Lucus Augusti: la huella de los romanos en Lugo
- Se trata de la ciudad gallega más antigua fundada por el Imperio romano
- Su muralla es la única del mundo que conserva su perímetro de forma íntegra
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La ‘Batería de sabios’ de ‘Saber y ganar’ plantea todo tipo de cuestiones, algunas relacionadas con artes como la literatura, la pintura o la música y otras que hacen referencia a las ciencias, a ciudades del mundo o a la historia, por poner unos ejemplos. En esta ocasión recordamos la huella del Imperio romano y que alberga una reliquia de aquellos años: su preciosa muralla, declarada Monumento Patrimonio de la Humanidad.
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Lucus Augusti, la primera ciudad romana fundada en Galicia
Entre los años quince y trece antes de Cristo, después de las guerras cántabras, las tropas romanas llegaron al noroeste de España y fundaron la capital de la provincia de Gallaecia, Lucus Augusti. Quien capitaneó aquella gesta fue Paulo Fabio Máximo y la bautizó en nombre de Augusto, emperador de Roma. La actual Lugo pronto se convirtió en un lugar de máxima importancia por sus minas de oro, cuyo metal sirvió para abastecer las arcas del imperio. En el siglo III d.C., ante la amenaza de las tribus germánicas, que iban acercándose al territorio, se construyó una muralla de 2.226 metros para proteger la urbe y que a día de hoy es el mayor testimonio del dominio romano de antaño.
La muralla de Lugo, la joya de la ciudad
La barrera construida a base de granito y pizarra, materiales abundantes en la zona, tiene una extensión de algo más de dos kilómetros y delimita el casco histórico de la ciudad, algo que dificulta su expansión. No obstante, se ha convertido en uno de sus mayores reclamos turísticos ya que es la única muralla romana que se conserva íntegramente en todo el mundo. Ello le ha valido haber sido considerada en el año 2000 como Monumento Patrimonio de la Humanidad, así como hermanarse con la Gran Muralla China.
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Esta muralla tenía diez puertas de madera, cinco originales (Porta Miñá, Porta Falsa, Porta de San Pedro, Porta Nova y Porta de Santiago) y cinco más que se añadieron entre 1853 y 1921 por cuestiones de expansión de la ciudad, aunque en 1877 fueron retiradas, dejando los huecos abiertos al paso. Además de ser los puntos de acceso y salida de la ciudad, también se usaban para cobrar el impuesto del portazgo. Esta construcción también poseía 85 torres de las cuales quedan 71.
Otros vestigios de la presencia romana en Lugo
La muralla de la que hablamos no es el único recuerdo de la época del Imperio Romano en Lugo. La Casa de los mosaicos, en la calle Doutor Castro, se encuentran los restos de una domus del siglo I que estuvo habitada hasta el siglo V. Posee una sala de recepción de 150 metros cuadrados en la que se pueden observar mosaicos y pinturas decorativas en las paredes. Se cree que fue una imponente mansión de algún personaje ilustre de la época.
En la Praza de Santa María, en su subsuelo, se encontró en 2004 una piscina romana que a día de hoy se puede observar a través de una ventana arqueológica. Se cree que pertenecía a un complejo termal del siglo IV d.C. Otro elemento destacado del Lugo romano es el templo mitraico, construido sobre una domus del siglo I d.C., que contiene una inscripción conmemorativa dedicada a Mitra. En el Museo de la Domus de Mitreo también se pueden contemplar mosaicos, murales, un patio, un pozo, los cimientos de la casa y el sistema de alcantarillado de la misma.
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Las Termas romanas que se hallan en las instalaciones del Hotel Balneario, cerca del Miño, fueron edificadas en el año 15 a.C. Tienen dos salas con unas urnas en las paredes en las que los romanos dejaban sus pertenencias antes de sumergirse en el agua. También cerca del río encontramos un puente romano de 104 metros de longitud.
Museos llenos de objetos y restos de la época
En la Rúa do Carme, a extramuros, encontramos la Sala Porta Miñá. Allí se exponen de forma permanente objetos del Lugo romano como pinturas, mosaicos y hasta una máscara teatral. Por otra parte, el Centro Arqueológico de San Roque contiene los restos de una necrópolis de los siglos I-V d.C. donde se conservan enterramientos de incineración e inhumación, así como un estanque de carácter ritual que tenía relación con dioses orientales.