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Teatro en la 2

Adiós Menchu, hola "Cinco horas con Mario"

Noticia Atención Obras 
  • Lola Herrera se despidió del personaje que interpretó durante más de cuatro décadas grabando “Cinco horas con Mario” para TVE
  • La grabación supuso su vuelta a los estudios de Prado del Rey, que nos pisaba desde los 80.
  • Las últimas representaciones de la obra tuvieron lugar en el Teatro Bellas Artes de Madrid

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Atencion obras - Making of "Cinco horas con Mario"

A Lola Herrera le pasaron la versión teatral de “Cinco horas con Mario” un día de Reyes. ¡Qué mejor regalo! Ella intuyó que lo era y lo fue, a pesar de que casi abandonó el proyecto a la tercera representación por los desacuerdos con el director de esa primera adaptación. Era una puesta en escena muy simbólica -explicó. Lola se daba cuenta de que el artificio escondía la enorme humanidad que había encerrada en las palabras de esa mujer a la que, curiosamente, ella califica de petarda: la protagonista de la historia, Carmen Sotillo, Menchu. Enamorada como estaba del texto, la actriz le contó a Delibes su visión y acabó formándose el trío mágico que convirtió “Cinco horas con Mario” en un hito en nuestra historia teatral. José Sámano, productor, Josefina Molina, directora, y Lola Herrera pasaron miedo, mucho miedo, cuando aquello en lo que tanto creían tomó forma y se enfrentó al público por primera vez sobre las tablas del Teatro MarquinaQue otros escritores le vaticinaran a Miguel Delibes un rotundo fracaso por no ver el interés que pudiera tener escuchar a una mujer hablando sola, no ayudaba mucho; que todas esas dudas llegaran a oídos de la actriz antes de subir el telón, no resultaba alentador; que hubiera personas que cayeran fulminadas por el sueño durante el ensayo general, no era un buen augurio. Pero el telón se levantó y, después de que Lola hiciera suyas las palabras de Carmen Sotillo, el público aplaudió con entusiasmo y se colocó enseguida el cartel de 'no hay localidades' en esos primeros días y otros muchos en las cinco ocasiones que se repuso la obra en los siguientes 40 años. Sí, ese 6 de enero a Lola Herrera y a los espectadores nos hicieron un enorme regalo de Reyes.

De la mano de Lola y Menchu

Los espectadores hemos acompañado a Carmen Sotillo y a Lola Herrera durante todos esos años entendiendo demasiado bien lo que una y otra nos contaron de la mano durante tantas décadas. Carmen Sotillo, pegada a la piel de la actriz, la llevó a hacer balance de su vida. Un balance que se cristalizó en uno de los proyectos más modernos y adelantados de nuestro cine. Josefina Molina dirigió “Función de noche” ocultando las cámaras tras unos espejos para registrar una conversación poco planeada entre Lola Herrera y su ex marido, el también actor Daniel Dicenta. Llevaban 15 años sin dirigirse la palabra y sí, todos los que vimos esa película en nuestra juventud sentimos sobrevolar el fantasma de la censura, de las prohibiciones, del daño que causa el control que ejercen ciertas sociedades sobre la vida sexual de los individuos que la componen. Aquellos a los que nos resultaba tan natural la libertad que empezábamos a disfrutar en los años de la Transición, nos sorprendió darnos cuenta de que lo que escuchábamos ni nos parecía lejano ni desconocido. Fue terrorífico. No recuerdo ningún otro ejemplo en que eso que luego se ha llamado “telerrealidad” se haya empleado con tanto sentido.

Lola Herrera, pionera del teatro grabado.

En esos primeros años de TVE, no todos los actores se atrevieron a hacer teatro para televisión. Hay que entender que no se excogían obras que estuvieran en cartel y que los intérpretes ya tuvieran memorizadas. Se adaptaban otros textos que tenían que aprenderse en poco tiempo y, además, enfrentarse a la emisión en directo porque, en los comienzos de TVE en el Paseo de la Habana, no existía la posibilidad de la grabación. Había que memorizar palabras y movimientos con la complicación que suponía la presencia de las cámaras, algo totalmente novedosos entonces. La aparición de los magnetoscopios permitió cuidar tanto la puesta en escena de cámara como la interpretación de los actores, que seguían acabando agotados porque compatibilizaban ese nuevo trabajo con funciones en el teatro (a veces dos al día) y otros posibles ensayos. Pasión por la profesión y enorme capacidad de trabajo. Otros tiempos, otras personas de las que tenemos aún mucho que aprender.

Érase una vez la tele