Las razones y los aprendizajes del Festival de Eurovisión
- Columna de opinión del presidente de la Corporación RTVE, José Manuel Pérez Tornero
- "Eurovisión ha construido un mensaje de solidaridad, unidad y paz", señala en el texto
- Todo sobre el Festival de Eurovisión 2022
El Festival de Eurovisión no es solo una fiesta. Ha sido siempre una expresión de voluntad sobre la infinidad de temas de actualidad que afectan al continente europeo. Por eso, en él, cada año se inscribe un cierto relato que indica mucho sobre nuestras actitudes y expectativas vitales. El hecho de que España y RTVE, en los últimos tiempos, hayan estado ciertamente apáticos en la construcción de ese relato puede entenderse como una cierta inhibición a la hora de construir el continente.
Se trataba, por tanto, de salir de esa apatía y de cambiar. En mi primera rueda de prensa me preguntaron: “¿Saldremos del furgón de cola en que RTVE ha estado en Eurovisión todos estos años?”. Mi respuesta fue de determinación: “Nos tomaríamos en serio Eurovisión”.
Casi un año después de aquella determinación debemos aprender de la experiencia vivida.
Razones
Primera razón. Afrontar “en serio” el reto del Festival de Eurovisión significaba reconocer la fuerza mediática del mayor espectáculo musical organizado en Europa. Por tanto, valía la pena hacer una apuesta en favor del europeísmo y sus valores y en favor de la Unión Europea cuando esta representa valores democráticos frente a las tiranías; y, sobre todo, en favor de la juventud, de sus problemas, de su diversidad y sensibilidad, de sus estilos y de su presencia pública.
Segunda razón. Porque había que sacar a la música del ostracismo en que la había dejado la pandemia. Tanto los artistas como la industria necesitaban una compensación para salir del bache y avanzar más rápido. RTVE renunció a los derechos exclusivos sobre la canción que había detentados hasta ahora. Y los cedió en favor de los creadores para que se sintieran más libres y más estimulados a participar.
Tercera razón. Porque se trataba de convertir el Festival en un revulsivo para impulsar la actividad económica, y el turismo en particular. La idea original fue del presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, al proponernos recuperar Benidorm. El gobierno municipal de Benidorm se sumó enseguida, y aquello sirvió para afirmar que la cooperación institucional es posible.
Cuarta razón. Porque Eurovisión y Benidorm Fest ofrecían a RTVE la oportunidad de cambiar el sistema de decisión unilateral por otro participativo. RTVE ponía las reglas y el campo del juego, y la ciudadanía y los jurados decidirían.
Quinta razón. Porque estábamos decididos a arriesgar por la diversidad y la participación, aunque éramos conscientes de que esto podría ocasionar muchas controversias. Pero la libertad de expresión y la búsqueda del entendimiento colectivo siempre son sanas.
Sexta razón. Porque Eurovisión ha construido un mensaje de solidaridad, unidad y paz. Por eso ha tenido sentido la expulsión del concursante que representaba al Estado ruso. Por eso ha tenido sentido premiar a Ucrania.
Séptima razón. Porque Eurovisión ha dado la oportunidad a RTVE de poner a prueba su capacidad de producción y se ha demostrado que desde aquí se pueden producir espectáculos audiovisuales de muy alta calidad. Apostar por lanzar un Hub audiovisual español es un acierto.
Aprendizajes
Hemos aprendido que con artistas jóvenes y esforzados como Chanel las metas pueden lograrse. Hemos aprendido a reconocer que Eurovisión es un trabajo de equipo. Hemos aprendido a aceptar que valía la pena esforzarse por volver a la ejecutiva de la UER y que podemos (y debemos) colaborar con otras radiotelevisiones públicas. La misma UER es un ejemplo. El ofrecimiento, a raíz del Benidorm Fest, de algunas televisiones de la FORTA, para cooperar en el próximo Fest con selecciones previas, abre un camino de mucho futuro. Hemos aprendido que valía la pena arriesgarse para conseguir un espectáculo y una conversación social que hiciera que la ciudadanía se implicara en debates constructivos: sobre el papel de la mujer, la sexualidad, la música, el idioma, el baile y sobre la actitud ante una invasión y una afrenta bélica.
Sobre todo, hemos aprendido que nada es constante ni seguro, que tenemos que seguir esforzándonos, que el camino está abierto, pero es incierto.
En todo caso, siempre nos quedará un Chanelazo.