Pedro del Hierro inaugura la MBFWM con Victoria Federica, que sigue los pasos de su madre
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A mediados de los años 90, la infanta Elena era una habitual de esta pasarela, antes llamada Pasarela Cibeles. Su presencia era todo un acontecimiento mediático y ella no ocultaba su predilección por Ángel Schlesser, el rey del minimalismo y la sobriedad. Hoy todo es distinto. Ángel Schleser no está al frente de la firma que lleva su nombre y la expectación la genera ahora Victoria Federica, la hija de la infanta Elena y Jaime de Marichalar. Es una apasionada de la moda, adora a Lorenzo Caprile y tras estar en París viendo los desfiles de Dior (se hizo selfie con Rihanna) y Loewe, ha estado en la inauguración de MBFWMadrid como invitada de Pedro del Hierro. Junto a ella hemos visto a Paula Echevarría, Alfonso Bassave, Sandra Gago, Natalia López, entre otros.
La alegría de los años 20
La colección es un canto a la vida, a la fiesta, al disfrute. Hay guiños evidentes a los años 20, a los locos 20, como la música en directo que, a ritmo de jazz, ha acompañado a las modelos y los modelos, un batallón de bellezas de distintas edades que simbolizan la filosofía de la casa: inclusión y diversidad. Las colecciones de mujer y hombre, firmadas por Nacho Aguayo y Álex Miralles, comparten los mismos códigos de colores, tejidos y siluetas. "La clienta nos pide otra cosa, por un lado nos pide una sastrería masculina y por otro, prendas más rotundas y femeninas", dice Aguayo. "Hay mucha fluidez, algunas prendas de mujer son muy masculinas, y las prendas de hombre son también muy masculinas pero en algunos momentos no hay reparos para compartir esos códigos", dice Miralles.
Y todo en perfecto equilibrio, a pesar de jugar al contraste constantemente: largos y cortos, femenino y masculino, mate y brillo, día y noche. Las prendas de día llevan un patrón controlado, son piezas de aspecto relajado, pero con una silueta rotunda. El look mañanero se eleva de nivel, escogiendo muy bien la paleta de color y la bandera de tejidos. Camel, burdeos y rojos, casi siempre en mate, van dejando paso a azules pato y petróleo, a los brillos y, por supuesto, el negro. Los abrigos llaman poderosamente la atención, tanto como los jerséis con jacquares, y la sastrería. Para ellas y para ellos, y siempre compartiendo los códigos. Apenas hay estampados, que eran el símbolo de la casa con el señor Pedro del Hierro. Y hay una razón. "Cuando los he hecho me han criticado, y lo que he querido ahora es apostar por el color y las texturas".
Intercambio de códigos
Hay muchas referencias a la estética de los años 20, lo vemos en los vestidos de plumas, en los bolsos de flecos de cristal, en la sensualidad de los vestidos (algunos con una raja tan atrevida como peligrosa). "La idea es vivir la noche y ver la luna y pasarlo bien hasta que salga el sol", die Aguayo. Los esmóquines se tiñen de negro y de marrones. "¡Ojo, el marrón chocolate es el nuevo negro!", dice el estilista Jesús Cicero. Algunos esmóquines llevan camisas de cuello mao y otras se llevan directamente la piel. Una colección excitante, vibrante y elegantemente contenida, con colores que transforman los tejidos y con tejidos que ensalzan los colores. Una apuesta sofisticada, pero en su justa medida, presentada con un casting de modelos impresionantes. Estrellas de la pasarela que han rivalizado en protagonismo con las estrellas del front row.
Tras el desfile de Pedro del Hierro, en el que se ha guardado un minuto de silencio por las víctimas de la guerra en Ucrania, ha sido el turno de Ágatha Ruiz de la Prada, que ha abierto y cerrado el desfile con Samy, una modelo de Ucrania. Ágatha ha saltado a la pasarela con una media amarilla y otra azul, los mismos colores de la bandera que llevaba en las manos juntos a Omar Montes.