Enlaces accesibilidad

¿Es 'Siete novias para siete hermanos' un musical machista?

  • Los números musicales en tecnicolor marcaron a varias generaciones, pero la trama se atasca en la prueba del tiempo
  • Siete novias para siete hermanos traslada a Oregón la leyenda patriarcal del rapto de las sabinas

Por

'Siete novias para siete hermanos' en Días de cine clásico en La 2
'Siete novias para siete hermanos' en Días de cine clásico en La 2

¿Por qué disfrutamos tanto del cine clásico? Cada espectador tiene una respuesta, pero estas son algunas de las posibles: nos gusta porque colorea los recuerdos de nuestra infancia, o porque simplifica las complejas situaciones de la vida. Nos gusta porque nos muestra estrellas hermosas que dejaron de brillar hace tiempo, tan inalcanzables y distintas que no es posible encontrarlas en otro lugar. Nos gusta porque nos traslada a otra época que no vivimos ignorando las tensiones e injusticias que, igual que marcan la nuestra, marcaron aquella. Nos gusta por el humor, el espectáculo, la simplicidad moral o la complejidad técnica. Nos gusta porque, en el fondo, sentimos que ya no nos retrata, no es un espejo que sea incómodo mirar.

Aunque la frase "esta película ya no podría hacerse" suele emplearse con connotaciones negativas (señalando un nuevo puritanismo fantasma, una suerte de censura), en realidad es la constatación de un proceso natural: las sociedades evolucionan y superan sus sesgos y lugares comunes, o al menos deberían. Hechos como que en el cine todos los personajes sean blancos o las mujeres existian solo para recibir un castigo, una orden o un trabajo moral o doméstico empiezan a cuestionarse y surgen nuevas conversaciones sobre esas películas que nos representan de manera simple u obsoleta.

Siete novias para siete hermanos ejemplifica, quizá mejor que ningún otro musical, esta ambivalencia: su premisa es a todas luces patriarcal, sus personajes están altamente estereotipados y, aunque seguimos disfrutando de muchos de sus aspectos (la banda sonora ganadora de un Oscar, las grandes coreografías, el inocente sentido del humor o el carácter con el que Milly, interpretada por una fabulosa Jane Powell, reprende al rudo y bobalicón Adam), su caricatura pertenece claramente a otro tiempo. Es cierto que hoy no recibiríamos con los brazos abiertos una película que trata sobre un rapto jovial... eso no es mala señal.

'Siete novias para siete hermanos' (Stanley Donen, 1954)

'Siete novias para siete hermanos' (Stanley Donen, 1954)

Escrita por dos mujeres y un hombre

Antes de continuar, un dato curioso: el guion de la película de Stanley Donen, que donde permanece intacta es en la calidad de sus números musicales, pertenece a tres autores, dos mujeres y un hombre Por un lado, a Albert Hackett y su esposa, Frances Goodrich, que escribieron juntos varias películas románticas, musicales y obras de Hollywood desde que se mudaron a la ciudad en los años 20 (incluyendo el clásico navideño It's a Wonderful Life, de Frank Capra). La tercera guionista acreditada es Dorothy Kingsley, una mujer divorciada, hija de un repartidor de periódicos y una actriz de cine mudo, que entró en el negocio tras padecer un caso agudo de anginas: postrada en su cama, escuchó muchas radionovelas y tuvo claro que ella podría escribir historias mejores.

Era cierto. Kingsley escribió películas como churros, aunque muchas quedasen sin acreditar o fuesen créditos compartidos: es responsable de algunos de los grandes musicales de la MGM (como Kiss Me Kate, basado en La —tampoco muy feminista—fierecilla domada de Shakespeare) y de muchas películas de Debbie Reynolds, Esther Williams o Frank Sinatra. Aunque a día de hoy vuelve a ser sencillo pensar en el cine como una fábrica (con factorías como la Disney-Marvel produciendo series de películas en cadena), el modelo de Hollywood estaba entonces tremendamente organizado y burocratizado: los grandes estudios encargaban guiones pautados a quien estuviese en disposición de escribirlos, cuentos y relatos se empleaban como material para las historias y muchas mujeres, normalmente solteras o divorciadas, pasaban a formar parte invisible de esta cadena de montaje.

'Siete novias para siete hermanos' (Stanley Donen, 1954)

Todo para decir que las películas del viejo Hollywood eran, a la vez, un artefacto en el que intervenían las mujeres más de lo que pensamos y un producto automático que reflejaba los códigos conservadores, las inercias de su época y las estructuras de historias que existían antes que ellas: el trabajo del guionista era, en muchas ocasiones, simplemente el de armar una narrativa bien estructurada que resultase satisfactoria (y, sobre todo, entretenida) para una audiencia ávida de entretenimiento cinematográfico. Había momentos de lucidez, sutileza y enorme belleza, pero también una tremenda inercia histórica y comercial que, con alguna contadísima excepción, no permitían a las mujeres salirse del molde.

La leyenda que inspiró Siete novias para siete hermanos

El guion de Siete novias para siete hermanos es una adaptación del relato The Sobbin' Women, de Stephen Vincent Benét, inspirado a su vez por la leyenda romana del Rapto de las sabinas. El título, de hecho, da nombre a una de sus canciones más pegadizas y recordadas, en las que el personaje protagonista, que se llama Adam, como el primer hombre, utiliza este relato para alentar a sus hermanos para que bajen al pueblo y secuestren a sus futuras esposas.

'Siete novias para siete hermanos' (Stanley Donen, 1954)

'Siete novias para siete hermanos' (Stanley Donen, 1954)

El incidente mitológico, que ha inspirado varias pinturas desde el Renacimiento, habla de un grupo de hombres de Roma que realizaron un secuestro en masa para poblar la región de mujeres: a la cuidad, como el pueblo de montaña en el que viven los personajes de la película, le faltaba población femenina. En la historia, como en la película, las mujeres no son objetos del todo pasivos: ponen condiciones y se abstienen de realizar trabajos domésticos, convirtiéndose en gobernantes de la casa. Más adelante, cuando los hombres se levantaron para ir a recuperar a sus mujeres, estas se encargaron de pacificar el conflicto.

Qué nos dice la película sobre el género

'Siete novias para siete hermanos' (Stanley Donen, 1954)

'Siete novias para siete hermanos' (Stanley Donen, 1954)

Lo que peor ha envejecido de la película son los rígidos roles de género que sustentan tanto el romance como el sentido del humor y la caracterización de sus personajes: Siete novias para siete hermanos es la historia de siete hombres rudos de buen corazón que aprenden a ser gobernados por las mujeres, inteligentes y sensatas, que se han subido de las montañas. Ellos son como niños; ellas, como madres. La estructura es, efectivamente, tradicionalmente sexista, aunque la película se asegura de no ser impositiva y violenta: reprende con condescendencia las acciones de los hombres y convierte el rapto múltiple de las seis jóvenes en un dulce malentendido; al final y al cabo, todos los amores eran correspondidos desde el principio.

'Siete novias para siete hermanos' (Stanley Donen, 1954)

'Siete novias para siete hermanos' (Stanley Donen, 1954)

Milly es muy buen ejemplo, en ese sentido, de cómo el cine a menudo construye personajes femeninos fuertes sin desafiar la norma patriarcal (y se convierte, así, en una maquinaria muy conservadora): la joven interpretada por Jane Powell no se rebela contra la institución matrimonial, aunque planta cara a sus padres para elegir el marido que a ella le gusta. No se rebela contra el hecho de cocinar para un hombre, aunque se niega a ser la sirvienta de sus hermanos. No desdeña el trabajo doméstico, pero quiere que la elijan por amor y reprende a su marido. “Tú crees que una mujer es solo una cocinera y una limpiadora, no tienes entendimiento, no tienes sentimientos", le espeta, y tras el rapto de las sabinas se aloja con ellas en una cabaña protegiéndolas de la barbarie y castigando a los bienintencionados secuestradores.

Siete novias para siete hermanos es una película de 1954 ambientada en 1850 que reescribe una fábula mitológica sin apenas tocarla: no trata a sus mujeres con odio ni con violencia, pero no imagina un futuro diferente para ellas. El musical representa, en todo su alegre escapismo, lo naturalizados que tenía la audiencia los códigos machistas en el cine de Hollywood: su complaciente final (en el que todos los pecados expían gracias a una boda y las seis novias se traspasan como bienes de consumo), era la definición oficial de la felicidad.