Faros para iluminar un nuevo año
- La Farola de Málaga, símbolo de la ciudad, ha sido declarada Bien de Interés Cultural
- Breve atlas de los faros del fin del mundo se adentra en las historias de los faros más aislados del fin del mundo
- Recorremos la Costa da Morte por el Camiño dos Faros
Hace unos días, el Ministerio de Cultura declaraba Bien de Interés Cultural a la Farola de Málaga, una linterna que lleva dos siglos alumbrando el puerto de la ciudad. Echamos un vistazo a esas construcciones esbeltas que han evitado tantas desgracias en el mar.
En El gallo que no cesa, hablamos de faros, de las historias que guardan y de su belleza. Nos acercamos primero a Málaga, después ojeamos las páginas de Breve atlas de los faros del fin del mundo y terminamos recorriendo el Camiño dos Faros en la Costa da Morte, en Galicia.
La farola del puerto de Málaga, un faro con nombre de mujer
En España existen dos farolas marineras: la Farola del Mar, en Tenerife y la Farola del Puerto de Málaga, un edificio que se ha convertido en símbolo de la ciudad. El profesor y académico Francisco Cabrera explicaba en el programa Españoles en la mar que "siempre ha ocupado un lugar singular en todo tipo de celebraciones, en especial a lo largo del siglo XX".
La Farola se inauguró en 1816, pero su historia se remonta tiempo atrás. En el siglo XVIII ya había un sistema que servía de guía a los marineros que se acercaban a Málaga, una construcción de madera que enviaba las señales desde el puerto.
Una vez que se construyó el actual muelle Viejo, el ingeniero Joaquín María Pery y Guzmán se encargó del diseño de este singular faro. Desde hace unos cuantos días, la Farola de Málaga es BIC, Bien de Interés Cultural, y sigue hablando, tras más de dos siglos de historia, de la relación de los malagueños con el mar.
Faros remotos alrededor del mundo
Algunos faros se ubican en grandes ciudades y otros, en lugares remotos. De estos últimos y de sus historias habla José Luís González Macías en Breve atlas de los faros del fin del mundo, de Ediciones Menguantes.
El libro, que toma prestado el nombre de El faro del fin del mundo de Julio Verne, recopila las historias de 34 faros que tienen una característica común: su aislamiento.
En ellos "se producen situaciones un poco dramáticas o de tensión especiales, porque ese aislamiento favorece que ocurran cosas no habituales, que no pasan en otros lugares" afirma el autor.
Algunas de estas linternas destacan por sus historias, otras por la arquitectura. Un ejemplo es el faro de Adziogol, en Ucrania, construido en acero a comienzos del siglo XX. "Es una obra maestra de la arquitectura civil (...) Parece una especie de cesta de mimbre que en realidad es de acero. Se puso en marcha en 1911 y el faro sigue funcionando, ahora automatizado”.
En este libro se recopilan faros de todos los continentes, pero también se habla de dos españoles. Uno de ellos es el antiguo faro de la isla de Buda, en el delta del Ebro, y el otro el de las islas Columbretes, un archipiélago a unos 50 kilómetros de la costa que pertenece al municipio de Castellón. José Luis González Macías nos cuenta que este archipiélago volcánico está formado por "islas tan pequeñas que quedaron relegadas para refugio de piratas y contrabandistas durante muchos años".
A mediados del siglo XVIII, en la isla más grande, la isla Grossa, se levantó aquí un faro. La construcción estuvo llena de dificultades porque el terreno estaba "plagado de víboras y escorpiones y por eso decidieron enviar a reos para que hicieran ese trabajo". Una vez finalizado, llegaron a Columbretes los fareros y sus familias; hoy en día acuden turistas que quieren visitar esta reserva marina de gran valor geológico y natural.
Todas estas historias se recopilan en este libro que además tiene una edición muy cuidada, con ilustraciones preciosas, tanto la de los faros como las de las cartas naúticas.
El Breve atlas de los faros del fin del mundo sirve además como homenaje a una profesión que, con el avance de la tecnología, está desapareciendo.
El Camiños dos Faros, un paraíso para senderistas en Galicia
Terminamos nuestro recorrido caminando por el Camiño dos Faros, en la Costa da Morte gallega. En este litoral abrupto ha habido muchos naufragios y por lo tanto los faros han tenido una importancia enorme. “Hay faros espectaculares: el faro Vilán, faro Fisterra o cualquiera de los ocho faros por los que pasa la ruta son espectaculares” afirma Traski, portavoz de la asociación Camiño dos Faros.
Estos ocho faros están conectados gracias a una ruta senderista de 200 kilómetros que surgió hace unos cuantos años a iniciativa de un grupo de amigos. "Los trasnos somos cuatro amigos que estábamos un día en Malpica mirando hacia el mar y dijimos: ¿Será posible unir Malpica con Fisterra por el borde del mar?. Comenzamos a caminar y lo acabamos uniendo".
El resultado es una ruta costera llena de magia que recorre playas y acantilados, pasa por pueblos marineros, llena de historia y que nos regala vistas al Atlántico a cada paso. Cada senderista que pone un pie en el camino se convierte en trasno, un ser de la mitología gallega, símbolo del Camiño dos Faros.