Salvada de los nazis, Stephanie Shirley triunfó con su startup de informática
- De niña vivió la discriminación por ser de familia judía y de mayor por ser mujer, pero siempre dio un paso al frente
- Fue la primera mujer propietaria de una empresa de software y tras su experiencia laboral, solo contrababa a mujeres
- Conocemos la Europa en la que le tocó vivir en Documaster a través de los tres capítulos de 'Los años 30 en color: cuenta atrás para la guerra' disponibles en RTVE Play
¿Cómo se debe sentir una niña con 5 años cuando la separan de sus padres y la suben a un tren, junto a otros niños y adultos extraños? Le ocurrió a Stephanie Shirley. De la mano de su hermanita pudo subir a uno de los últimos convoyes que salían de Viena hacia Inglaterra. La operación secreta 'Kindertransport' logró salvar la vida de 10.000 niños alemanes y austríacos de familias judías, que de otra forma habrían muerto a manos del nazismo.
La tragedia que conmovió Londres
Harwich, en Gran Bretaña, cuenta el documental 'Los años 30 en color: cuenta atrás para la guerra', es donde llegó el primer grupo de niños en los Kindertransport. Fue el 2 de diciembre de 1938 y el tren llevaba a unos 200 niños de un orfanato judío de Berlín que los nazis habían destruido durante la Kristallnacht, o 'Noche de los cristales rotos'.
Fue un mes antes, la noche del 9 y 10 de noviembre. En cientos de ciudades de Alemania, Prusia y Austria, miles de militantes y simpatizantes nazis, bien organizados y coordinados, atacaron con una violencia extrema hogares y comercios judíos, sinagogas y lugares de oración. Murieron centenares de personas, unas 30.000 fueron detenidas y deportadas a campos de concentración. Había miles de heridos, hubo violaciones y suicidios... Y esta fue la impactante tragedia que convenció a las autoridades de Londres a relajar la normativa de immigración. Gran Bretaña empezó a acoger a niños judíos, como a Stephanie Shirley.
Una nueva vida en Inglaterra
Stephanie se llamaba en realidad Vera Buchtal. Su padre, juez en Dormund, Alemania, había perdido su trabajo por ser judío, ya en 1933, con el ascenso del poder nazi. Los Butchtal debían separarse de sus hijas, y no lo dudaron con tal de salvarlas.
A Stephanie la acogió un matrimonio inglés anglicano, pero la llevaron a un colegio católico. ¡Le encantaban las matemáticas! Y entonces fue cuando se topó con la segunda discriminación en su vida. Había tenido que huir de Alemania por ser de familia judía y ahora le decían que solo los chicos estudiaban matemáticas... Sin embargo, las monjas le permitieron ir a esa clase con los niños. Stephanie se preguntaba por qué era la única niña. Y cuando tenía un ratito, devoraba los libros de matemáticas en la biblioteca.
Con 18 años podría haber entrado en la Universidad, pero a las chicas solo se les permitía matricularse en la Facultad de Biología, y no le interesaba, así que se puso a trabajar.
Su primer empleo fue en el centro de investigación del Royal Mail, la compañía de correos de Gran Bretaña. Allí aprendió muchísimo porque se codeaba con ingenieros, científicos, investigadores... Eso sí, todos hombres. Mientras trabajaba, continuó estudiando Matemáticas y se graduó. Ya en los años 50, pidió cambiarse al departamento donde se desarrollaban los ordenadores. Para Stephanie Shirley el mundo de la computación se convirtió en algo extraordinario, un gran mundo donde expandir sus capacidades. Al final, pasados ocho años, tuvo que dejar su empleo.
Volvió a darse de bruces con el 'obstáculo' de ser mujer: nunca le concedían un ascenso, a pesar de sus méritos como investigadora y matemática. Además, iba a casarse con otro empleado y la normativa obligaba a uno de los dos a abandonar la compañía.
Una mujer al frente
Shirley entró a trabajar en otra empresa, donde se probaban ordenadores, y en 1957 fue una de las fundadoras de la British Computer Society, el colegio profesional que agrupa a quienes trabajan en tecnología de la información.
Pero en su nuevo empleo tampoco veían ninguna posibilidad de ascender, así que se decidió: ¡solo saldría adelante si montaba su propia empresa! Fundó la F. I. Group PLC, dedicada a la programación de ordenadores. Era 1962, y Stephanie se dio cuenta de al ofrecer sus servicios no le contestaban a las cartas... Y su marido le dio la idea: 'fírmarlas como Steve', le dijo.
La empresa empezó a crecer: llegaban más y más encargos. Y si lo lograba al firmar con un nombre de hombre, iba a compensarlo contratando solo a mujeres. Ellas serían las trabajadoras y las directoras. Tenían tanta capacidad como ellos. Además, trabajarían desde sus casas. A veces, debían teclear fuerte en las máquinas de escribir para que no se oyera por teléfono a los niños que correteaban alrededor.
Había creado lo que hoy se denomina una startup, una empresa con grandes posibilidades de futuro. Pronto estuvieron al frente de muchos trabajos de investigación, de emplazamiento de depósitos para una compañía petrolera o bien planificando el tansporte de azúcar por carretera... Así trabajaron durante 13 años. Este excelente grupo de amas de casa se aplicó en su teletrabajo para lograr algo tan increíble como programar la caja negra del avión Concorde, el único avión supersónico de pasajeros que cubría la distancia entre Londres y Nueva York en tres horas y media.
Eso sí, cuando él Parlamento británico aprobó la ley de no discriminación, Stephanie Shirley contrató por primera vez a hombres.
Una mirada atrás
Stephanie Shirley explica en su biografía que el hecho de haberse salvado del Holocausto le demuestra que "cada día vale la pena de ser vivido", y que está 'determinada a no dejar que otros me definan. Hay que romper, construir algo nuevo, no dejarse engañar por lo establecido'.
También dice que la vida le ha enseñado que 'incluso en los momentos más oscuros de desesperación hay esperanza, si uno puede encontrar el coraje para perseguirla'. Y de su infancia escribe que 'cuando mis padres se vieron obligados a enviarme lejos, fui víctima de la intolerancia y la crueldad, pero también fui beneficiaria afortunada de la generosidad: de los activistas judíos y cristianos que establecieron el Kindertransport, de los protestantes que cuando se acabó el dinero lo siguieron financiando, de la gente común que contribuyó con el papeleo tan tedioso, de las monjas católicas que me ayudaron a educarme y de la tranquila pareja anglicana, de mediana edad, que me acogió.
La jubilación de Shirley, un nuevo paso al frente
Durante su vida de estudiante y como trabajadora y empresaria, Stephanie Shirley vivió la dureza de luchar en un mundo de hombres que no la tomaba muy en serio. Cuando se jubiló, en 1993, había pasado también por la tragedia de la muerte de su hijo, afectado de autismo. Así que decidió tomar las riendas una vez más y creó la Shirley Foundation, dedicada a la investigación sobre este transtorno.
En 1996, su empresa salió a bolsa, y como una cuarta parte pertenecía a las empleadas, 70 de ellas se convirtieron en millonarias. Stephanie Shirley es actualmente una de las mayores filántropas del mundo, reconocida como Dama, Oficial de la Orden del Imperio Británico. Tiene 88 años y sigue dando charlas para animar a la gente a perseguir sus sueños y a ayudar a los demás. Sin duda su vida ha valido mucho la pena.
Imágenes en color de una Europa cada día más negra
Los documentales que vemos esta noche, miércoles 25 de mayo, en Documaster, son antiguas filmaciones de los años 30 que han sido coloreadas y dan una imagen de más veracidad a una época de las más turbulentas que ha vivido nuestro continente. Muestran a la población de Gran Bretaña decidida a mantener su vida diaria frente al caos, con las duras condiciones laborales del momento pero con algnos avances: nuevas oportunidades para disfrutar del tiempo libre, hogares mejores, los primeros electrodomésticos, nuevas libertades individuales. A pesar, de todo, la tragedia acabó llegando. El anuncio de la guerra supuso el inicio de una nueva era, tambén para niños como la admirable Stephanie Shirley.
Puedes ver en RTVE Play los tres capítulos del Documaster 'Los años 30 en color: cuenta atrás para la guerra'.