¿Quién se quedó con el dinero de Parchís?
- Los miembros de Parchís fueron engañados y no recibieron todo el dinero que les pertenecía
- Pasaban meses alejados de sus familias sin ningún control adulto
- Descubre qué ha sido de ellos ahora
Esta semana Lazos de sangre ha reunido a las fichas más míticas de nuestro país, los integrantes de Parchís. ¿Quién no ha cantado y bailado sus canciones? Éxitos míticos de nuestra infancia que nos llevan de vuelta al pasado una y otra vez. Sin embargo, lo que para nosotros son recuerdos alegres y felices, para ellos son una maraña de sensaciones. Tino, Gemma, Yolanda y Frank han hablado durante el documental de sus años como Parchís y de una de las preguntas más recurrentes en sus vidas: Si generaban tantos beneficios, ¿quién se quedó el dinero de Parchís?
¿Quién les engañaba?
Es imposible que después de ver las ventas que producían sus discos, las giras que tenían que realizar y sabiendo que rodaron varias películas, te digamos que apenas percibieron la mitad de lo que debían. "Nosotros llenábamos estadios, batíamos récords de asistencia. Fue como dicen The Rolling Stones españoles de los años '80. Fuimos la gallina de los huevos de oro, solo que nosotros éramos la materia prima que es lo que se paga peor en el mercado", cuenta Frank Díaz, más conocido como la ficha azul. Para él y el resto de sus compañeros no hay dudas de quien se quedaba con los beneficios, pues con el paso de los años fueron descubriendo una serie de engaños que la discográfica Belter llevó a cabo.
"El problema de Parchís fue que el grupo fue creado por una casa de discos que era dueña absoluta de todo: nombre, nuestras caras, el concepto…", explica Yolanda Ventura, la ficha amarilla de Parchís. Sabiendo esto no es difícil imaginar que la discográfica quisiera sacar el máximo partido de su gran invento y se aprovechó de ellos año tras año, de unos niños que solo tenían la ilusión de cantar y bailar y de unos padres que no entendían cómo era este mundo que de repente les daba suficiente dinero para mejorar su nivel de vida, pero no todo el que realmente les pertenecía.
No es una práctica poco común entre las discográficas como nos cuenta el periodista musical Santiago Alcanda que da cuenta de que "Belter se aprovechó de Parchís como cualquier discográfica se ha aprovechado de los artistas". Según el periodista, en sus cuarenta años de profesión no ha conocido una discográfica que no haya abusado de sus artistas.
Así eran sus trucos y engaños
¿Cómo era posible? Parchís no tenía un manager propio, su manager era de la propia compañía. El manager pertenciendo a la productora buscaba el beneficio de la misma, que también le aportaba unos claros aumentos a él a final de mes. "El tejemaneje era que se quedase todo donde a ellos les interesaba", dice Tino Fernández, la ficha roja.
Un trabajo a veces de dieciséis horas diarias, con rodajes por la mañana y actuaciones por la tarde y en fin de semana, con viajes durantes meses alejados de sus familias sin más compañía que la del representante que ya hemos mencionado y con una roadmanager, que se encargaba de las labores de vestuario, alimentación y demás. Un trabajo que hoy no se habría permitido, pues la explotación infantil está controlada por ley y rigurosos protocolos, pero en aquel momento no había tanto control y algunos de los miembros de Parchís llegaron a estar tres años sin ir al colegio, como fue el caso de Gemma Prat, la ficha verde.
La ficha más querida de Parchís ha contado también cómo vivieron en sus casas su éxito y su difícil trabajo: «Mi madre hubo muchas veces que me quería sacar del grupo. Le decía a mi padre: "Vamos a sacarla", "Yo no puedo que se vaya tanto tiempo, tan lejos". Mi madre era la única que no podía venir al aeropuerto a despedirme y sé que lo pasaba mal, lloró mucho». Una reacción normal si tenemos en cuenta que los padres debían quedarse en España atendiendo sus trabajos y al resto de sus hijos y que pasaban meses separados de sus hijos, sin poder hablar con ellos durante semanas porque, como nos han contado en el documental, en aquel momento las llamadas eran a cobro revertido y costaba bastante dinero. Por lo que una vez a la semana uno de los miembros de Parchís llamaba a sus padres y ellos informaban al resto de padres. Una etapa muy diferente a la que vivimos ahora que estamos conectados casi 24 horas con nuestros seres queridos a través de aplicaciones de mensajería instantánea o con una simple llamada a un teléfono móvil.
¿Dónde están los beneficios?
Esto se agravaba en casos especiales, como cuando grabaron una película en las Cataratas de Iguazú y salió un bulo de que uno se había caido por la catarata. "Salió en una revista aquí en España y tuvimos que llamar corriendo a los papás, para decir que no había caído nadie, que estábamos todos bien y que era un bulo", cuenta Gemma, quien parece ser la más afectada por aquellos sucesos.
Estos inconvenientes no se mitigaban con la llegada de los beneficios a casa, porque según pasaba el tiempo era cada vez más evidente que percibían menos dinero de que debían. Los padres comenzaron a quejarse porque cobraban menos de lo que les tocaba y llegaron incluso a poner un abogado. Un hecho que han comentado todos bastante indignados, pues finalmente el abogado "nos estafó porque llegó a un acuerdo con la compañía". "Parchís generó lo que sería ahora 5 millones de euros, pero a nosotros no nos ha llegado ni 0,001%", remata Yolanda Ventura.
Dobles contratos y una cadena de compradores y vendedores que ayudaban a esconder las cifras de ganancias finales, ayudaron a que esta estafa fuera posible. ¿Dónde está el dinero? ¿Quién se quedó el dinero? Ahí se queda la gran pregunta. Más tarde la discográfica Belter se declaró en bancarrota y eso precipitó el final de Parchís, pero desde luego lo que está claro es que Parchís no tiene el dinero. Gemma deja claro que ella es una persona normal y que, a pesar de todos los éxitos y del dinero que debería haber tenido, "tuve que hipotecarse al comprarse un piso como todo el mundo".
Sea como fuere, Tino no quiere dejar espacio al rencor: «Eso ya no se puede cambiar. ¿Qué me queda a mí? Me deja un montón de cosas invaluables, que no se pueden medir en dinero, en cuanto a mil cosas mucho mucho más importantes y lo demás, el que se lo haya quedado, que lo disfrute».