Rocío Molina: "El baile es donde hago justicia, donde me duele y me sano"
- Atención Obras charla con la bailaora y coreógrafa sobre su nuevo espectáculo
- Trilogía sobre la guitarra puede verse en Las naves del Español, en Madrid
- Ganadora del León de Plata en la Bienal de Danza de Venecia 2022
Libre, una palabra sencilla y poderosa que define a la coreógrafa Rocío Molina, reciente ganadora del León de Plata en la Bienal de Danza de Venezia, una de nuestras artistas con mayor proyección internacional que esta semana visita Atención Obras. La malagueña, Premio Nacional de Danza (2010), ha estrenado en Las Naves del Español, en Madrid, su espectáculo Vuelta a Uno que cierra la Trilogía sobre la guitarra compuesta por Inicio (Uno) y Al fondo riela (Lo Otro del Uno).
Tres espectáculos independientes en los que la artista, junto a guitarristas como Yerai Cortés, Eduardo Trassierra o el gran maestro y virtuoso Rafael Riqueni, ofrece un detenido estudio sobre la guitarra, la expresividad del instrumento y su comunicación con el cuerpo. "El ha sido la guitarra de mis sueños y la que ha acompañado toda mi vida", confiesa Molina.
"Redescubrir el cuerpo desde su sonoridad, desde su guitarra, desde esa fragilidad y desde esa admiración fue como volver a sentirme niña, fue volver a la infancia. Un abrazo muy amable", asegura. La artista, que acaba de ser madre, reconoce que el proceso de la maternidad ha cambiado su forma de enraizarse en el baile. "Cambia la forma de bailar, hay un peso en las caderas diferente, hay un arraigamiento a la tierra diferente", apunta.
Un viaje de luces y sombras
Su Trilogía sobre la guitarra es una viaje que comenzó hace años y que ha tenido muchas fases para la artista. "La primera obra es una obra muy tensa, pero no oscura, difícil de transitar emocionalmente. Ahora, después de tres años de creación, es más fácil de mirar", comenta Molina que, también, reconoce que esta ha sido su primera crisis como artista.
Transgresora y rompedora
Molina tiene un aspecto poco flamenco, pero eso no le ha impedido nada. De hecho, le ha permitido romper tabúes, afirmar una identidad. En Cuando las piedras vuelven estuve zapateando durante 20 en sujetador y bragas para que se viese eso que esconden las faldas flamencas, que las carnes y las tetas botan de forma natural debajo de las telas. "Esto me ha dado un aprendizaje de paciencia muy grande, una identidad muy independiente, de no necesitar esa aprobación, que al principio nunca tuve. Para mí la pureza es la honestidad contigo misma", asegura.