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Literatura

El horror que oculta la moda rápida

Noticia Página Dos

  • Varios libros abordan la fabricación de ropa en condiciones éticamente inaceptables
  • Nuestro atuendo está ligado a ritos, sensibilidades, roles y aspiraciones
  • Ensayos como La moda justa (Anagrama) de Marta D. Riezu explican todo lo que se oculta al comprador

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El horror que oculta la moda rápida

Imaginen una profesión —la abogacía, por ejemplo— en la que el 98% de los trabajadores no ganasen lo suficiente para vivir. No nos referimos a vivir con lujos, sino a subsistir: techo, comida, abrigo. ¡Un 98%, desamparado! Impensable. Y, sin embargo, eso es lo que ocurre exactamente con la moda. El 98% de los profesionales que trabajan en la confección de ropa no pueden vivir de su trabajo, ni aun echándole horas extras. La gran mayoría de ese porcentaje son mujeres. Así que el resumen sería: las personas que fabrican lo que vestimos tienen un perfil muy concreto. Mujer joven de un país subdesarrollado. La moda puede ofrecer precios tan bajos porque se basa en un modelo de explotación.

Esa es la denuncia de libros como Fashionopolis (Dana Thomas), Manual anticapitalista de la moda (Tansy Hoskins), Loved Clothes Last (de Orsola Castro, líder del movimiento Fashion Revolution), Tu consumo puede cambiar el mundo (Brenda Chávez) o La moda justa, de Marta D. Riezu, a quien Página Dos entrevistó esta semana (vídeo en la imagen superior).

Por qué nos cansamos tan rápido de una prenda

«La llegada de la moda rápida, a finales de los años ochenta, fue recibida con entusiasmo por todas las edades y estratos sociales, por aquellos que alguna vez sintieron que habían quedado excluidos de las tendencias por razones geográficas o económicas. ¡Lo chic, por fin al alcance de cualquier bolsillo! ¡Merecemos estrenar un vestido cada semana! La fast fashion democratizó el estilo, argumentan algunos», explica Riezu. «Pero lo único que se consiguió es devaluar nuestra percepción de la ropa, presentándola como desechable. Es una idea perversa que lleva a una relación disfuncional con nuestro armario: algo debe ser abandonado no porque no sea útil sino porque ya no es tendencia, porque no tiene un valor social.»

La moda justa es un ensayo breve en dos partes; la primera presenta los problemas de la industria, divididos en tres partes: los que atañen a los trabajadores, los que afectan a los animales y los que dañan la tierra. La segunda parte del libro presenta propuestas como la segunda mano, el alquiler, el reciclaje, el upcycling, el mayor cuidado de las prendas que ya se tienen, la desaceleración y algo que sirve para todo en la vida: aprender a elegir mejor.

Los libros que tratan la sostenibilidad en la moda abordan la retahíla de horrores que comporta la fabricación de ropa (la fast fashion y también a veces la otra, la que es carísima en las tiendas). Ríos teñidos irrecuperables, microplásticos en el mar que acaban en nuestros estómagos, animales despellejados vivos, granjas intensivas enfermedades respiratorias, abusos al trabajador y condiciones laborales indignas que causan desgracias como el hundimiento del edificio Rana Plaza (Bangladesh), que mató a 1.134 personas.

¿Hay esperanza? La hay. Pero la moda responsable pide un interés activo por parte del consumidor: informarse, preguntar abiertamente a las marcas, exigir que se nos explique quién, dónde y cómo se hace la ropa; huir de esa tontería arbitraria y consumista llamada tendencia; entender por fin que renunciar a la compra no es un castigo, sino una liberación.