Hablemos del retrete
- En el Día Mundial del Retrete reflexionamos sobre los retos medioambientales en la gestión de las excretas humanas
- Contaminamos una media de 4.5 litros de agua potable cada vez que vaciamos la cisterna del retrete
- Al menos un 48 por ciento de las aguas residuales se siguen vertiendo al medio sin tratar
- El escarabajo verde, viernes a La 2 a las 18:10h | Disponible en RTVE Play y en la web de Ciencia y futuro
Cada persona genera al año unos 50 kilos de heces y unos 550 litros de orina. ¿Cómo estamos gestionando tal volumen de excretas? La humanidad ha tenido siempre que lidiar con sus desechos y las soluciones han ido variando. La cuestión se ha hecho cada vez más compleja desde que dejamos de ser nómadas y especialmente desde que nos hemos concentrando en grandes aglomeraciones urbanas. Si en un principio dejábamos nuestras excretas en tierra, -y allí se iban procesando contribuyendo de esta forma a la fertilidad del suelo-, hoy las transportamos con agua y las echamos al río o al mar. A medida que ha ido aumentando la población, y ya somos casi 8 mil millones, se ha creado un gran problema de contaminación en el ecosistema acuático.
¿A quién le importan los retretes?
A escala global, casi la mitad de la población no dispone servicios de saneamiento gestionados de forma segura y eso es lo que precisamente quiere visibilizar Naciones Unidas con el Día Mundial del Retrete cada 19 de noviembre. La campaña 2021 la ha abierto así: “¿A quién le importan los retretes? A 3.600 millones de personas, porque no tienen uno que funcione correctamente”.
En la parte del mundo donde los retretes funcionan correctamente verter al medio aguas usadas con una depuración adecuada sigue siendo el reto ambiental pendiente. Además, se está despilfarrando un considerable volumen de agua potable simplemente para arrastrar heces y orinas. Cada vez que se vacía una cisterna se usa una media de 4,5 litros de agua potable. Y apenas se saca provecho de esas excretas, que serían un recurso especialmente valioso para fertilizar el suelo.
144 millones de piscinas olímpicas de aguas residuales al año
Un estudio a nivel global de la universidad de Utrecht y Naciones Unidas concluye que cada año producimos aguas residuales como para llenar 144 millones de piscinas olímpicas. Al menos un 48 por ciento de esas aguas usadas se siguen vertiendo al medio sin tratar, lo que está poniendo en riesgo nuestro ecosistema, y apenas se reutiliza el agua usada, tan solo en un 11 por ciento.
Multas por no depurar adecuadamente
España no está cumpliendo con los requisitos de calidad que se exigen en la Unión Europea para gestionar las aguas residuales. Ha sido multada por ello y mientras no cumple, semestralmente, la sanción va aumentando. A fecha de 2021 la cifra asciende a 53,4 millones de euros. La cuestión es especialmente compleja porque muchas depuradoras se diseñaron sin una gestión anaerobia de lodos. Además, en la mayoría de las aglomeraciones urbanas las aguas residuales y pluviales no se conducen por separado en la red de alcantarillado. Así, cuando llueve mucho, las depuradoras no pueden absorber todo el caudal y solo queda la opción de verter al medio sin tratar.
Recuperar el agua usada y producir abonos y energía
En los últimos años, se han hecho fuertes inversiones en algunas instalaciones junto a grandes aglomeraciones urbanas. En Chiclana, por ejemplo, hay un sofisticado sistema de depuración con microalgas que consigue tanto gas como fertilizantes. En Madrid, la depuradora Sur del Canal Isabel II produce estruvita, un tipo de fosfato especialmente útil para fertilizar los campos. En Barcelona, la depuradora de El Prat tiene un tratamiento terciario, lo que significa que logra recuperar un 80 por ciento de las aguas residuales que trata y las devuelve al caudal del río Llobregat con la calidad suficiente. Pero estas instalaciones son grandes consumidoras de energía, por lo que el reto está en conseguir que se auto abastezcan. A modo de ejemplo, la citada depuradora de El Prat lo consigue en un 40 por cien, gracias al gas que genera en su proceso de tratamiento.
Depuración en el propio edificio
Una alternativa que se está estudiando es la depuración descentralizada en edificios de nueva construcción. Se ha puesto a prueba en el bloque de oficinas de la Zona Franca de Vigo, en Nigrán, donde las aguas residuales se tratan en el propio edificio. Las aguas grises del lavamanos o las duchas tienen una conducción separada y con ellas se llenan, por ejemplo, las cisternas de los retretes, con el consiguiente ahorro de consumo de agua potable. Y mediante el sistema de tratamiento de aguas negras instalado en el sótano se obtienen tanto fertilizantes como energía en forma de gas.
La operación se ha llevado a cabo con el apoyo de la Comisión Europea mediante el proyecto Run4Life, en el que también han participado otras tres ciudades europeas con el objetivo común de idear sistemas que recuperen fertilizantes y abonos, ya sea de aguas negras o de restos orgánicos.
Retretes que separan orinas y heces
Los sistemas de retretes que no utilizan agua han evolucionado considerablemente en los últimos años. Existe algún proyecto piloto en ciudades pequeñas. Por ejemplo, en Confignon, en Suiza, donde la cooperativa Equilibre ha instalado un sistema de váter seco en un edificio de varias plantas. Este tipo de váteres son especialmente viables en viviendas aisladas, parques naturales, zonas rurales, o urbanizaciones extendidas sin conexión al alcantarillado. En algunos casos, se instala el sistema Permapreta, inspirado en la gestión del suelo de los pueblos originarios del Amazonas. Este tipo de retrete separa la orina de las heces, que son conducidas a un depósito en el que se van compostando.
Si en el siglo XIX, los británicos hicieron una ley que obligaba a instalar un inodoro en todas las casas de nueva construcción en pro de la salud, quizá esta debería ser la época en la que, en pro de la salud ambiental, se obligara en los edificios de nueva construcción a diseñar un sistema de usos del agua acorde con la economía circular que se defiende en los discursos.
Mucho queda por resolver en la cotidiana actividad de ir al lavabo cuando la naturaleza nos lo reclama.