Chicho Ibáñez, maestro del terror: este era el secreto para provocar tanto miedo
- Asustar es fácil, provocar miedo hasta dejar el escalofrío en el cuerpo es un arte
- La triste infancia de Ibáñez Serrador: solitaria, marcada por la enfermedad
- Descubre a Chicho Ibáñez, maestro del terror, en Imprescindibles, este domingo a las 21.30h
Decía el hombre que aterrorizó a todo un país con sus Historias para no dormir que la clave del terror y del suspense consiste en provocar la imaginación del espectador sin enseñarle al monstruo. Una mano que asoma en una tumba, una alargada sombra que se acerca, la perversa mirada de un niño. A Chicho Ibáñez Serrador no le hacía falta que la cámara mostrase la escena entera para originar el escalofrío entre el público.
“Creo más en el miedo de lo que no se ve. En cuanto vemos que el monstruo es verde, tiene pelos y le salen orejas ya no asusta. Es más terrorífico presentir su apariencia que verla”. Así lo contaba Ibáñez Serrador en una entrevista que recoge el documental de Imprescindible Chicho Ibáñez Serrador y que recoge el testimonio de quienes mejor lo conocieron, entre ellos su hijos Alejandro Ibáñez: “Mi padre siempre decía que asustar es fácil, pero dar miedo es lo complicado y mi padre sabía dar miedo de verdad”.
Artista del terror y el miedo, sus trabajos han influido en grandes cineastas de nuestro cine, entre ellos Alex de la Iglesia. El director de películas como Las brujas de Zugarramurdi o El día de la Bestia habla de “maestro” cuando se refiere a Ibáñez Serrador. “Los que amamos el cine de terror le debemos muchísimo, introdujo un genero en nuestro país y creó títulos inolvidables”, asegura en este Imprescindibles.
Historias para recordar
Una de aquellas creaciones fue la mítica serie Historias para no dormir-y que puede verse completa en RTVE Play-, emitida en TVE entre 1966 y 1982. Tres temporadas y 29 capítulos con los que Ibáñez Serrador le quitó el sueño a varias generaciones. Adaptación de novelas clásicas de terror y suspense, pero también muchos textos originales, ideados por el propio Chicho que fueron un verdadero shock para la época.
Ya desde el estridente grito de mujer con el que arrancaba la sintonía, el público iba entrando en una atmosfera turbadora. Títulos como El muñeco, El doble han marcado la memoria emocional de la televisión. Inolvidable para muchos fue El pacto, donde se muestra el primer cadáver en descomposición de la televisión o La zarpa, con aquella mano saliendo de la tumba que después volvería a ver se en el famoso Thriller de Michael Jackson.
Consagrado director de cine con solo dos películas
Aunque este creador imparable consagró su vida en la televisión, también tuvo tiempo para dirigir dos películas. Fueron solo dos títulos, pero fueron suficientes para brillar en la gran pantalla y sentar cátedra sobre cómo hacer que el espectador se muriese de miedo. “Todos hemos echado en falta que no hiciese más películas porque las dos que hizo son extraordinarias”, cuenta en este Imprescindibles otro de sus discípulos, Juan Antonio Bayona.
La primera de esas películas es La residencia (1969), que aún hoy sigue siendo una de las películas más vistas de la historia del cine español, acumulando más de tres millones de espectadores en salas. “Una de las mejores películas que se han rodado nunca en este país”, asevera Alex de la Iglesia. Una película innovadora y transgresora, llena de atmosferas de terror que nada tenían que envidiar a Alfred Hitchcock.
El movimiento de cámara, los planos se convierten en un personaje más que observa la escena y sitúa al público dentro de aquellas escenas opresoras, aterradoras y agobiantes. “Esto crea una sensación de voyerismo extraño y oscuro que resulta avasallador y apabullante”, apunta Bayona.
El primer asesinato explícito de nuestro cine
Fiel a su técnica de la insinuación, el público intuye mucho más de lo que se muestra en cámara. O de lo que se dejó mostrar. Algunos castigos que se infligen a las jóvenes protagonistas tuvieron que ser cortadas por la censura. Aun así, La residencia contiene los dos primeros asesinatos explícitos filmados en cámara lenta de la historia del cine español.
Años después llegaría a la gran pantalla su segunda y última película para el cine, ¿Quién puede matar a un niño? (1976), la historia de unas vacaciones de verano que se convierten en un baño de sangre. “Es una película que marca un nuevo tipo de cine y abre el cine moderno en nuestro país que estaba 20 años adelantado a su tiempo”, cuenta De la Iglesia. “Lo que Kubrick intentó hacer con El resplandor lo hizo años antes Ibáñez Serrador que situó una historia de terror a pleno Sol, con una fotografía muy luminosa”, añade Bayona.
Una película limpia de tópicos, sin oscuridad, sin sustos, sin tormentas. Así, solo con dos películas Chicho Ibáñez. Mientras La residencia es un buen ejemplo del cine de terror clásico, ¿Quién puede matar a un niño? es un buen ejemplo de todo lo que llegaría después.