Las niñas no están a salvo de la esclavitud en el siglo XXI
- La noche temática estrena All the souls... y All the souls... Una luz en la oscuridad para denunciar las infancias quebradas
- El último trabajo del cámara Roberto Fraile, asesinado en Burkina Faso, muestra la trata de niñas en Nepal
- Las jóvenes estudiantes de Ibo, Mozambique, denuncian el chantaje sexual al que las someten sus profesores
El tema del documental All the souls... iba a ser el terremoto que azotó Nepal en 2015 y sus terribles consecuencias materiales y económicas para el país. Hasta que, desde una estación de servicio y en su primer viaje de rodaje, el equipo presenció el secuestro de tres niñas. La película de Roberto Lozano, que además fue el último trabajo del cineasta Roberto Fraile, asesinado en Burkina Faso, se convirtió entonces en un parato de denuncia de la trata de seres humanos que incrementó radicalmente tras este desastre natural.
En Nepal se venden, cada año, entre 6.000 y 12.000 mujeres y niños. Las redes de traficantes engañan a las familias con promesas de un futuro mejor para sus hijos e hijas cuando en realidad les conducen hasta la India para ser explotados con fines sexuales o para el tráfico de órganos humanos. Es la forma de esclavitud aterradora del siglo XX y afecta principalmente a las niñas: captadas por expertos que se presentan como amables salvadores, son encerradas en burdeles donde deben atender a 30 clientes al día. La alternativa es la tortura o la muerte.
Desde el terremoto, el país es una sepultura abierta. Falta dinero y esperanza, así que las niñas se ven tentadas de marchar con quien se la ofrece: "Un hombre vino donde yo estaba durante tres o cuatro días y siempre solía darme comida o dinero, así que confié y me fui con él", explica Kamala Badi, que fue separada de su familia y no ha vuelto a ver a su hermano, otra víctima de la trata. En Nepal, cualquiera puede ser un traficante y los niños son su blanco más fácil.
Más de 200.000 niños y mujeres nepalíes han sido trasladados a India sólo para burdeles; otros 150.000 se han desplazado a la fuerza a otros lugares y se encuentran también en situación de encierro. Las fronteras entre ambos países están abiertas y el gobierno indio se niega a tomar medidas contra la trata. Para la población India, explican los testigos del documental, este horrible destino de los hijos del país vecino funciona como un perverso trueque: al menos, así, sus hijas están a salvo.
Rescatar a las niñas en plena herida abierta
Los activistas que luchan por poner fin a la trata en Nepal demandan que se empiecen a controlar las fronteras con India, algo que, según la información de diversos investigadores, terminaría de un plumazo con un 70% u 80% del problema. Mientras esto no sucede, asociaciones sin ánimo de lucro como 3 Angels Nepal, dirigida por el doctor Rajendra Gautam, cargan con la labor de rescatar a las niñas de su cautiverio. Para interceptarlas en el camino, sus trabajadores están entrenados y entrenan, a su vez, a la policía, que trata de reconocer a los transeúntes sospechosos de estar participando en la trata: no hay ningún tipo de control o de parada obligatoria antes de cruzar la frontera, así que deben ser rápidos y leer las señales que les han permitido salvar a muchas personas.
También alimentan una red de contactos alrededor de los burdeles en India para poder rescatar a las mujeres que logran escaparse o, incluso, intervenir comprándolas o sacándolas de los burdeles: cuando la cámara del documental se adentra dentro de uno, las condiciones infrahumanas en las que las niñas son explotadas quedan a la vista de todos. Algunos de los clientes de estos burdeles son alcohólicos, otros drogadictos, y si alguna chica se queja o dice que le duele se quitan el cinturón y las pegan con él, o las queman con sus cigarrillos, o las muerden. Es una situación inhumana que convierte a las mujeres del Nepal en objetos de consumo con una etiqueta de entre 150 y 25.000 dólares. A salvo en el refugio, tienen que sanar este enorme trauma, que es el trabajo de toda una vida.
Una luz en la oscuridad
La noche temática continúa su ciclo alrededor de la infancia con Una luz en la oscuridad, el documental que nació por iniciativa de una adolescente española de 15 años: Marta, que viajó con su amiga Berta hasta Mozambique para tratar de comprender los problemas educativos que afectan a las sociedades en desarrollo. El documental hace preguntas y busca respuestas sobre cómo ayudar, no para poner un parche sino para construir una estructura sólida de centros educativos que funcionen adecuadamente en estos lugares.
En su inocente retrato, no obstante, también emergen oscuros problemas que dificilmente podía prever la mente de una niña: jóvenes estudiantes de Ibo, como una chica llamada Tima, denuncian el acoso sexual al que son sometidas por sus profesores, algo que sucede en el país de forma extendida y generalizada. "Cuando tenemos la edad y llegamos al octavo, noveno o décimo año, llegan las dificultades. Nosotros queremos estudiar sin estar embarazadas ni nada, pero nuestros profesores hacen que no pasemos al siguiente curso si no nos acostamos con ellos. No es un problema de mi barrio, ocurre también en la escuela que habéis visitado: si no, ve y pregúntale a las niñas embarazadas". La desigualdad entre norte y sur es transversal en el caso de las niñas: las niñas sufren abusos alrededor del globo, y es hora de tomar conciencia de que tiene que acabar.