Aves prohibidas que solíamos comer
- Pelícanos, ortegas, hortelanos, flamencos... Te contamos qué pájaros se comían antes
- Aves que hoy están en peligro de extinción y antes se comían por necesidad
- Con dos recetas de Kike Gallardo, para comprender cómo se cocinaban
La observación de las aves depara encuentros inesperados, no solo con las propias especies, sino también con las personas que transitan tus mismos paisajes. En el Delta del Ebro, mientras decenas de garzas, garcetas y avetorillos pasaban delante de nuestros prismáticos, un payés nos afirmó con rotundidad que “tan bonitas eran como mal sabían”. Una aseveración así no nos dejó indiferentes y, tras un rato de conversación, relató los muchos pájaros de todo tipo que había comido en la posguerra solventando su hambruna, con mejor o peor paladar. Aquel hombre solo había hecho lo que las generaciones anteriores a la suya, consumir aves por necesidad, aunque en otros capítulos de la historia se hizo por deleite o elitismo.
Estos eran los pájaros que comíamos por gusto o necesidad
Para encontrar las aves que hemos consumido en el pasado debemos recorrer desde los bodegones a los recetarios históricos, pasando por la literatura de costumbres, diccionarios antiguos o las órdenes de compra de casas señoriales y Corte. Así podremos elaborar un inventario tan extenso y extraño como el que sigue:
- Alcaravanes
- Avutardas
- Cercetas pardillas
- Cogujadas
- Córvidos de todo tipo
- Currucas capirotadas
- Flamencos
- Fochas morunas
- Gangas
- Garzas
- Golondrinas
- Grullas
- Hortelanos
- Ortegas
- Oropéndolas
- Perdices pardillas
- Somormujos lavancos
Incluso habíamos comido excentricidades alóctonas como el pelícano. Hay muchas más especies, pero hemos querido destacar aquellas que en la actualidad no solo están protegidas, sino que sus poblaciones se hallan muy mermadas en la actualidad.
Las causas que han llevado a abandonar su consumo son evidentes. A la reducción de su número de ejemplares por una amplia variedad de alteraciones ambientales vinculadas a la actividad del ser humano, se unen los cambios en el gusto y el incremento de la sensibilidad por parte de la sociedad. Tan insensato es hoy en día cazar y consumir una cerceta pardilla o una focha moruna por hallarse en peligro de extinción, como preparar un flamenco, cuya carne no sería del agrado para un paladar del siglo XXI. Vamos a detenernos por unos instantes en un cuadro en concreto y recetario específico que nos narran estos pasados gastronómicos, así como en la recreación de alguna de dichas recetas.
Este bodegón de Clara Peeters es un ejemplo donde encontramos, junto a un cesto con uvas, varias especies sobre una mesa de cocina (bajo la enigmática mirada de una ardilla y un jilguero). De izquierda a derecha tenemos un martín pescador y un pinzón común, un pato conocido como ánade real, sobre cuya cabeza vemos el vientre moteado de un zorzal. Tras él un petirrojo y a la derecha, de abajo arriba, el sonrosado camachuelo, una perdiz pardilla y el alargado pico de una becada. Sorprende la presencia de estas pequeñas emplumadas de gran belleza, cuyo triste destino era convertirse en pajaritos fritos o bien asados directamente a la lumbre una vez ensartados en varas. Casi todas estas aves están hoy protegidas, siendo ciertamente desconcertante su consumo con los ojos actuales.
El arte y la literatura explican qué comíamos en el pasado
Sin duda la mejor referencia son los recetarios de la época, donde la cita de la especie se acompaña con el modo de cocinarla. Tal es el caso de la obra Le cuisinier françois de François Pierre de La Varenne, escrita en 1651. En este volumen las aves se citan en cuidadas preparaciones como el potaje de alondras en roux, los hortelanos en hoja de vid, la oca silvestre en forma de roseta o la garza mechada, entre otras.
Para interpretar estas recetas históricas debemos comprender el contexto en el que nos encontramos. La grasa de ternera se utilizaba de forma habitual y era normal incluir en las preparaciones otros tipos de carne como pichones, mollejas de ternera, cerdo magro... Las guarniciones se basaban en setas y verduras nativas de Europa (recordemos que antes de la llegada de Colón a las Américas no se encontraban productos como la patata, el tomate o el pimiento en las recetas europeas). Los productos no se hallaban tan bien conservados como en la actualidad y usualmente se incorporaban elementos que aportaban sabor (o lo encubrían).
Estas aves se comían fritas, asadas o guisadas
Tal es el caso de las especias (clavo principalmente y pimienta), o el típico atadillo de hierbas aromáticas (tomillo, romero, perejil) que acabaría siendo el famoso bouquet garni francés. Las preparaciones más frecuentes eran los guisos y las salsas se espesaban con huevo, pan y frutos secos como la almendra (de ahí la conocida receta de pollo en pepitoria). Como hemos podido comprobar se consumían aves de todo tipo y prácticamente, todas ellas, se solían desplumar en caliente y dejar desangrar, se pasaba el ave por el fuego para quitar el resto de plumas y pinchar la piel, para luego guisar o pasar por la brasa hasta que estuviera tierna.
A partir de los textos del recetario de La Varenne del siglo XVII, hemos recreado dos de sus recetas, de forma aproximada a los condicionantes y gustos de la época. La intención de las recetas es meramente ilustrativa, exigiendo encarecidamente no hacer uso de ellas, dada la sensible situación de estas aves en Europa y los condicionantes legales que las protegen y prohíben su consumo.
Ingredientes | Preparación |
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