Literatura New Weird: el futuro es de los raros
Noticia Página Dos
- Este género experimenta con las fronteras de la ciencia ficción, lo fantástico y el terror
- Página Dos entrevista a una de sus voces clave, Carmen María Machado
- Una generación de escritoras lidera y expande el movimiento
Nadie sabe a ciencia cierta cuándo nace un género literario, pero el origen del New Weird se fecha a finales de los noventa. El epicentro se localiza en Gran Bretaña. Con el declive de la revista de referencia Interzone se abrió un espacio a la experimentación literaria con la ciencia ficción, fantasía y terror. ¿Por qué esas etiquetas en concreto? El lenguaje de la ficción especulativa es una herramienta única para diseccionar un mundo cada vez más complejo, acelerado y surrealista. En cuanto al origen del nombre (weird significa extraño, sobrenatural), el consenso es la publicación The Weird de Ann y Jeff Vandermeer, una antología de 2011 que ayudó a definir las raíces de lo raro: Lovecraft, Kafka, Shirley Jackson, Borges, Angela Carter, Stephen King, Neil Gaiman o China Miéville.
Página Dos entrevistó esta semana a una autora que ha seguido la estela del New Weird, llevándolo con habilidad a su terreno reivindicativo. Carmen María Machado publicó en 2018 Su cuerpo y otras fiestas (Anagrama), ocho cuentos perturbadores que mezclaban sin complejos realismo mágico, erotismo, ciencia ficción y comedia. En Machado, la sexualidad se mezcla con lo siniestro. En su siguiente novela, En la casa de los sueños, la autora estadounidense vuelve a retorcer los clichés de los géneros literarios para hablar de un deseo perturbado.
El New Weird se niega a presentar la realidad como algo pulcro, controlable y racional. Aborda lo que podríamos llamar la cuarta dimensión posmoderna: equívoca, relativa, incierta. Lo raro se caracteriza por la voluntad de jugar con la realidad. Sus precedentes aparecen a principios del siglo XX, cuando la ciencia nos demuestra que el universo no solo era mucho más grande de lo imaginado, sino también mucho menos seguro. Muchos de los referentes ideológicos (la nacionalidad, el género, la sexualidad) se mostraron ambiguos. El orden social en el que todo el mundo sabía cuál era su lugar (y se resignaba a él) estaba a punto de ser sustituido por una visión líquida más compleja.
Otras escritoras con aproximaciones interesantes a lo weird son la argentina Samantha Schweblin, que reedita ahora Distancia de rescate y publicó hace tres años Kentukis (ambas en Lit. Random House), una reflexión sobre la soledad, las redes sociales y la inercia a formar parte de cualquier tendencia mayoritaria.
Elvira Navarro (La isla de los conejos), Cristina Sánchez-Andrade (El niño que comía lana), Fernanda Melchor (Temporada de huracanes, Páradais) o la venezolana Michelle Roche Rodríguez (Malasangre) también escriben sobre extrañas criaturas, laberintos mentales y sombras cotidianas. La obra más reciente la firma la rusa Anna Starobinets, que acaba de publicar Tienes que mirar (Impedimenta), una memoir que explica un trauma silenciado.
La lista de recomendadas no puede acabar sin Mariana Enriquez, libre y fascinante, una narradora que sabe cautivar y llevar al lector donde le da la gana. Lo demuestra en Cosas que perdimos en el fuego, Nuestra parte de noche o Alguien camina sobre tu tumba, todas publicadas en Anagrama.