El mar que se secó y casi ha desaparecido: ¿Dónde y por qué?
- La causa principal fue la construcción de infraestructuras para el algodón
- Llegó a tener una superficie de 67.000 km2 de los que hoy sólo se conservan 6.000 km2
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El condensador de fluzo nos recuerda uno de los peores desastres medioambientales de todos los tiempos: la desecación del mar de Aral. Situado en la frontera entre Kazajistán y Uzbekistán, este mar sufrió las consecuencias de las malas decisiones del ser humano, que lo ha hecho desaparecer casi por completo. La doctora en Historia contemporánea, Carmen Guillén, ha contado al detalle una historia que parece imposible.
Durante milenios, el mar de Aral ha recibido agua de dos grandes ríos: el Sir Daria y el Amu Daria. Mantenía su nivel gracias al equilibrio natural de los aportes de agua de estos dos ríos y de la evaporación. Las poblaciones que habían alrededor de este mar eran muy prósperas, y tenían potentes industrias de pesca, agricultura y ganadería. Todo esto a su vez, favorecía que hubiera un comercio bastante importante en toda la región.
Colapso
El colapso de esta región comienza en 1959 cuando la Unión Soviética a la que pertenecían Kazajistán, Uzbekistán y el resto de repúblicas centro asiáticas, tuvo la idea de plantar algodón en esta zona con el objetivo de convertirse en los principales proveedores a nivel internacional de algodón. Pero no tuvieron en cuenta el mar de Aral se encuentra en una zona tremendamente árida y el algodón necesita mucha cantidad de agua. A nivel comercial parecía una buena idea, pero a nivel medioambiental fue un desastre absoluto.
Desde que construyeron los canales, buena parte del caudal de los ríos iba destinado al algodón. De modo que llegaba menos agua al mar de Aral mientras que se seguía evaporando la misma. Poco a poco, dónde antes había un enorme mar, fue apareciendo un imponente desierto. Y donde antes había una enorme flota pesquera, que llegó a suministrar la sexta parte de todo el pescado que se consumía en la Unión Soviética, ahora quedan los esqueletos de los barcos en el desierto.
La zona se ha convertido como en una especie de reclamo siniestro a nivel turístico, pero sobre todo se han convertido en un símbolo de aquel desastre medioambiental.
Originalmente el mar de Aral llegó a tener hasta 67.000 km2 de los que hoy sólo se conservan 6.000 km2. Es decir, en muy poco tiempo, la transformación fue enorme. De hecho, en 1987 el mar de Aral ya se había dividido en dos bloques completamente separados. Uno correspondía a la zona de Kazajistán y el otro a la de Uzbekistán.
La desecación fue tan rápida, que en el año 2000 la zona sur ya estaba separada también en dos bloques de agua. Uno occidental y otro oriental. Este último ha desaparecido por completo en estos últimos años.
Lo más triste de toda esta historia es que todo esto se produjo con el desconocimiento absoluto de la comunidad internacional. Sobre todo durante los primeros años en los que el plan algodonero era un éxito total, y lo mantuvieron en secreto. Pero en 2003 la NASA publicó unas fotografías por satélite que mostraron la realidad de lo que estaba sucediendo con el mar de Aral.
Las consecuencias de la eliminación de un recurso hídrico en una zona completamente desértica, conforme iba disminuyendo el nivel del mar, iba subiendo la concentración salina. Todo esto unido a una gran acumulación de pesticidas durante años, provocó la muerte de muchas especies marinas.
Pero las consecuencias fueron más allá porque se trata de una región dónde se dan abundantes tormentas de arena que contienen polvos tóxicos de cloruro sódico que afectan a los territorios circundantes.
Consecuencias sociales
Al desaparecer el mar, desaparece también la pesca, la ganadería, la agricultura. Todo esto provoca un éxodo masivo a nivel social en el que van a emigrar muchas familias. Y la poca gente que se queda, se enfrenta a problemas de salud relacionados con la contaminación del agua y del aire.
Desde 2005, se está recuperando ligeramente la zona norte del mar de Aral gracias a la construcción de la presa KoKaral. Una presa de 13 km de largo construida por Kazajistán gracias a ayuda económica del banco mundial. Sin embargo, la zona sur en Uzbekistán está prácticamente condenada a una muerte segura.
Es una lástima porque el mar de Aral llegó a ser una de las grandes masas de agua interiores del mundo. Su desecación nos tiene que hacer reflexionar y servir como triste ejemplo de lo que es capaz de provocar la acción del ser humano en la naturaleza. Porque aunque parezca increíble, en este caso el ser humano ha conseguido acabar con un enorme y próspero mar en muy poquito tiempo.