'Quo vadis?', así fue como esta película épica revolucionó Hollywood
- Metro Goldwyn Mayer invirtió 7,5 millones su producción, la más cara hasta ese momento
- ¿Qué significa la expresión "Quo vadis" que da título a la película?
La Semana Santa y Hollywood no serían lo mismo sin Quo vadis? (1951). La película que mostró al mundo una Roma imperial en Technicolor se ha convertido desde hace años en una habitual de la programación televisiva de estos días de Pascua y procesiones. El fervor romano, las grandes recreaciones de la Ciudad Eterna que se fraguaron en Cinecittà como Nerón han hecho de esta cinta una obra maestra.
Su estreno en 1951 marcó para siempre la historia del cine (y de las Semanas Santas futuras). El desparrame de sus majestuosos decorados, los más de 30 000 extras o la confección de más de 32 000 vestidos (una cifra jamás superada), además de los cachés de actores de la talla de Robert Taylor, Deborah Kerr o Leo Genn, elevaron el presupuesto de la película hasta los 7,5 millones de dólares, el más caro hasta el momento.
Una gran apuesta de Mervyn LeRoy
Quo vadis? tenía el objetivo -y así lo consiguió- de desbancar a la televisión en color que, desde hacía tiempo, amenazaba el devenir de la industria cinematográfica. Su director, Mervyn LeRoy, decidió usar técnica del enemigo, el brillante Technicolor, y añadir un plus que la televisión jamás podría ofrecer, unos decorados de tal tamaño que solo pudiese apreciarse como merecían en la gran pantalla.
Para darles vida, Metro Goldwyn Mayer decidió instalarse a unos kilómetros del centro de Roma, en los estudios de Cinecittà, los estudios que, paradójicamente, Mussolini había construido en 1937 para competir con el cine de Hollywood. Era el nacimiento del llamado “Hollywood del Tíber” (nombre dado en alusión al río que atraviesa Roma), los estudios en los que años después también se rodarían otras superproducciones del cine histórico-bíblico, como Ben-Hur (1959), Cleopatra (1963) o La caída del Imperio Romano (1964).
La épica bíblica
Quo vadis? tuvo un gran éxito, la película más taquillera del año y de la Metro desde Lo que el viento se llevó (1939). Recibió ocho nominaciones al Oscar y revitalizó el subgénero de superproducciones bíblicas que había tenido su auge a principio de siglo.
Antes de la película de 1951, se hicieron no menos de siete versiones de la novela, la mayoría de ellas francesas e italianas, y algunas ahora desaparecidas. Destacar la de 1913, dirigida por Enrico Guazzoni, por ser una de las primeras superproducciones de la historia del cine; y el de 1924, producido en la Italia fascista y dirigido por Gabriellino D’Annunzio, hijo del famoso poeta decadentista.
Un éxito desde el siglo XIX
La buena acogida popular que tuvo Quo Vadis? no era nada nuevo. La novela en la que se basa, publicada en 1895 por el autor polaco Henryk Sienkiewicz, se convirtió en uno de los primeros bestsellers modernos.
La novela de Sienkiewicz en la que se basa Quo Vadis? cuenta la historia de la persecución de los primeros cristianos en la Roma de Nerón. Además de las muchas licencias poéticas que toma con respecto a los hechos históricos, el escritor polaco, un nacionalista ferviente, deslizó una metáfora política sobre el sometimiento de su pueblo por parte de alemanes, rusos y austriacos, que habían dividido el país en 1795.
El legado de Quo Vadis?: cine y cultura popular
Éxitos de taquilla como El manto sagrado (1953), Los diez Mandamientos (1956) o el mencionado Ben-Hur nacieron al calor del impacto que generó la película dirigida por el diligente artesano Mervyn LeRoy, un director ahora algo olvidado, responsable de otros éxitos de MGM como el excelente Puente de Waterloo (1940), Treinta segundos sobre Tokio (1944) y Pequeña mujer (1949).
El éxito de Quo Vadis contribuyó también a la supervivencia de algunas expresiones en latín y a temas asociados a la película o mitos sobre la Roma imperial que han perdurado hasta nuestros días. Un ejemplo es Nerón, cuya histriónica interpretación del británico Ustinov marcó para siempre la imagen que nos hemos hecho de cómo eran los emperadores romanos más despiadados.
Aparte de los tópicos historicistas, un aspecto final de la película que ha perdurado es la expresión latina de su título: "Quo vadis?". Ha pasado a la cultura popular en forma de marca, como título de libros, artículos, películas, canciones, juegos de mesa, videojuegos… o como forma de expresar dudas o inquietudes sobre el camino recorrido por un país, empresa o político.