¿Crees que has visto las Catacumbas de París? No has recorrido ni el 1% de sus galerías
- Más de 300 kilómetros de galerías conforman las Catacumbas de París
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Las Catacumbas de París son una de las grandes atracciones turísticas de la capital francesa. Con más de seis millones de esqueletos, sus galerías suponen la mayor concentración de huesos en Europa, aunque la parte abierta al público sea ínfima en comparación con su extensión total: solo un kilómetro de galerías es visitable, frente a los más de 300 kilómetros que se encuentran a unos 20 metros de profundidad bajo el suelo parisino.
El origen de las catacumbas se remonta a finales del siglo XVIII, cuando los restos de generaciones de parisinos empezaron a provocar el colapso de los cementerios, causando epidemias en la población por la tardanza al enterrar los cadáveres. Para solucionar el problema, se decidió llevar a cabo el traslado masivo de los cuerpos a una vieja red de minas de piedra caliza. Construidas en la época romana, estas minas llevaban sin estar en funcionamiento desde el siglo XV. Los primeros traslados de restos tuvieron lugar entre 1785 y 1787 y, tras una pausa, se retomó el desplazamiento de los cuerpos cuando la Revolución Francesa llegó a su fin. No fue una tarea fácil: solo trasladar los cuerpos del Cementerio de los Santos Inocentes, el más antiguo y extenso de la ciudad, ya supuso un trabajo de dos años.
La red laberíntica de huesos que constituye las catacumbas en la actualidad ha sido posible gracias más de 70 años de trabajo, en una labor desarrollada entre 1785 y 1860. El autor de “La Cenicienta” Charles Perrault y Jean de la Fontaine son algunos de los personajes célebres que han ido a parar a estas galerías, una auténtica ciudad subterránea de muertos, empleada también por miembros de la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, y que ha pasado a formar parte del imaginario popular a través de películas como “El jorobado de Notre Dame” o la novela de Umberto Eco “El Péndulo de Foucault”.
No han sido pocas personas las que han tratado de colarse en las galerías de manera clandestina, que cuentan con su propio cuerpo de policía para controlar su seguridad: los “cataflics”, encargados de que nadie acceda a las zonas prohibidas de este laberinto. Pese a ello, las catacumbas han protagonizado sorprendentes episodios, como el hallazgo en 2004 de una sala de cine bajo la plaza de Trocadero, con cámaras de vigilancia y una instalación eléctrica completa. Días más tarde de este descubrimiento, gran parte del equipo desapareció del espacio, dejando una nota en su lugar con un claro mensaje: “No intenten encontrarnos”. Nunca encontraron a los responsables de este cine ilegal, convirtiéndose en uno de los muchos misterios que rodean a esta tétrica ciudad bajo tierra.