds. "Mis pies sangraban de tanto claqué y, cuando lo decía, él me respondía 'pues te los limpias'. Si no estaba sonriendo, me gritaba que sonriese más. Durante el rodaje, creía que se me iban a romper las mejillas de tanto sonreír". Eso sí, Kelly dijo que podía enseñarla a bailar (ya lo había hecho con Frank Sinatra en Levando Anclas), y lo hizo. Debbie Reynolds, que tenía formación de gimnasta, se aprendió los complejos números de baile, y sólo se le resistió un número: Broadway Melody, la secuencia onírica de ballet en la que Cyd Charisse baila con Gene Kelly.
Que, por cierto, tiene truco: Cyd Charisse, con los tacones puestos, era más alta que él, así que Gene Kelly coreografió la escena de tal modo que en ningún momento apareciesen los dos de pie en el mismo plano. También reemplazó en mucha de las tomas el sonido de los zapatos de claqué de Debbie en el resto de la película por otros porque, aunque en cámara quedasen bien, el sonido no le parecía perfecto.
Un incomodísimo primer beso
La acusación más grave de Debbie Reynolds a su compañero es la que tiene que ver con el beso que comparten sus personajes. Sin ensayar y sin avisar, Kelly agarró a la jovencísima actriz y le metió la lengua hasta la garganta. Lo que para él fue un trámite, según el biógrafo Michael Levin, para ella fue una experiencia traumática: nunca había besado a nadie y reculó y gritó como si hubiese recibido el mordisco de una serpiente. Ella esperaba un beso de Hollywood: casto y de pega. Y quizá habría salido mejor: Reynolds mantuvo siempre que a Kelly se le nota la cara de decepción y molestia cuando ella le responde con otro beso más dulce y eso afecta a la calidad de la película.
Muchos años después, la actriz recordaría todavía este gesto: Reynolds contaba que, cuando quiso aprender a besar de verdad en la pantalla, le pidió consejo al actor Hugh O'Bryan, que era "dulce, bueno, un verdadero caballero, tan guapo... y, a diferencia de otros, no intentó colarme la lengua".
Luego, los accidentes
Existe la leyenda popular de que el número más famoso de Cantando bajo la lluvia, en el que Gene Kelly canta Singing in the rain, se rodó en una sola toma. Pero nada más lejos de la verdad: el número tardó varios días en salir a la perfección, entre otras cosas porque el actor tenía entre 38ºC y 39ºC de fiebre durante el rodaje.
Lo que sí es cierto es que la película no utiliza el montaje para tomar atajos y usa planos abiertos y largos que a menudo muestran el cuerpo entero del actor en movimiento. Así que las tomas de cada número musical tenían que ser prácticamente perfectas, extendiendo las jornadas de grabación durante horas. El último plano de Good Morning, en el que los tres terminan riéndose en el sofá, necesitó alrededor de cuarenta tomas.
Otro de los números más icónicos, el de Make 'em Laugh, acabó con el actor Donald O'Connor en el hospital: Gene Kelly quiso que el actor recrease una pirueta que él había hecho cuando era un bailarín joven (esa en la que se sube por la pared y da una voltereta), y conseguirla fue extenuante para su compañero, que fumaba cuatro paquetes de cigarrillos al día y no tenía la forma física apropiada para esa clase de excesos. Lo peor es que, cuando por fin lo consiguió (y tuvo que ingresar por la fatiga, y lleno de rozaduras en las rodillas), la película se quemó y tuvieron que repetirla.
El vestuario fue más difícil que el de Lo que el viento se llevó
Walter Plunkett, que había sido el encargado de vestuario de Lo que el viento se llevó, dijo que nunca había tenido que trabajar tanto para una película como para Cantando bajo la lluvia. Cuirosamente, es más difícil ir para atrás tres décadas que varios siglos en lo que a películas de época se refiere: la audiencia de los años 50 todavía recordaba lo que se llevaba en los años 20, así que el trabajo de investigación fue mucho mayor. A eso hay que sumarle la visibilidad, la movilidad de los personajes y todos los cambios y personajes secundarios: más de 500 trajes fueron diseñados para la película.