Jaime Martín: "Llevo poco tiempo dirigiendo, pero toda mi vida haciendo música"
- Jaime Martín es Director Titular de las Orquestas de Suecia, Los Ángeles, Irlanda y Melbourne
- En Atención Obras hemos charlado con él sobre toda su carrera, empezando como flautista, hasta la actualidad que es director
- Además, la Orquesta Nacional de España le ha nombrado Principal Director Invitado esta temporada
A Jaime Martín no se le entrevista. Desde el primer momento que entra en la habitación, tan simpático y con esa personalidad arrolladora, ya sabes que eso no va a ser una entrevista: es una charla entre amigos, aunque ambos no nos hubiéramos visto nunca antes en la vida. “Vamos a hablar de tus orígenes, tu trayectoria, tu carrera internacional…” le digo. “Tu habla, yo te sigo”, me contesta. Y con solo empezar la primera frase, ya veo que es un comunicador nato. Con sus gestos y su mirada ya transmite su pasión por la música y el amor por su profesión.
Es el mayor de seis hermanos y nadie en su familia ha estudiado música. Pero a su padre le gusta la música y le llevó a un concierto en el Festival de Santander cuando él tenía 8 años. A esa edad no le interesaba nada la música, pero una vez ahí descubre antes sus ojos y sus oídos la maravilla que es la escucha musical. “Empezó el primer acorde, quinta sinfonía de Tchaikovsky, y me encontré con lágrimas en los ojos. He pensado muchas veces por qué, qué es lo que me impactó de ese momento. Y yo estoy seguro de que no fue la música, yo creo que lo que me impresionó fue el sonido de una orquesta en directo: estar yo allí y de repente cien músicos. Y desde ese momento ya nunca pude dejar de pensar en la música y les tuve que decir a mis padres que quería empezar a aprender un instrumento”.
Y se decidió por la flauta. “La razón por la que escogí la flauta es que yo quería tocar el violín. Y en Santander estudiar violín solo era posible con clases privadas y yo no quería que mis padres pagaran por clases particulares. Así que me enteré que el Ayuntamiento tenía una banda municipal y una escuela y ahí podía tener clases de flauta gratis. Y allí me fui yo con 9 años.”
Pasaron unos años y vivió su particular aventura adolescente. A los 15 años empezó a estudiar en Madrid con Antonio Arias, que era el primer flauta de la Orquesta Nacional de España. Una vida de estudiante difícil, pero a la vez muy intensa y motivadora. “Yo vivía en Santander, entonces la única manera de venir los viernes a la clase de las 4 de la tarde era coger un tren correo que salía el jueves a las 11 de la noche y llegaba a Madrid a las 8 de la mañana. Entonces tenía que hacer algo en Madrid entre las 8 de la mañana y las 4 de la tarde y me iba a la calle Preciados y me ponía a tocar la flauta. Me servía para practicar antes de mi clase y sacaba suficiente dinero para tomarme un bocadillo de calamares en los bares de la calle Arenal”.
Desde el principio de empezar con la música tenía en su cabeza la idea de dirigir. Su padre le contaba historias de cuando él era joven e iba a los conciertos en Santander y veía a Ataúlfo Argenta. “Mi padre me hacía los gestos con las manos, él le imitaba haciendo lo mismo o, mejor dicho, su impresión de lo que hacía Argenta. Y escuchábamos sinfonías en casa y él se ponía a dirigir el disco y yo también. Era una especie de discoteca clásica”. Y, ya más en serio, de alguna manera siempre quiso estar cerca de la dirección.
Acabó sus estudios y se fue a estudiar a Holanda, al Conservatorio de La Haya. Ahí continuaba sus estudios de flauta y empezó a estudiar dirección. Pero lo dejó pronto, porque, como músico de orquesta, tuvo la suerte de empezar a tocar pronto con directores increíbles: Claudio Abbado y Zubin Mehta, entre otros. “Entonces yo pensaba, ‘si dejo de tocar la flauta y me dedico a dirigir, nunca voy a poder trabajar con ellos’. Y disfruté tanto tocando en orquesta que se me olvidó la idea de dirigir y siempre he sentido que he estado en la mejor clase de dirección que podía haber, que es estar trabajando con estos directores delante”.
Hace 13 años ya tuvo su primera oportunidad de dirigir una orquesta de jóvenes. Y lo hizo sin ninguna pretensión, sin pensar en que eso era el principio de nada, solo por hacer algo distinto. Y a partir de ahí, cosas de la vida, casi sin quererlo, se encontró con que una orquesta en Suecia le ofreció ser su director titular. En ese momento era el primer flauta de la Orquesta Filarmónica de Londres y cuando esta orquesta en Suecia le ofrece ser director, dejó su trabajo en Londres.
Esto fue hace ocho años. Ahora es director titular de la Orquesta Sinfónica de Gävle. Y este año 2022 será el director titular de la Orquesta sinfónica de Melbourne y principal director invitado de la Orquesta Nacional de España. “Todo ha sido de una manera muy orgánica. Si hubiera querido ser director, seguramente no hubiera funcionado, pero ha sido un proceso natural”.
Como director, su labor es sugerir lo que quiere que pase y cómo quiere que todo suene. Y la única manera de encontrar un camino común es que haya confianza y comunicación entre todos los músicos. “Una orquesta es como la vida misma, conoces gente y puedes conectar mejor o peor. Y la verdad es que tengo un respeto inmenso por cada músico en una orquesta. Cada músico tiene sus ideas de cómo le gustaría la música. Y mi trabajo como director es intentar enfocar la energía de cada músico y ponerla junta en una dirección determinada. Y esa dirección la marco yo, no es ni mejor ni peor, pero es necesario que haya un director, porque con 80 o 100 personas, cada una con sus ideas, el proceso sería muy lento. Alguien tiene que poner orden. Yo les digo ‘lo vamos a hacer como me gusta a mí, que por eso me habéis invitado’”. Y ríe.
En ese acto común que es la escucha de un concierto, evidentemente, el público tiene también un papel muy importante. “No te puedes imaginar el primer concierto que hice con público tras la pandemia. De repente ves que tiene sentido. Es cuando de verdad te das cuenta de que los artistas sin el público no tienen sentido. Esa energía que los músicos tenemos en el escenario, de alguna manera, que no te puedo explicar, se junta con la energía del público y, no sé por qué, la sientes”.