Esta semana en Días de Cine: Vicente Romero, entre lo sublime y lo mundano
- Os adelantamos en primicia la entrevista completa con el padrino de esta semana
- Días de Cine se emite este viernes, 4 de febrero, a las 20:30 en La 2 de TVE
Hablar con Vicente Romero, el padrino / invitado de Días de Cine esta semana es muy divertido. Todo sea dicho para empezar. Conversando off the record me dice algo que se convierte en un mantra, en un Mcguffin, en un leit motiv durante toda la grabación, que nos lleva unas horas aunque quienes vean el programa puede que no lo perciban.
Me dice Vicente Romero en ese off the record que su trabajo se mueve entre lo sublime y lo mundano, y nada más escuchárselo, le compro el titular, porque sé que es totalmente cierto y porque sabiéndolo, yo lo he dicho muchas veces, aunque nunca resumiéndolo en esas dos palabras y todo lo que hay entre sus dos conceptos.
Ya me sorprende de entrada Vicente Romero presentándose imitando muy bien la voz inimitable del gran Pepe Isbert, lo cual se convierte igualmente en otro mantra durante la grabación, hasta la misma despedida del programa, en la que descubrimos que no hemos grabado con un actor que se llama Vicente Romero que imita muy bien a Pepe Isbert, sino con el auténtico Pepe Isbert, que imita muy bien a ese actor que se llama Vicente Romero, y que, supongo, debe estar rodando y le ha pedido a su amigo que le sustituya.
Imitaciones aparte, Vicente Romero habla desde la humildad que otorga ese trabajo que siempre tiene a los de su condición entre lo sublime, el arte, y lo mundano, pagar las facturas. Habla de cómo llegó a ser actor cuando el hecho de haber nacido y criarse en las 3.000 viviendas hacían prever cualquier cosa menos llegar a ser un actor. De reparto, o secundario, o "supporting actor" se supone, porque para Vicente Romeo cualquier trabajo de actor es un trabajo de actor.
El hecho de que recurrentemente y con el tiempo le ofrezcan esos papeles breves que él borda, pero que ciertamente no son eso que conocemos como "protagonistas" le lleva a reflexionar en voz alta sobre su convicción de que podría hacer cualquier protagonista perfectamente bien.
Y recuerda Vicente Romero como habiendo nacido y criado en las 3.000 viviendas, tuvo una profesora en un colegio "muy sui generis, muy salvaje" que le motivó a escribir. Y descubrió casi de inmediato que había una relación directa entre lo que escribías y lo que otros podían hacer con ese texto en un escenario. Y una cosa lleva a la otra. En el instituto, hay un grupo de teatro. Y Vicente Romero va a ver los ensayos. Pero no por los ensayos en sí, sino porque hay una chica que le gusta. Y va a verla como el que va a misa todos los días.
Y de pronto, un día, falta un actor, y como la directora, Pepa Gamboa, a quien Vicente Romero manda un recuerdo en la grabación al decir su nombre, le dice: "tu, tienes que venir mañana a actuar". Aterrorizado, hizo la actuación, que fue un auténtico desastre, pero al mismo tiempo se quedó absolutamente fascinado. Y así empezó todo. Hasta hoy, mientras charlamos tranquilamente sobre eso sublime y mundano que siempre acecha a un oficio tan bello como es contar verdades mintiendo, y mientras se le escapa con un gracejo muy andaluz, imitar a Benito Zambrano, con quien trabajó en Padre coraje o Intemperie, en la conversación en la que nos queda absolutamente claro que Vicente Romero es un gran actor, de momento, en pequeños, grandes papeles.