Las tres heroínas adolescentes que salvaron a los marineros del Titanic gallego
Noticia Página Dos
- La nostalgia de la Mujer Anfibio (Anagrama), de Cristina Sánchez-Andrade, narra una trágica historia real
- En 1921, el vapor Santa Isabel naufragó frente a la isla de Sálvora
- De las 269 personas que viajaban a bordo, 213 perdieron la vida. Tres chicas del pueblo fueron al rescate con una pequeña embarcación
Esta historia comienza el día de Año Nuevo de 1921. Ya ha anochecido, y en el mar arrecia el temporal. El vapor Santa Isabel enfila la entrada de la ría de Arousa con dos referencias visuales: los faros de las islas de Ons y Sálvora. Han pedido al pasaje que se quede en los camarotes. La mala visibilidad y el fuerte mar que pasa por encima de la cubierta del vapor obligan al capitán a permanecer en el puente, dirigiendo la maniobra de navegación. El barco va cargadísimo, y es imposible controlarlo. Son casi las dos de la madrugada cuando el Santa Isabel encalla; tres hendiduras se abren por estribor. El vapor escora y comienza a hundirse. Los 269 pasajeros luchan por su vida. La mayoría —213 almas— mueren ahogados y heridos contra las rocas.
«En 1921 vivían en Sálvora poco más de cincuenta personas agrupadas en familias que, como colonos, se dedicaban a explotar unas tierras que el Estado les arrendaba por trescientas pesetas al año. Cada una de las casas llevaba el nombre familiar y todos se conocían. (...) Solo una calle de tierra batida cruzaba la aldea. A uno y otro lado, la plaza, el cruceiro, la iglesia, la taberna, dos hórreos, un palomar, una fuente de agua muy fría y dos lavaderos agobiados de avispas. No había ni electricidad ni comunicación por radio con la península. Como casi todos los habitantes de la isla, la niña Lucha creció trabajando. Envuelta en jirones de niebla o azotada por la sal, la lluvia y el agua del mar, desde muy pequeña trajinaba con baldes de agua, amasaba el pan, daba de comer al cerdo, ordeñaba las vacas y recogía el centeno.»
El naufragio del Santa Isabel
La protagonista de La nostalgia de la Mujer Anfibio (Anagrama), Lucha, está prometida y va a casarse. La víspera del día fijado para el enlace ve llegar la tormenta. Lucha oye gritos de las vecinas: «¡Se hunde! ¡Un naufragio!». Sale corriendo de casa, todavía con el vestido de novia que se estaba probando. Es fin de semana y Año Nuevo, y en la aldea solo quedan los más jóvenes y los más viejos; el resto de vecinos celebra el año en la vecina San Paio de Carreira. Son tres muchachas de apenas quince años las que se echan a la mar en dos dornas para llegar hasta los restos del barco.
«Cuando Lucha llegó a la playa, algunos rescates ya se habían efectuado y la arena empezaba a llenarse de cuerpos. En el mar aún braceaban muchos náufragos intentando salir a flote. Se agarraban a trozos de madera, maletas o incluso a otros cuerpos y bramaban pidiendo ayuda.»
A la traductora y escritora Cristina Sánchez-Andrade, natural de Santiago de Compostela, le fascinó que una historia tan emocionante y heroica fuese tan poco conocida. La combinación de un hecho histórico con la ficción le ha permitido hacer un singular recorrido por tres generaciones de mujeres de una pequeña comunidad pesquera, lastradas por el determinismo y el qué dirán. La escritora ha publicado también en Anagrama El niño que comía lana, Las Inviernas, Alguien bajo los párpados o el más reciente ensayo Fámulas, sobre la voz silenciada de las empleadas del hogar.
A las jóvenes valientes que no dudaron en arriesgar sus vidas en plena tormenta les fue otorgada la medalla de Salvamento Marítimo. Más de cien años después, los lectores se emocionarán con sus vidas y su hazaña.