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Abono verde: Dieta sana para nuestra tierra

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Abono verde: Dieta sana para nuestra tierra

El abono verde se basa en el cultivo de plantas, pero no para consumirlas, sino para incorporarlas al suelo. Un método sencillo y mágico de alimentar saludablemente a esa tierra que dará vida a nuestro cultivo y que se consigue en tan solo unos pasos. El horticultor José Manuel Sánchez explica en Aquí la Tierra todos los detalles para conseguir que tu huerta sea la envidia de todas.

Aquí la Tierra - Abono verde, una dieta casera para la tierra

Lo primero que debes saber

Sembramos las plantas en el lugar que queremos abonar en el momento adecuado, generalmente en otoño, al terminar los cultivos que hayamos tenido en ese lugar.

A partir del inicio de la primavera, cuando las plantas sembradas ya se han desarrollado y antes de que generen sus semillas, cortamos las plantas y las incorporamos al suelo.

Imagen de abono

Imagen de abono Getty Images

Las plantas que podemos usar son variadas y su uso se justifica por los nutrientes y ventajas que pueden aportar a nuestra tierra. La combinación más básica incluye Leguminosas, Gramíneas y Crucíferas. Cada una de ellas aporta unas ventajas, aunque la variedad en particular a elegir ya depende del clima de la zona, las características y necesidades concretas del suelo en cuestión, la época del año y de los criterios del hortelano. Podemos usarlo para recuperar y mejorar el suelo entre un cultivo y el siguiente o entre dos temporadas. También es una buena forma de mejorar la fertilidad de un suelo que tengamos sin cultivar.

¡Casi todo ventajas!

Como todo aquella que aprendemos nuevo nos suscita curiosidad, no solo nos sirve saber cómo hacerlo, sino que también nos motiva concoer cuáles son sus principales ventajas. Pues en esta ocasión te contaré qué aporta cada una de las especies:

Leguminosas: Su principal y asombrosa función es captar el nitrógeno del aire y acumularlo en sus raíces gracias a la acción de una bacteria (Rhizobium Leguminosarum), desde donde se liberará para fertiliza la tierra. Además sus poderosas y profundas raíces contribuyen a permeabilizar el suelo.

Gramíneas: Aportan el carbono necesario para conseguir una buena relación con el nitrógeno de las leguminosas y proporcionar así un poder fertilizante más completo. Al cortarlas se convierten en materia orgánica de descomposición lenta y también inhiben el crecimiento de muchas adventicias.

  • Crucíferas: Tienen acción nematicida, evitando el daño que los nematodos pueden ocasionar después a nuestros cultivos. También constituyen una reserva de materia orgánica para nuestro suelo y son capaces de desarrollarse bien en suelos pobres o que han quedado “agotados” después de los últimos cultivos.
Imagen de abono

Imagen de abono Getty Images

La fórmula mágica consiste en realizar una combinación de estas tres especies para acumular todos sus beneficios consiguiendo un resultado óptimo. Nuestra recomendación para un "trío ganador" podría ser: veza (leguminosa), centeno (gramínea) y mostaza blanca (crucífera). Pero en función de las características del suelo y clima de cada zona, esta combinación puede adaptarse a cada caso concreto.

Los beneficios del abono verde

Son muchos los beneficios que nos aporta el uso de abono verde y pueden variar en función de las plantas concretas que se utilicen en la combinación, pero podemos resumir los más importantes y habituales en una combinación que incluya leguminosa, gramínea y crucífera.

  • Aumento de la materia orgánica en el suelo.
  • Aumento de nutrientes en el suelo, especialmente de nitrógeno por la acción de las leguminosas.
  • Mejora de la infiltración de agua por el efecto combinado de raíces y cobertura vegetal.
  • Disminución de la evaporación de agua del suelo.
  • Protección contra la erosión superficial.
  • Disminución del “lavado” de nutrientes.
  • Mejorar la estructura del suelo.
  • Evita el desarrollo de malas hierbas.
  • Aumentar los macroorganismos y microorganismos en el suelo, mejorando su dinámica física y química.
  • Reducir el ataque de plagas y enfermedades.

Cómo hacer este abono

  1. Sembar de forma densa las plantas de la combinación elegida calculando que tengan tiempo para haber crecido lo suficiente en el momento que toque usarlas como abono. Sembramos toda la superficie que queremos abonar.
  2. Cortarlas y dejarlas en el mismo terreno. El momento óptimo para cortarlas es justo antes de la floración o apenas ha comenzado, pero evitando que desarrollen el fruto y suelten la semillas (salvo que por algún motivo busquemos expresamente que se vuelvan a reproducir con sus propias semillas).
  3. Incorporarlas al suelo. Hay dos formas de hacerlo.
  • La primera es mezclar las plantas cortadas superficialmente con la tierra. En este caso se dejan las plantas cortadas varios días sobre la superficie y cuando ya están parcialmente degradadas se mezclan con la tierra sin profundizar mucho para que quede una mezcla superficial.
  • La segunda es dejar las plantas cortadas sobre la superficie sin llegar a mezclarlas consiguiendo un abonado menos intenso pero una mejor protección contra la evaporación de humedad y la proliferación de malas hierbas. En ambos casos las plantas cortadas se degradan y van liberando todas las sustancias beneficiosas que se incorporan a la superficie del suelo.
Cultivo

Cultivo Getty Images

Mantener un suelo en buenas condiciones es un requisito esencial para que en nuestra huerta se desarrollen unos cultivos sanos, abundantes y de calidad. Así que amigos hortelanos, ya sabéis cómo ponerle una buena “dieta” a ese huerto para tenerlo siempre “en forma”.

Mira todas las ideas para preparar fresas en el portal de cocina de RTVE y descubre al horticultor José Manuel Sánchez en sus redes sociales.