Andrés Aberasturi: "No estoy feliz porque no puedo ser feliz"
- El periodista y escritor ha presentado el libro Vi luz... y entré que transmite un cierto desencantó
- Señala que las personas no podemos cambiar, sino que somos fruto de un montón de casualidades
"La literatura es un espejo en el que yo me he mirado", ha dicho el periodista y escritor Andrés Aberasturi en Tarde lo que tarde. Precisamente es lo que hace ahora con 73 años con el dietario Vi luz... y entré donde hace un repaso de su vida, un recorrido que define como "autocrítico" aunque apunta que "ni para bien ni para mal, sino pensando lo que ha sido mi vida, lo que he hecho, he dejado de hacer, las casualidades. Si alguien se refleja también en ese espejo y le ha pasado lo mismo, bendito sea Dios".
Empezó a escribir el libro en diciembre de 2019 y lo terminó en julio de 2021. "Yo soy un señor que le ha dado por pensar. Te puede dar por pensar o te puede dar por vivir tranquilamente sin más y sin plantearte grandes cosas. Las dos cosas son absolutamente admisibles e igual de buenas o malas. Empecé a escribir un día tonto, cuando todavía la pandemia ni se anunciaba, ni se sabía nada de ella todavía. Eso me llevó a recluirme más, aparte de que yo tengo una cierta vocación de confinado siempre. Cuando me apetecía, escribía y cuando no, no. Hay un montón de días en los que no escribo y luego vuelvo. Nunca pensé que iba a ser un libro".
"La vida está llena decisiones"
Aberasturi cree que él no es pesimista, ni optimista, ni amargado, ni alegre, "sino es como es. Uno no puede cambiar. Es el fruto de un montón de casualidades. La vida está llena de decisiones que tomas y que hubieran cambiado tu vida radicalmente si hubieras hecho otra cosa que la que hiciste. Nunca sabrás cuál fue mejor, si la que es o la que no es".
Explica que el libro transpira "un cierto desencanto en todo caso". Ha recordado unas palabras que le escribió a su hijo en las que apuntaba que él no tiene el secreto de nada ni puede decir nada de la vida. "Todo lo que puedes esperar, todo lo que puedes proyectar es una majadería. Es la vida la que te proyecta a ti, la que te lleva, la que te zarandea de un lado para otro. Es verdad que vas tanteando la vida, la vas tocando, indagando, procurando, buscando respuestas y las respuestas provocan más preguntas y las preguntas te provocan respuestas que ya no sirven. Pasan los años. De repente llegas a una edad, un poco lo que te decía Iván Ilich: "¿Así que era esto?". Tampoco parece que era para tanto".
¿Quién protagoniza el dolor?
Sobre el hecho de hablar tanto de su hijo Cris que sufre parálisis cerebral, explica que este sí es un dolor que le pertenecía, pero que sobre todo "lo protagonizaba él". "A mí no me dolían las inyecciones, no tenía que tomar los antibióticos, no me tenían que buscar las vías, se las tenían que buscar a él".
"A veces, a lo mejor, me he pasado y lo he utilizado no sé muy bien para qué, pero también me disculpo porque yo creo que tenía la obligación de hacerlo, de darle voz a él y a los que son como él, y no solamente de parálisis cerebral o de discapacidad, sino a tanta inocencia rota. Es terrible ver el mundo, el mar, las pateras, los niños de la guerra, los que se mueren de hambre. Es una cosa verdaderamente espantosa. Seguimos viviendo como si nada".
"Es muy difícil entender la vida. Por ese desencanto, que me acompaña. Yo digo que no estoy feliz porque no puedo ser feliz en el mundo en que vivo, porque sería inmoral, pero si puedo estar feliz, estoy feliz hablando contigo, estoy feliz con mis nietos, estoy feliz con mi hijo, estoy feliz con Cris, con Andrés, con toda esta gente. No se puede ser esencialmente feliz porque sería una barbaridad".