Emily Dickinson, entre epístolas, poesías y hierbas
- Nos sumergimos en parte de la obra de la poeta
- Recordamos una de las cartas que escribió a Susan Gilbert
- Conocemos el Herbario que tradujo Eva Gallud
“Emily Dickinson es una de las voces más intensas de la poesía americana del siglo XIX”, contó el escritor y periodista Gonzalo Ugidos en su espacio Vidas contadas de Radio 5. La poeta nació en “una familia poderosa y rica” el 10 de diciembre de 1830 en Massachusetts, Estados Unidos. Su padre fue senador y su madre fue una enferma crónica. “En su infancia aprendió latín leyendo La Eneida durante años. Cuando a los 17 acababa de matricularse en la Universidad, enfermó y ya nunca retomó sus estudios”.
Se encerró en su casa familiar y “se convirtió en una agorafóbica crónica”. “Sufría en los espacios públicos, pero hay un puñado de cartas dirigidas a alguien a quien llama maestro, en las cuales parece estar dirigiéndose a un amante masculino. Desconocemos la identidad de ese destinatario. Algunos biógrafos sospechan un affair entre la poetisa y el editor Samuel Bowles, otros hablan del juez Otis Lord, amigo del padre; algunos otros refieren eventuales amores lésbicos. Han sobrevivido sus cartas a una maestra de escuela llamada Susan Gilbert, pero no las cartas de ésta que fueron quemadas por la familia Dickinson”.
“La voz de Emily Dickinson tiene como primera virtud su originalidad, sus versos resultan inconfundibles. Dickinson sólo se parece a sí misma. Los pequeños momentos de la vida y los asuntos mayores de la sociedad en el contexto de la Guerra de Secesión adquieren una extraña tensión. Cuando murió de una nefritis a los 56, sólo había publicado siete de sus poemas. Poco después se publicaron tres colecciones póstumas”.
Las epístolas a Susan Gilbert
En el programa de Radio Clásica Postdata leyeron una de las cartas que Emily Dickinson escribió en 1860 a Susan Gilbert, que recordaban que también fue su cuñada:
“Están limpiando la casa hoy, Susie, y he hecho un rápido bosquejo de mi cuarto, donde con afecto, y contigo, pasaré mi hora preciosa, la más preciosa de todas las horas que marcan los días al vuelo, y el día tan querido, que por él cambiaría todo, y tan pronto como pase, suspiraré otra vez por él. No puedo creer, Susie querida, que casi he permanecido sin ti un año entero”.
“Los últimos quince años de su vida directamente se recluyó en su habitación y los familiares y las pocas visitas que recibía tenían que hablarle a través de la puerta. Una puerta que ella no abría jamás. Bueno, con alguna excepción, como la de su cuñada Susan Gilbert”, contaba la presentadora de este programa, Silvia Pérez Arroyo. “Una carta llena de amor, sea del tipo que fuera. Lo importante es que este amor entre ellas era auténtico, intenso, apasionado y le dio alas para escribir algunos de sus mejores poemas”.
En tierras silvestres
Herbario de Emily Dickinson se trata de “una selección de unos poemas que hablan de elementos de la naturaleza y sobre todo silvestres”, explicaba la escritora Ana Rossetti en Jardines en el bolsillo. “Incluye un herbario que ella hizo cuando estaba de estudiante en la academia”, antes de que se encerrara en su casa. Lo elaboró entre 1939 y 1946. “Han sido extraídos de su obra general porque ella no articuló ningún libro ni ninguna entrega de poemas”.
“Para elaborar este libro, primero hice una lectura de la obra completa para ir seleccionando los poemas en los que hablaba de plantas, de flores, de árboles. Luego para completarlo, el editor se puso en contacto con la Universidad de Harvard con la remota esperanza de que nos dejaran utilizar el herbario digitalizado de Emily Dickinson. Nos dieron el permiso para usarlo y así fue como cómo ha surgido esta edición tan bonita”, así lo contaba la traductora Eva Gallud en Jardines en el bolsillo.