Yamamoto, el experto jugador de póquer que destruyó Pearl Harbor
- El ataque a Pearl Harbor, en el que Estados Unidos perdió parte de su flota y a más de dos mil marinos, fue diseñado por un antiguo estudiante de Harvard
- El almirante Yamamoto conocía perfectamente sus posibilidades: se había enganchado al póquer en Norteamérica y se opusó al ataque pero lo llevó a cabo
- El documental de David Korn-Brzoza, 'Pearl Harbor, el mundo en llamas', hoy en Documaster a las 22h en La 2 y disponible en RTVEPlay
Tras más de dos años estudiando en la Universidad de Harvard, el joven Isoroku ya les había calado. Conocía bien a los norteamericanos, sus sueños, sus proyectos, su forma de vivir y pensar. Veinte años más tarde, en 1941, era el almirante al frente de la flota japonesa. Isoroku Yamamoto, absolutamente contrario a provocar la guerra contra los Estado Unidos, diseñó la destrucción de Pearl Harbor, en la bahía de Oahu, en Hawái.
Imaginativo y perspicaz
Yamamoto entró en la Academia Naval de Japón con 17 años. Con 21 tomó parte en guerra rusojaponesa con el grado de alférez y en una batalla en el Mar Báltico perdió dos dedos de la mano izquierda. Conocedores de sus capacidades, sus superiores le enviaron a Harvard.
Allí, en las horas libres, sus compañeros de la Facultad de Economía le enseñaron a jugar al póquer. Un juego de cartas que precisa pensar de forma lógica y conocer bien al oponente, que premia a quien valora las posibilidades y castiga a quien actúa impulsivamente o confiando solo en la suerte.
Sus amigos estaban al tanto de su gran inteligencia y curiosidad, pero Isoroku Yamamoto les dejó asombrados por su gran fuerza mental, una estructura psicológica que le permitía salir airoso de los momentos complicados, un jugador muy imaginativo y perspicaz.
Le habían adiestrado para igualar, pasar o provocar una acción en el momento justo, pero se volvió imparable. Se enganchó. Se pasaba las noches jugando, fanático de la baraja. Ganó un montón de dinero en la mesa de póquer y no lo gastó. Lo guardó para el verano y recorrió Estados Unidos en autoestop. Isoroku Yamamoto les seguía conociendo y analizando.
El hombre que conocía el tapete y sus cartas
El sueño de expandir sus dominios por toda Ásia estaba en marcha desde 1894. Japón necesitaba materias primas para abastecerse y las incursiones militares en el Pacífico se sucedían. Manchúria, la China Continental; Corea, Taiwan y otras islas estratégicas... En 1940, el ejército y los políticos japoneses vieron su gran oportunidad: aliarse con Alemania e Italia. Tokio firmó la alianza del Eje tripartito, eran los que iban a dominar el mundo y a Japón le correspondía una gran parte del pastel.
Como Francia estaba ocupada por los nazis, el ejército japonés ocupó los dominios franceses en Indochina. Inmediatamente, los Estados Unidos actuaron ante esta afrenta e impusieron un bloqueo a Japón que le impedía importar.
¿Cómo podían ahora conservar los territorios conquistados? ¿Cómo continuarían sus campañas militares contra Inglaterra y los Países Bajos para expandirse todavía más por el Pacífico?
Políticos y militares al mando en Tokio se envalentonaron. El ministro de guerra Hideki Tōjō exigió atacar. Exigió golpear primero para golpear más fuerte. Y la tarea de llevar esta misión a cabo correspondía al almirante Isoroku Yamamoto.
Yamamoto estudió los mapas, reunió toda la información posible y planeó el ataque. Pero tenía las ideas muy claras, las posibilidades, la mano propia, la del contrario, la mesa de juego se dibujaba clarísima ante él. Afirmó que 'en los primeros seis o doce meses de guerra contra los Estados Unidos y Gran Bretaña lograré una victoria tras otra. Pero si la guerra continua tras ese tiempo, no espero ganar".
El ataque sorpresa y sin previa declaración de guerra se lanzó el 7 de diciembre de 1941. Dos raids aéreos con 353 aviones japoneses sobre Oahu que dañaron o destruyeron 8 acorazados, 3 cruceros, 4 destructores, un dragaminas y 319 aviones. Murieron 2.403 personas. Japón, con 135 muertos por los disparon de los antiaéreos, salió victorioso. El almirante Yamamoto fue nombrado héroe en su país.
Apenas dos años más tarde y por expreso deseo de la Casa Blanca, se llevó a cabo la Operación Venganza para terminar con la vida de Yamamoto. Los escuchas del ejército norteamericano lograron identificar un mensaje en el que se indicaba el día y la hora que visitaría las bases japonesas en las Islas Salomon. Los cazas nortamericanos dispararon a su avión. Isoroku Yamamoto murió con 59 años y en Tokio se le rindió un funeral de estado.
Como en el póquer, el hábil marino intentó echar de la partida al mejor jugador, pero sabía que Japón jamás podría ganar a los Estados Unidos por su determinación, su superioridad numérica y su gran capacidad industrial. El experto en naipes ni siquiera confió en la suerte. Él sabía que con malas cartas, la suerte no existe.