'Sinuhé, el egipcio': por qué el libro marcó a una generación
- La novela de Mika Waltari inspiró la película de Michael Curtiz de 1954
- Un imprescindible para los amantes del género histórico, mezcla con maestría realidad y ficción
- Sinuhé, el egipcio fue el 'crush' de Terenci Moix, cuyas cenizas reposan junto al Nilo
Sinuhé, el egipcio es la novela de cabecera de muchísimos aficionados a la ficción histórica y una de las publicaciones más célebres de nuestro siglo. Decenas de miles de personas la citan como su lectura favorita, en general, y ha mantenido ese lugar de referencia desde su publicación en 1945. Profundo y filosófico, es uno de esos libros que nos transportan al pasado y nos abren las puertas de una apasionante cultura: un cautivador retrato del antiguo Egipto (con sus clases sociales, sus supersticiones, sus conspiraciones, guerras y envidias) y, también, un tratado que atesora valiosas reflexiones sobre el pasado y el presente desde una mirada única y particular.
La novela del finlandés Mika Waltari fue también la más exitosa de las que publicó a lo largo de su vida. Ha sido traducida a cuarenta idiomas y adaptada al cine en 1954, de mano de Michael Curtiz y la 20th Century Fox. Estas son las claves de su éxito.
Una trama que te atrapa
Sinhué, anciano y exiliado en la costa del Mar Rojo, recuerda los eventos de su vida, en la era del faraón Akenatón (1353-1336 a.C.), en esta novela narrada en primera persona. Su voz es cínica, amarga y decepcionada, pero se enfrenta al relato de una vida apasionante: su infancia como huérfano adoptado por un médico, su trabajo como médico de la corte real, su historia de amor con la fabulosa Nefernefernefer, la traición que le rompió el corazón, el exilio, los viajes, su nueva relación romántica con la trágica Merit... La vida de Sinhué atraviesa Egipto, Siria, Creta o Babilonia y, al acompañarlo, nos convertimos en testigos de conspiraciones y traiciones reales, rituales y fugas, tesoros, riquezas, amor y muerte.
Documentación y rigor histórico
Para escribir su novela, Mika Waltari combinó varias biografías del verdadero Sinuhé y de Akenatón, el décimo faraón de la dinastía XVIII de Egipto. Lo hizo tomándose algunas licencias poéticas por el bien de la trama, pero cuidando al detalle su descripción de la vida en el antiguo Egipto: su fascinación por esta época desde que era un niño, alimentada por sus visitas a diferentes museos de egiptología y por sus incontables lecturas, queda reflejada en la novela. Su retrato, que nos transporta a esa época tan ajena a la nuestra, no solo convence a los ingenuos lectores: los expertos en este período histórico han aplaudido el acercamiento de este finlandés a una cultura tan alejada de la suya.
Pensar el pasado para entender el presente
Pese a estar ambientada hace más de 3.000 años, Sinuhé, el egipcio apela en general a la naturaleza humana y a su historia: el conflicto, la corrupción y las fuerzas que se oponen en la novela no son tan distintas de las emociones y circunstancias que operan en nuestros días. Al leerlo, sentimos que el poder ha cambiado de rostro pero no de dinámicas y maquinaciones: perfectamente reconocible desde un prisma actual, la novela, algo pesimista, sirve como espejo de nuestra sociedad.
Aunque, de forma directa, la novela alude al advenimiento de la Segunda Guerra Mundial: Waltari, como Sinhué, había perdido todo idealismo después de trabajar como propagandista en las guerras soviético-finlandesas y de presenciar, poco a poco, cómo la amenaza de Hitler se iba cirniendo sobre Europa. Sabía que la política y el conflicto se construyen a través de medias verdades y que la historia, a menudo, queda relegada a un segundo plano. Por eso contó la de Akenatón: para plasmar la emoción contemporánea de desencanto antibélico y hacer reflexionar a sus compatriotas, y al mundo entero, sobre los cliclos violentos y corruptos de la historia.
La adaptación de 1954
Estando Egipto bajo el gobierno de la XVIII dinastía de los faraones, un pobre huérfano llamado Sinuhé se convierte en un brillante médico que dedica su vida a ayudar a los pobres. Él y un amigo son testigos de un ataque epiléptico del nuevo faraón. Edmund Purdom (Sinuhé) y Jean Simmons (Merit)protagonizan esta adaptación dirigida por Michael Curtiz (Casablanca), que no cosechó todo el éxito esperado para dicha superproducción, pero estuvo nominada al Oscar en 1955 por la fotografía de Leon Shamroy y es un clásico del cine histórico.