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La enfermedad olvidada

El dolor crónico: la enfermedad incurable

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  • El dolor crónico afecta a una de cada seis personas
  • La llamada "enfermedad invisible" se ha disparado el consumo de analgésicos opiáceos
  • El domingo, a las 22.30 horas en el Canal 24 Horas, un reportaje de REPOR

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Repor - La enfermedad invisible

El dolor crónico afecta a una de cada seis personas en España. Es un 17% de la población que tiene dolor neuropático, artrósico o músculo-esquelético relacionado con enfermedades como son migrañas o lumbalgias, entre otras. Aparentemente, parecen dolencias "cotidianas",  pero comportan un gran impacto económico en bajas anuales: son 16 millones de euros al año que suponen un 2,5% del PIB. Pese a estas cifras el dolor crónico sigue estando infratratado.

Leonor Pérez de Vega lleva media vida soportando fuertes dolores. Una neuralgia del trigémino, que le provocó una extracción de la muela del juicio, le hace imposible masticar y hablar.  Intenta distraer su dolor con la fotografía y la escritura. Es autora de un blog y de un libro que lleva por título El dolor si tiene nombre con el que reivindica que detrás de cualquier diagnóstico de dolor crónico hay personas como ella, que no quieren ser invisibles y tienen un nombre.

Un beso duele

A su pesar, se ha convertido en una de las voces más reconocidas al hablar del dolor: "Lo más significativo, un beso duele. A mí el dolor se me irradia en toda la zona de la cara, en la mejilla sobre todo al hablar y al comer".

"Con cada tratamiento que falla es un duelo que haces, cuando ves que fracasa la mente es lo primero que cae por qué el cuerpo cede, pero la mente va con ella. Hay que pedir ayuda el psicólogo como las pastillas es el bastón en el que nos apoyamos", explica Pérez de Vega sobre lo que siente.

4 millones de españoles sufren migraña

Raquel Bretón sufre desde los cinco años fuertes dolores de cabeza, migrañas que en su edad laboral le han obligado a pedir en más de una ocasión la baja. "Este dolor no avisa, llega de repente", explica Raquel.

"Vomitas, un par de horas, te acuestas, vas al baño, te vuelves a acostar y es verdad que la intensidad baja. Empiezas a sudar, te lagrimea el ojo se te cierra y ya cómo no puedes abrirlo tienes que ir a urgencias. Una vez ahí te ponen un anestésico y oxígeno y más o menos te calmas, pero el dolor sigue lo que pasa es que baja la intensidad. Y así un día tras otro", relata Raquel sobre su dolencia.

Le han diagnosticado una cefalea de Horton y gracias a los nuevos medicamentos inyectables, que se infiltra, ha recuperado su calidad de vida.

Las migrañas no están bien tratadas, en la mayoría de casos y producen discapacidad

El neurólogo, Jaime Rodríguez Vico, de la Fundación Jiménez Díaz afirma que "ningún tratamiento ha demostrado curar la migraña crónica" y advierte que "las migrañas y las cefaleas tensionales producen más discapacidad que enfermedades cerebrovasculares que son la estrella de la neurología en cuanto a discapacidad. Sería la primera enfermedad neurológica en discapacidad global".

Para el doctor Jaime Rodríguez Vico, el gran problema de las migrañas, es que no están bien tratadas en la mayoría de casos: "Pacientes que necesitan un tratamiento, no lo tienen. Y en cuanto a los triptanes, que es el fármaco para el tratamiento sintomático, la gran mayoría de pacientes no lo tienen, pero es que el médico de cabecera no se lo pone o incluso el neurólogo. Al final este hueco lo están ocupando las unidades de cefalea, pero obviamente no podemos abarcar toda la población por la migraña que afecta entre un 12 y 15% de población y es una barbaridad".

El dolor crónico ha disparado el consumo de analgésicos opiáceos que antes se prescribían para enfermos oncológicos y paliativos.

El incurable dolor crónico se ha intentado eliminar recetando "opioides". Este remedio, habitual en pacientes oncológicos, se ha extendido a los que no sufren cáncer por su rapidez y efectividad. La prescripción de este analgésico, que ha aumentado en España un 30% en los últimos cinco años, está sacando a la luz sus efectos secundarios: la dicción a los opioides con receta.

Durante once años, Carmen López estuvo medicada con opiáceos, el famoso Fentanilo en forma de parches, piruletas o pastillas sublinguales. De dos pastillas al día llegó a tomar 10 para combatir su dolor en la pierna y no faltar al trabajo.

Ella asegura que al principio el medicamento le fue muy bien y nunca ningún médico le advirtió sobre una posible adicción: "Cuando llegué a la unidad del dolor, lo primero que me hicieron fue hacerme infiltraciones, y bloqueos radiculares. Sí, me fueron muy bien, pero había mucha demora, te lo tenían que poner cada tres meses, como me hacen ahora, y me lo ponían cada año o al año y medio y claro mientras tanto ¡Fentanilo viene, Fentanilo va!!.

Carmen se desintoxicó en la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital Provincial de Toledo que coordina la psiquiatra Ana Isabel Henche quien explica que "estos fármacos generan en principio una dependencia física y mental,  actúan en el cerebro. Este aprende que cuando hay esa sustancia se produce una descarga de dopamina importante. El cerebro busca esta sustancia nuevamente para tener los mismos efectos a nivel del cerebro. Con el paso del tiempo,  si se toma de forma crónica el organismo se acostumbra a una dosis y para conseguir el mismo efecto o aumentas la dosis o no se consigue el mismo efecto.

Tras cinco años de tratamiento, Carmen ha superado su adicción, pero sigue luchando para eliminar su dolor crónico.  Ahora se somete a un nuevo método con inyecciones de lidocaína y una nueva técnica, la neuroestimulación.

Carmen en la consulta de la dra. Ana Isabel Henche

Carmen en la consulta de la dra. Ana Isabel Henche Rtve

Antonio Oliviero es el neurocirujano del Hospital Nacional de Tetrapléjicos de Toledo que aplica esta técnica: "Básicamente, cambiamos un poco el cerebro de alguna forma para que se entere menos del dolor. No curamos nada. El dolor, cuando suspendemos el tratamiento, poco a poco tiende a volver a la situación anterior, pero tenemos un tiempo que se percibe menor, normalmente, un par de semanas y permite reducir la carga farmacológica que tienen estos pacientes".