Cuando Julio Verne se enamoró de Vigo
Noticia Página Dos
- El escritor dedicó un capítulo de Veinte mil leguas de viaje submarino a la ciudad
- «El mar es un inmenso desierto en el que el hombre nunca está solo, pues siente latir la vida a su alrededor»
- Verne es el segundo autor más traducido en el mundo
No hay nada más literario que un tesoro escondido. La batalla de Rande, que tuvo lugar en 1702 entre buques españoles e ingleses, enterró en el fondo del mar miles de piezas de plata y oro. ¿Es posible que la flota española hubiera podido descargarlas a tiempo en Vigo, justo antes de la contienda, y que no exista esa fortuna? Puede ser. Pero la historia del botín enterrado tiene mucha más gracia. La leyenda se fue acrecentando y obsesionando a exploradores de todo el mundo. La fiebre del oro puso a la ría en el mapa. En 1869 se publicó una de las obras más conocidas de Julio Verne, Veinte mil leguas de viaje submarino. El viaje del legendario Nautilus, comandado por el Capitán Nemo, recorría el globo e hizo parada en España, en el capítulo llamado La bahía de Vigo. Lo curioso es que el escritor no había estado nunca en la ciudad. La visitó dos veces, años después, en 1878 y 1884. Sus diarios recogen aquellos días; Verne ya era muy conocido, y la sociedad viguesa lo recibía con boato. Durante sus estancias vivía la ciudad como uno más. Leía la prensa en el desaparecido Hotel Continental, paseaba por el Monte O Castro, hizo amistad —dicen, o quizá es leyenda— con Antonio Sanjurjo. Fue a procesiones, verbenas, bailes y cenas del grupo La Tertulia, y a la Fiesta de la Reconquista.
Página Dos visitó Vigo para entrevistar al poeta y escritor Antonio Lucas, y el equipo aprovechó el viaje para acercarse a la figura de Verne en la ciudad gallega. Hay huellas en el Museo do Mar, en su estatua mirando al mar en el Náutico, en las figuras de la isla de San Simón que muestra a Nemo y sus buzos. En 2012 se creó la Sociedad Verniana de Vigo.
Un apunte curioso es que España aparece mencionada en otra novela de Verne, la satírica De la Tierra a la Luna (1865), que narra la historia de la construcción de un proyectil para llegar a la Luna, y que contiene cálculos científicos sorprendentemente cercanos a la realidad. Cuando habla de la recaudación de cada país para contribuir al proyecto, describe así nuestra aportación: «Respecto a España, no pudo reunir más que ciento diez reales. Dio como excusa que tenía que concluir sus ferrocarriles. La verdad es que la ciencia en aquel país no está muy considerada. Se halla aún aquel país algo atrasado.»
La vida de Verne está llena de anécdotas tan llamativas como las de sus propios personajes. Con once años se escapó de casa para subir a un barco mercante que viajaba a la India; quería comprar allí un collar a su prima Caroline, de quien estaba enamorado. En 1879 se hizo con su primer yate, que bautizó como Saint Michel; con él viajó por el Mediterráneo, Irlanda, Escocia, Noruega, Inglaterra, el Mar del Norte y el Báltico. Hizo traer elefantes para el estreno en el teatro de La vuelta al mundo en 80 días, fue disparado en la pierna por su sobrino, ejerció de concejal en Amiens. Vislumbró un futuro en el que existirían helicópteros, ascensores, motores de explosión, naves espaciales, robots, internet. Fue un estudioso del mundo que lo rodeaba, un apasionado del conocimiento, y es el padre de la ciencia ficción.