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Eurovisión 2022

No seas cuñado, Eurovisión no es geopolítica

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Eurovisión, más allá de la geopolítica
Eurovisión, más allá de la geopolítica

Todo está “ready” para que este año, Chanel rompa “cadera'” y corazones en Eurovisión 2022. A solo un día de la gran final que tendrá lugar en la ciudad italiana de Turín este sábado, 14 de mayo, la de este año es una de las galas más esperadas del Festival de la Canción. Por primera vez en mucho tiempo, la representante de España y su SloMo parten como favoritas para hacerse con el preciado Micrófono de cristal.

Pedrería, lentejuelas, pirotecnia y fuego. No falta de nada en el gran espectáculo musical del momento y uno de los eventos no deportivos más vistos del mundo, con 200 millones de espectadores. Entre las canciones que aspiran a coronarse como grandes triunfadoras, existe una gran gama de géneros: pop latino, folk, rock… Algunos cantan el universal inglés, otros apuestan por lengua nativa y los hay que mezclan un poco de aquí y de allá.

Cada año, desde 1960, el popular concurso televisivo reúne a una veintena de representantes de Europa y parte del mundo en una particular sede de diplomacia musical. La mezcolanza que estalla en esta cita eurovisiva es de lo más ecléctica, pero no importan las diferencias ni las rencillas políticas porque la música está por encima de todo eso.

¡Espera! Pero… ¿Eurovisión no era geopolítica?

Con la guerra de Ucrania, hay una idea que se repitre. Ya sea por solidaridad, por pena o como símbolo de lucha contra Rusia, todos dan como ganadores a Kalush Orchesta y su Stefania. Pero, ¿no cabe la posibilidad de que haya quienes le voten porque la canción, un hit bailongo con mensaje y esencia folclórica, guste? ¿Es el Festival de la Canción solo geopolítica?

Para Víctor Escudero, uno de los mayores expertos de Eurovisión, entender el certamen en términos 100% geopolíticos es un error. “Está claro que hay un factor de cultura y de afinidad entre países vecinos o con un mismo idioma, pero eso no es determinante para ganar”. La misma opinión comparte Miguel Heras, director del medio especializado Euromovidas. “Lógicamente, si estás enfrentando a diferentes países entre sí, eso tiene una serie de connotaciones. Pero si miramos la imagen completa de la historia del certamen, los principales resultados del festival no se guían por la geopolítica”.

El voto técnico y el voto visceral

La implantación del televoto en 2016 lo cambió todo. Antes, cada país participante daba sus votos del 1 al 12 e íbamos viendo qué países tenían más votos e iban a ganar. Actualmente existen dos fuentes de votos, el del jurado y el del público, el cual, en muchas ocasiones, dan un vuelco a las clasificaciones.

“Creo que las personas que siguen el festival y votan no tienen en mente la geopolítica, siguen eurovisión porque les gusta la música”, apunta Lucía Ferrero, enviada especial de TikTok España para Eurovisión. Un componente alejado del criterio técnico, más visceral y emocional que, como apunta el especialista de Eurovisión de RTVE Play, Daniel Borrego, hace que “la geopolítica cada vez ocupe un espacio menor, aunque fue un componente que estuvo muy presente en el pasado”.

¿Qué influye a la hora de elegir?: Fin del “vecinismo”

Para Luismi Palao, enviado especial de TVE a Eurovisión, “Lo que más influye es si la propuesta es sorprendente”. Pero puntualiza: “es importante que la canción sea la adecuada para cada año. Pasó con Mankeskin el año pasado, que apostó por el rock con mensaje o Netta en 2018”. En este último caso, la representante de Israel ganó con Toy, una canción que reafirmaba el empoderamiento femenino y criticaba la objetivación de las mujeres, muy en la ola feminista de aquel año. “Gana la canción que más emociones despierte”, concluye Luismi.

Sobre la afinidad cultural entre países cercanos, Borrego afirma que ahora “no hay tanto ‘vecinismo’. Si la candidatura no es buena, no importa la geopolítica”. Ahora bien, en cuanto a la victoria se refiere, tal y como apunta Escudero, “esas afinidades no sirven para ganar, pero sí puede ser determinante para que, en vez de quedar 14 quedes el 24 o viceversa”.

Escudero pone los ejemplos de España que “a veces no tiene a tantos países satélites en su misma onda”. En el lado contrario estaría Rusia, que tradicionalmente, siempre ha contado con el apoyo de los países del este y la zona balcánica. “Eso hace que rara vez quede en mal puesto, pero solo ha ganado una vez, en 2008. Si la geopolítica tuviera más peso, siempre ganarían los mismos”, concluye.

¿Cuánto va a influir la guerra en Eurovisión?

Una de las consecuencias de la invasión a Ucrania fue el veto que la organización a la candidatura rusa. La pregunta que se hacen muchos de los periodistas acreditados este año en Eurovisión es hasta qué punto influirá. Víctor Escudero advierte de que sería demasiado simplista reducir todo a la guerra. “La de Ucrania es una fuerza muy difícil de parar. Es un país que suele quedar en muy buenas posiciones y aunque, este año, no creo que sea la mejor canción, sí creo que es una de las más competentes, es un tema de pop-folk con toques de hip-hop que aunque esté en ucraniano tiene un mensaje cuyo sentimiento sí consiguen transmitir”.

Miguel Heras lanza otra cuestión interesante: ¿es que no nos planteamos que a la gente le pueda gustar la canción? Parece como que todo el éxito de Ucrania es derivado del conflicto. Y evidentemente este año tendrá un peso muy grande, pero Ucrania participa en el concurso con una canción, no con tres minutos de silencio”.

Ucrania, ¿12 puntos por pena?

Cabe recordar que esta no es la primera vez que la sombra de la guerra ha estado presente en el Eurovisión, un hecho que no siempre se ha traducido en un tele-voto solidario o geopolítico. En 2016, con el conflicto entre Ucrania y Rusia por la adhesión de Crimea, al contrario de lo que se podría pensar, el televoto apoyó más a Rusia. “Hubo un televoto de solidaridad para Ucrania, pero no fue lo más determinante”, dice Escudero. De hecho, aunque finalmente, ganó la representante ucraniana, Jamala, con la canción 1944 no fue por el voto popular, sino del jurado.

Otro ejemplo es el del certamen de 1993, celebrado en plena guerra de Bosnia. Aquel año, la actual Bosnia y Herzegovina quedó en el puesto 18, no hubo voto solidario, a pesar de que, en plena gala, cuando conectaron con Sarajevo para que el país diese sus votos, la ciudad estaba siendo asediada. Finalmente, el ganador de aquella edición fue Italia. Música por encima de todo, ese fue el objetivo con el nació Eurovisión, unir con música lo que las armas habían separado durante la Segunda Guerra Mundial. Y ese es el objetivo todavía, unir culturas por encima de cualquier cuestión política.

El grupo aceptó la invitación de representar a Ucrania con "Stefania", canción que se ha convertido en un símbolo del pueblo ucraniano.