La (gran) hermandad de los insomnes ya tiene libro de cabecera
- El mal dormir (Asteroide) es una reflexión sobre la experiencia cotidiana del insomne en una sociedad acelerada
- Página Dos entrevista a su autor, el profesor e investigador David Jiménez Torres
- «El mal dormir es al mismo tiempo mi peor enemigo y mi amigo más antiguo»
Quizá porque es más misterioso, simbólico y lírico, en literatura se ha hablado mucho de la épica de los sueños, pero poco del dormir. Del sencillo acto de dormir: anochecer, cenar algo ligero, mirar de reojo el reloj, leer un rato, charlar y saber que ya no se puede retrasar más el temido momento de irse a la cama. Solo los eternos desvelados conocen la desesperación de ver pasar las horas y sentirse vencidos (y casi burlados) por una fuerza invisible. Con todo, David Jiménez Torres no se define como insomne; el libro habla más bien «de esa persistente dificultad para dormir que, si bien permite llevar una vida razonablemente normal, marca nuestra relación con la noche, con el día, con el trabajo, con las personas que nos rodean, y nos aboca a sentimientos de soledad, fracaso y frustración.»
El mal dormir (Asteroide) medita sobre este trastorno tan común y tan misterioso a la vez, que afecta a un 58% de los españoles que afirman no descansar bien. Un 13% puntualiza incluso un terrorífico «nada bien». Apoyándose en la historia cultural del sueño, así como en vivencias propias y ajenas, David Jiménez Torres retrata la experiencia cotidiana del maldurmiente en una sociedad acelerada. ¿Somos víctimas de los modernos horarios de trabajo, de un capitalismo 24/7, de las pantallas de nuestros móviles?
El arte retrata a los bellos insomnes
La pintura (Botticelli, Caravaggio, Piero della Francesca, Bonnard, Ribera), el cine (El club de la lucha, Origen, El maquinista, Desafío total), la música pop (The Beatles, My Bloody Valentine, The Smiths, Nirvana o R.E.M) y por supuesto la literatura (Austen, Dickens, Goncharov, Cioran, Forster, Kafka, Proust, Ford Madox Ford) han intentado plasmar la soledad del insomne, su dejà vu, el consuelo de saber que son muchos los sufrientes en esas largas horas de silencio. Todo ello intentando fintar el tono quejica, autocompasivo, rumiante. Un fino humor subterráneo impregna el texto de cordialidad.
«Siempre he dormido mal. Este es uno de los hechos fundamentales de mi vida.» Así comienza un libro que tiene menos de confesión que de reflexión conjunta, en quitar hierro a un tabú que nos hace sentir defectuosos. «La mayoría de los que alguna vez nos hemos considerado ‘insomnes’ llevamos existencias razonablemente sanas y productivas. Hacemos la declaración de la renta, participamos en diversos grupos de whatsapp, regamos las plantas cuando toca. Sencillamente dormimos poco por la noche y solemos estar cansados durante el día. (...) Somos los que duermen seis horas una noche, cuatro y media la siguiente, cinco la de después, luego cuatro otra vez... y también somos los que, de tanto en tanto, y por causas que se nos escapan, dormimos siete gloriosas horas de un tirón.»
Óscar López pregunta a Jiménez Torres acerca de la (nada obvia) relación entre el maldurmiente y las matemáticas. «Es una verdadera obsesión, una operación diaria que realizas justo al despertar. Es muy difícil saber a qué hora conciliaste el sueño, pero resulta muy importante saber si esa noche has dormido tres horas o seis».