Ara Malikian, la magia de dejarse llevar: "Me critican mucho, ¿por qué se mueve tanto?"
- El violinista libanés visita el programa 'Un país en danza', ¿cómo llegó a convertirse en genio de la música?
- Su éxito nunca le ha cegado, por eso no ha dejado de aprender: "No soporto escucharme tocar hace 20 años"
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Verle tocar es un espectáculo, de esos que no puedes ni parpadear, porque lo suyo es hacer música que se disfruta con los cinco sentidos. Que conozcamos su nombre no es casualidad, aunque el camino que tuvo que recorrer para conseguirlo no fue nada fácil. Ara Malikian es arte, un mundo que conoció cuando era solo un niño que tocaba el violín en Líbano. "Estaba viviendo en un país destrozado, no iba al colegio, no había ningún futuro para los chavales de mi edad", reconoce en 'Un país en danza'. Una situación que le obligó a emigrar.
"Cualquiera que encontrara un pretexto para salir salía. Mi padre era violinista y se había empeñado en que yo tocara el violín", cuenta. Por aquel entonces, el violinista todavía no se había enamorado de la que sería su profesión años después. Con 15 años se fue a estudiar a Alemania gracias a una beca, una etapa de su vida que recuerda con mucha tristeza. "Llegué sin mis padres, sin conocer a nadie. Me encontré con muchas dificultades, desde los papeles hasta el tema económico", señala Ara Malikian. El violín fue lo único que le ayudó a salir adelante.
Cuando toca, se deja llevar, a pesar de lo que la gente pueda pensar. "Me critican mucho, '¿por qué se mueve tanto? Para tocar bien un instrumento hay que moverse solo lo necesario'. No me muevo para ser guay o para impresionar, me muevo porque verdaderamente la música me penetra. A veces hago el ridículo, pero es lo que siento", asegura.
El poder sanador de la música
Ara Malikian es un claro defensor del poder sanador de la música. "En esta época nos hemos dado cuenta, la salud mental pasa por el arte. Para ser felices necesitamos nutrirnos de cosas bellas, la danza la música, la literatura, la pintura...", apunta el violinista. No siempre hizo lo que el cuerpo le pedía, quizás por el qué dirán, hasta que se dio cuenta de que eso no le llevaba a ningún sitio: "Me costó mucho sentirme libre. Había una época de mi vida donde quería ser un violinista muy clásico, entre el conservatorio y las orquestas... Me sentía muy atado, sin poder ser yo. Me costó quince o veinte años deshacerme de las esposas. Cuando me liberé, me encontré a mí mismo".
"La libertad pasa por no importar lo que te dicen las personas, lo importante es lo que tú sientes. Si puedes hacer tu arte como tú lo sientes, cambia completamente", asegura. Cuando decidió salir de su zona de confort y dejar atrás la música clásica a la que parecía estaba destinado, se atrevió a probar con distintos géneros, "un cóctel" del que no arrepiente porque gracias a aquello pudo crear la música que ahora nos hace disfrutar.
En constante aprendizaje
El éxito no ha cegado a Ara Malikian. A pesar de haber llegado a lo más alto de la música, nunca ha dejado de aprender y evolucionar: "Si me oigo tocar hace veinte años, quiizás era más perfecto, pero me aburro, me odio a mi mismo, no lo soporto. Es importante para un artista el constante aprendizaje para no quedar estancado". Igual que un bailarín, su objetivo es sanar a través del arte. Por eso no le gusta hablar de 'su música'. "Creo que es un poco arrogante. No es mía, es de todos. Lo que tú haces lo tienes que transmitir a los demás", asegura Malikian.