Los 5 secretos del Imperio Romano bajo su red de carreteras
- Descubre las grandes ingenierias romanas con realidad virtual y efectos digitales
- ¿Cómo influyó la red de calzadas romanas a las ciudades actuales?
- Este miércoles; a las 23:00 horas, Carreteras en Documaster de La 2
La expresión popular dice que todos los caminos llegan a Roma, pero si hoy se siguen los rastros de las calzadas romanas, probablemente se llegue a un camino sin salida. Tal y como descubriremos este miércoles en el Documaster de Ingeniría Romana: Caminos, a pesar de que la red de carreteras del Imperio romano cruzaba casi medio mundo, hoy muchos de sus vestigios permanecen sepultados bajo tierra o han sido destruidos por la mano del hombre.
Para el historiador Isaac Moreno, las calzadas romanas se han convertido en las grandes desconocidas de la ingeniería del Imperio. Se ha olvidado que su red es la base fundamental del desarrollo actual de las radiales de autopistas y autovías de muchos países europeos, especialmente en España e Italia, y resulta esencial para entender las estructuras posteriores de los mapas, viajes y transportes.
Su conservación quedó abandonada tras la desaparición del imperio. Las modernas transformaciones territoriales de la agricultura y de las obras públicas borraron todo vestigio de su presencia.
La red más extensa: ¿Qué línea pasa por tu ciudad?
Roma planificó y construyó una red de carreteras con una tecnología y una extensión como ninguna otra civilización había hecho jamás. Atravesando las llanuras, superando las cordilleras y las montañas, elevándose sobre terraplenes o desmontando la roca cuanto hiciera falta para abrirse paso hacia su destino, las calzadas romanas llegaron a tener una extensión de 120.000 kilómetros, repartidos en tres continentes. El equivalente a dos vueltas al mundo.
Demasiado cine para tanto romano
Existe la idea popular de que la superficie de las calzadas romanas era un empedrado de grandes losas, pero no es así. Moreno explica que realidad, las calzadas romanas que conectaban sus ciudades tenían una superficie de gravilla o zahorras.
Si fueran como vemos en las películas, no serían prácticas para los carros y los caballos. La imagen clásica que tenemos de las calzadas romanas sí se corresponde con el aspecto que tenían las vías urbanas, es decir, las calles dentro de las ciudades. Las calzadas tenían una estructura de varios niveles, con una cimentación en la que sí destacan las piedras grandes.
Símbolo de prosperidad
El sistema de vías fue clave para la expansión del Imperio romano. El resultado fue claro: los lugares con más caminos durante el Imperio romano coinciden con con aquellos que hoy tienen más vías, más gente y mayor desarrollo económico. De hecho, el desarrollo que tienen hoy importantes centros urbanos en Europa se debe a la persistencia de una notable infraestructura durante un periodo de 2.000 años.
Impulsaron la tecnología automovilística
Íntimamente ligada a los viajes y a los carros. La red de carreteras ayudó a desarrollar la tecnología de los transpones romanos y los sorprendentes detalles sobre el avanzado diseño, funcionalidad y eficacia de los carros romanos. Sólo así se explica la necesidad que aquella cultura tuvo de las carreteras y el alto grado tecnológico que en su realización alcanzaron. Una de esas técnologias era la de los amortiguadores, los primeros ejemplos eran romanos.
La reina de las calzadas: Appia Antica
La Via Appia Antica fue una de las calzadas más importantes del Imperio Romano. De hecho, se la conocía como Regina Viarum (la reina de las calzadas). Caminar por ella es lo más parecido a introducirse en una máquina del tiempo y aparecer en la Antigua Roma, pues esta calzada fue construida en el año 312 a.C. y alberga mausoleos, catacumbas, restos de villas… Esta calzada unía la capital del Imperio con Capua (cerca de Nápoles) y posteriormente se extendió 400 kilómetros hasta la ciudad portuaria de Brindisi, punto estratégico en el sureste de Italia.