El estilo de Audrey Hepburn a través de sus películas: mucho más que vestuario
- De mano de Givenchy, Audrey Hepburn se convirtió en uno de los mayores iconos de estilo del siglo XX
- Charada es un escaparate de sus vestidos; en Dos en la carretera los dejó atrás por un motivo muy especial
Cuando una joven que se apellidaba Hepburn cogió su cita en el estudio de Hubert de Givenchy, situado en el número 8 de la Rue Alfred de Vigny de París, el modisto pensaba que era otra diva de Hollywood, Katharine, la que estaba interesada en sus exclusivos vestidos. Audrey Hepburn acababa de saltar al estrellato en Estados Unidos con Vacaciones en Roma, pero apenas era conocida en Europa: fue su estrecha colaboración con el diseñador, reticente al principio, la que acabó dando forma a uno de los mayores iconos de estilo del siglo XX.
"Sólo vistiendo sus diseños soy yo misma", llegó a decir la actriz, que fue la más elegante de todas hasta sus últimos días. Durante toda su vida fue íntima amiga de Givenchy y lo trascendió: fue su musa y la musa de todas las que, pensando en ella, escogemos una prenda que nos recuerda a los años 60. Pero fue mucho más: con la edad, papeles más maduros abrieron lugar para moda más arriesgada y, en Dos en la carrera, Ken Scott o Balenciaga firman el vestuario definitivo. Esta fue la evolución de su estilo.
Vacaciones en Roma (1953)
El director William Wyler quería para el papel a Elizabeth Taylor, pero no estaba disponible y eso que nos llevamos: Vacaciones en Roma es la película que convirtió a Audrey Hepburn, actriz de teatro, en Audrey Hepburn, estrella de Hollywood con un Oscar a mejor actriz. Aunque el estilismo de esta película aún no tenía su huella inconfundible, sino que replicaba la silueta New Look con la que Christian Dior monopolizó los años 50 (cuerpo ceñido, cintura estrechísima y falda amplia), la complexión petite y la personalidad de Audrey Hepburn como actriz e icono de moda (inocente, carismática, encantadora) ya quedan patentes en esta película.
Sabrina (1954)
En 1953, Audrey Hepburn fue en busca de Givenchy, y en 1954 vio la luz su primera colaboración. En Sabrina, que le valió otra nominación al Oscar a mejor actriz, Audrey Hepburn y Givenchy se sirvieron mutuamente como trampolín.
De la película, quedan en el recuerdo sus looks de calle (aquí aparece por primera vez su mítica combinación negra de pantalones estrechos por encima de los tobillos y camiseta ceñida, con el favorecedor escote en la espalda) y sus impresionantes vestidos, como el de cóctel de color negro con el que discute con Humphrey Bogart o el despampanante diseño blanco con flores bordadas.
Guerra y paz (1956)
Para este drama histórico dirigido por King Vidor y basado en la novela homónima de Tolstói, la diseñadora de vestuario italiana Maria de Matteis trató de adecuar el estilo Imperio (suelto, con mangas cortas y ceñido debajo del pecho, como lo que llevan las muchachas de Los Bridgerton) al estilo imperante del momento: el New Look de los años 50. Fue una de las películas más caras de la historia y, aunque no recibió el aplauso de la crítica, estuvo nominada al Oscar a mejor diseño de vestuario.
Una cara con ángel (1957)
Edith Head fue la encargada del vestuario de Una cara con ángel y la titular del Oscar que ganaron, aunque esta película es notoria porque supone el florecimiento de la colaboración de Audrey Hepburn con Givenchy, que fue quien diseñó sus exclusivos y memorables vestidos. El más recordado (y el más buscado en Google) es el despampanante vestido rojo con el que la actriz baja las escaleras del Louvre, un diseño hecho a medida para la artista.
Con guiños a iconos de la moda como Diana Vreeland y Richard Avedon, el vestuario juega un papel crucial en esta película donde también es notorio el vestido de novia: otro artefacto de Givenchy que revolucionó la historia de la moda y se convirtió en el modelo de referencia para las novias de finales de los años 50.
Ariane (1957)
Audrey Hepburn y Gary Cooper protagonizan esta película de Billy Wilder. Givenchy ya era el diseñador de cabecera de Hepburn y es quien firmó la variedad de vestidos negros que lleva el personaje de Ariane, con faldas anchas en el estilo de los años 50, tocados y otros accesorios que van marcando su evolución a lo largo de la película.
Desayuno con diamantes (1961)
Es la ganadora indiscutible porque ha pasado la prueba del tiempo: la ropa de Holly Golightly adorna pósters, cojines, tazas y otras piezas de mobiliario y nuestra cultura la idolatra. El look con el que Audrey Hepburn se come un cruasán mientras mira por el escaparate de Tiffany's con mirada soñadora es, por supuesto, de Givenchy, y su estilismo afrancesado definió el imaginario popular de esa Nueva York aspiracional que siguen imitando las divas de nuestros días (sí, Lady Gaga, te miramos a ti).
Charada (1963)
En 1963, el año de la muerte de John Fitzerald Kennedy, una película tuvo que cambiar una de las frases de su guion para no herir sensibilidades. Hablamos de Charada, un homenaje a los thrillers románticos del Hollywood clásico que, sin saberlo, se disponía a ser uno de sus últimos coletazos. Y donde Givenchy aparece acreditado por todos los estilismos de una Audrey Hepburn que define ya la moda de la década: como Jackie O, el personaje de Regina Lampert lleva trajes de tweed de dos piezas, abrigos cocoon con cuello de chimenea, colores brillantes (rojo, mostaza, rosa, blanco), sombreros pillbox y enormes gafas de sol en esta divertidísima y glamurosísima película.
Encuentro en París (1964)
Aunque la película no alcanzó la notoriedad de otras y Charada es mejor película sobre una americana en París, el diseño de vestuario, a cargo de Givenchy, es lo más valioso de la cinta: Hepburn lleva vestidos de colores con los brazos al descubierto, escotes de barco, sombreros, bailarinas y camisones con manga tres cuartos que ejemplifican el glamur de los años 60.
My Fair Lady (1964)
La pompa y el boato no faltan en ningún aspecto de este musical ganador de ocho Oscars, incluído el de vestuario, que corrió a cargo de Cecil Beaton. Para el personaje de Eliza Doolittle, Audrey Heburn se enfundó complejísimos trajes adeucados al estilo de la época eduardiana, con volantes, lazos, cuellos y complicados sombreros que sobreviven peor al paso del tiempo, pero son una obra de artesanía digna del reconocimiento.
Cómo robar un millón y... (1966)
En Cómo robar un millón y... , Audrey Hepburn está disfrazada de trabajadora de la limpieza cuando el personaje de Peter O'Toole, su interés romántico, le espeta con sorna: "Has conseguido darle la noche libre a Givenchy". El diseñador vuelve a acompañarla en esta película en la que el drama y la autoparodia son dos elementos clave de una divinísima Audrey Hepburn.
Dos en la carretera (1967)
La Nouvelle Vague se abre camino y la moda cambia: llega el pantalón vaquero, el pelo suelto, los jerseis ceñidos al cuerpo y una nueva Audrey Hepburn. En esta película de Stanley Donen, el director de Charada, la actriz presenta un estilo más moderno y maduro con prendas de Paco Rabanne y de Mary Quant.
La película es, en cierto modo, vanguardista, importando los recursos rompedores del nuevo cine europeo: llena de saltos en el tiempo, la moda se convierte en una herramienta imprescindible para distinguir los diferentes períodos a los que nos remite la historia.
Empleando diferentes artículos memorables, una actriz más madura se abre paso mientras la ropa cobra un carácter imposiblemente narrativo. Destacan piezas como el 'vestido imponible' o el 'traje de PVC' de Paco Rabanne o el 'vestido de pájaros' de Ken Scott.
Sola en la oscuridad (1967)
Para la película que da comienzo a la última etapa de la carrera de Audrey Hepburn, más psicológica y más oscura, ella misma fue la encargada de seleccionar y comprar en París las prendas que lleva su personaje: serias, adultas y en colores y texturas suaves, con faldas de tubo, medias y sobrios jerseis, Hepburn deja de estar al servicio de la moda y pone la moda al servicio de la historia.