Tres escapadas para disfrutar de un mes de mayo pausado y rodeados de naturaleza
- Fuencaliente nos abre la puerta al parque natural del valle de Alcudia y Sierra Madrona
- La agricultura marca los paisajes de la Vall de Gallinera, en la provincia de Alicante
- En Sant Josep de Sa Talaia, nos encontramos con el pasado salinero de Ibiza y sus praderas de posidonia
Mayo es un mes ideal para viajar: el calendario está lleno de días festivos en distintas comunidades autónomas, los días son largos, los destinos más turísticos aún no están masificados y el tiempo suele acompañar.
Esta mañana, en El gallo que no cesa, hemos viajado a las provincias de Ciudad Real y Alicante y a Ibiza para disfrutar de la naturaleza.
La otra cara de Ibiza en Sant Josep de Sa Talaia
Ibiza cambia mucho según la época del año en la que la visitemos. Varían el paisaje, la cantidad de gente que nos encontramos y por supuesto, los precios. En verano, la isla ofrece mucha animación y el resto del año, nos muestra su faceta más auténtica.
Un buen lugar al que acudir en esta época es Sant Josep de Sa Talaia, el municipio más grande de la isla y también el que tiene más kilómetros de costa, unos 80.
Ofrece un litoral de playas, calas y acantilados y un interior muy verde. Paisajes que están salpicados por pequeños pueblos y casas diseminadas.
La zona lleva siglos habitada y para muestra el poblado fenicio de Sa Caleta, declarado Patrimonio de la Humanidad.
Los fenicios fueron quienes comenzaron a explotar la sal. "La actividad salinera fue la actividad principal de la isla hasta la llegada de los hippies. Antes solo había agricultura, pesca y actividad salinera”, explica el alcalde del municipio, Ángel Luis Guerrero Domínguez. De hecho, "se sigue manteniendo el sistema fenicio de infiltración desde el mar para conseguir la sal más pura y más sostenible".
Hoy queda poca gente trabajando con la sal, pero las huellas de su explotación se perciben en el parque natural de Ses Salines, de Las Salinas. Están los estanques, bien aprovechados por los flamencos, las torres defensivas y el cargadero de sal.
A estos lugares se puede llegar caminando ya que hay varias rutas senderistas y más originales todavía son los itinerarios de snorkel. Permiten descubrir de manera autónoma los tesoros que hay debajo del agua, entre otros las praderas de posidonia oceánica, declaradas Patrimonio de la Humanidad. "Hemos preparado cuatro rutas para que los viajeros puedan disfrutar esa imagen bucólica de la posidonia", describe el alcalde.
Y después del deporte, nada mejor que llenar el estómago con el plato estrella de Ibiza, el bullit de peix, "un guiso de pescado donde se utilizan cabrachos, trozos de mero y con ese caldo se hace un arroz muy sabroso”.
La Vall de Gallinera, paz entre olivos y cerezos
Calma, sosiego, paz y tranquilidad. Son las palabras que describen la sensaciones que vamos a encontrar en la Vall de Gallinera, en la provincia de Alicante, un municipio de unos 500 habitantes con “8 núcleos urbanos distribuidos en 14 kilómetros” que se articula en torno al río Gallinera y que aparece rodeado de montañas.
Se trata de "un valle que a lo largo de los tiempos ha sido un sitio de paso de diferentes civilizaciones, desde los íberos(...), la época morisca, la época medieval”, nos explica la concejala de turismo Majo Puig. De ahí, su patrimonio.
Destacan las pinturas rupestres, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y en los pueblos y en los alrededores hay un "sinfín de bienes culturales: dos castillos, diferentes fortificaciones… piedra en seco, construcción artesanal…”
Gran parte del patrimonio está relacionado con su actividad económica, con la agricultura. Se cultivan sobre todo cerezos y olivos así que el paisaje se transforma a lo largo del año.
Lo que siempre vamos a encontrar es sosiego. “Es un viaje en el tiempo en el que las personas que nos visitan vuelven a vivir tranquilos y desconectan de la civilización".
Con vistas a Sierra Morena
Nuestro último destino es Fuencaliente, un pueblo del suroeste de Ciudad Real de unos mil habitantes que nos abre la puerta del parque natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona.
Para empezar subimos con Alba Valbuena, responsable de la oficina de turismo, al mirador de la Cruz para ver la localidad y su entorno: "unas vistas panorámicas desde donde se puede observar el pico más alto de Sierra Morena: la Bañuela”.
Continuamos el recorrido caminando por las calles de Fuencaliente. Muchas de ellas nos asoman a la naturaleza con las casas enmarcando las montañas. “Se puede llegar callejeando a diferentes lugares de interés: miradores, fuentes o la ermita de San Antonio".
Uno de los sitios más especiales es su iglesia parroquial, dedicada a la Virgen de Baños, levantada en el mismo lugar donde antes hubo una ermita que fue el origen de la localidad. “La iglesia fue construida sobre la fuente donde se apareció la virgen. El agua caliente sale en el interior del templo y es conducida hasta debajo del camarín de la virgen”.
Fuera del núcleo urbano, en el parque natural, hay muchos caminos que conducen a abrigos con pinturas rupestres, chorreras, árboles singulares y a picos como el de la Bañuela, el techo de Sierra Morena, “el pico más alto, con unas vistas espectaculares hasta Andalucía y en días claros, hasta Sierra Nevada”.
Un buen lugar para despedirnos de este viaje por el parque natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona.