Diego González Rivas, el cirujano y "superhéroe", que "nunca rechaza un caso"
- Ha operado en 118 países con su técnica mínimamente invasiva
- Es famoso por operar a Broncano y es mucho más que eso
- ¿Qué piensa cuando un caso sale mal o muere un paciente?
Diego González Rivas es nuestro cirujano más internacional. Ha operado en 118 países, se ha atrevido con los casos más complicados y ha inventado una técnica revolucionaria en el sector de la cirugía de tórax. Para muchos, es un auténtico superhéroe. En la charla que ha tenido Carlos del Amor, en La Matemática del Espejo, ha confesado que no le gusta el término de “salvavidas”, pero es innegable afirmar que, con sus manos, ha hecho feliz a miles de pacientes, como a David Broncano: “Como cirujanos, damos años de vida, nunca sabes lo que va a pasar con un tumor”.
En el 2010, Diego González Rivas inventó la “técnica uniportal, técnica de cirugía torácica y pulmonar, revolucionaria y pionera, que le ha hecho famoso en todo el planeta por reducir considerablemente el daño del paciente.
Desde entonces, ha recorrido 1.000.000 de km y ha operado a 9.000 pacientes. Realiza 800 operaciones al año en todo el mundo, ha hecho más de 45 trasplantes pulmonares, y entre medias, ha sacado tiempo para publicar más de 100 trabajos científicos… Todo ello, sin contar la enorme “renuncia personal” a la que ha tenido que enfrentarse con el objetivo de salvar vidas: “Tienes que renunciar a tener una familia, es fundamental. No quiere decir que no la desee en algún momento, pero mi proyecto incluía expandir la cirugía por el mundo, crear una escuela, ayudar a mucha gente… y eso te implicar renunciar, lo primero, a la familia, y a estar más tiempo con mis padres, mi hermana y mis amigos. También renunciar a mis hobbies, por ejemplo, el surf, como yo hacía, era mi pasión desde siempre”.
Si buscas su nombre en Internet, se le asocia a una celebridad en su profesión, aunque para él, el éxito es secundario: “Noto que la gente me reclama para poder hacer cursos, tratar casos complicados… Y bueno, sí, a mí me halaga que me llamen y me pidan esos favores. Lo hago con gusto y cariño. Pero, lo hago porque me gusta compartir el conocimiento. Intento siempre ser humilde, porque la vida da muchas vueltas”.
“Nunca pensé que el impacto de la técnica fuera tan grande”
Su técnica ha hecho mella en la cirugía a nivel mundial. Tal es la acogida, que, en países como ChinaEntre otras cosas, le van a buscar al aeropuerto con carteles, pancartas, vídeos de sus cirugías e, incluso, neones con mensajes de “Bienvenido Doctor Gonzáles Rivas”: “La técnica uniportal causó mucho impacto allí. Creo que la explicación es porque el asiático, especialmente el chino, tiene mucha cultura a mantener el cuerpo intacto. Cuando voy a algún hospital ponen mucha parafernalia. Es tremendo.”
““Nunca rechazo un caso, por muy complejo que sea” “
Pese a que siempre le gustó mucho viajar y compartir sus vivencias y conocimientos con la gente, nunca imaginó que su dominio del bisturí le llevaría a ver pacientes en 118 países: “Soy una persona muy inquieta, de cambiar e innovar. Sabía que mi vida iba a ir enfocada a algo diferente, que no iba a ser la típica persona casada, con hijos y en un mismo sitio. Entonces, la idea de viajar, sí que la tenía en mente, pero no pensé que el impacto de la técnica fuera tan grande”
“El miedo e inseguridad que sentí en Corea del Norte, no lo he sentido en ningún sitio”
Cada país es un mundo en cuanto a cultura, condiciones, abastecimiento… Y Diego lo sabe bien. El cirujano ha tenido que enfrentarse a todo tipo de situaciones. Hay muchos países en los que ha repetido, y repetiría, como África, donde tiene mucho interés: “Creo que es un país por desarrollar y creo que está muy atrás en la cirugía mínimamente invasiva. Ahí está mi reto”.
Sin embargo, hay lugares donde el doctor preferiría no tener que operar de nuevo: “Cuando salí de Corea del Norte La experiencia del cirujano en el país de King Jong-un ha sido de las más duras que ha vivido. Según le ha confesado a Carlos del Amor, sentía que le “estaban controlando en todo momento”: “No tienes Internet, ni pasaporte, ni libertad para nada, sabes que cualquier cosa que hagas, a lo mejor, les parece mal. Quizá, el país que más respeto me ha dado. El miedo e inseguridad que sentí en Corea del Norte, no la he sentido en ningún sitio. Y creo que es un país que no creo que vuelva”.
““No se puede morir un chico joven. Hay que luchar hasta el final” “
Otra de sus experiencias más perturbadoras fue en Gaza, donde, mientras operaba, se le fue la luz: “Fue realmente inquietante, porque nosotros dependemos de una pantalla y la tecnología. Hasta que entran los generadores tarda un minuto, y la vida del paciente está ahí, lo tienes a través de incisiones pequeñas, no puedes controlar tus manos por si sangra o algo, porque no ves…”
Además, el cirujano ha explicado en La Matemática del Espejo que, para entrar en Gaza, tuvo que cruzar todo Israel, en plena pandemia con la misión de operar a 10 pacientes, aunque, lamentablemente, solo pudo operar a cinco, ya que la otra mitad habían dado positivo en COVID: “Fue complicado porque tuvimos que conseguir donaciones, y todo el material lo trasportamos nosotros”.
“Cuando un paciente se muere, piensas que has fallado en algo”
Si de algo puede presumir Diego, es que lucha hasta el final. El cirujano siempre intenta que su experiencia valga para afrontar casos muy complejos, y por eso se ofrece a ello: “Por eso nunca rechazo un caso, siempre y cuando sea operable”.
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Uno de esos casos complejos a los que se refiere, es el de Pablo Blanco, un joven al que apenas le quedaban “semanas de vida”: “Otros cirujanos consideraron que no se podía hacer nada. Por casualidades de la vida, contactó conmigo. Lo reevaluamos y dijimos: por este chico hay que luchar como sea, no se puede morir. Así que, asumimos el riesgo. Había que hacer algo o se moría. Tras una cirugía muy complicada, quitamos el tumor. Esto fue hace 4 años, ahora el chaval está vivo y trabajando. Impresionante ese caso”.
Afortunadamente, el caso de Pablo fue todo un éxito, aunque no siempre sale como uno espera. Así lo ha confesado el cirujano. Pero, ¿qué pasa cuando fallece un paciente?: “No lo considero una derrota, pero sí como el haber fallado. Es decir, piensas el por qué, en qué no se tendría que haber muerto, si ha sido la enfermedad, el cuidado, la cirugía…. Siempre hay que ser críticos. Entonces, cuando alguien se muere, es una decepción”.