Estambul, una ciudad, dos continentes y mil maneras de disfrutarla
- El Cuerno de Oro y el Bósforo dividen a la ciudad en tres partes, cada una con su identidad
- Capital de imperior, la ciudad más poblada de Turquía es una superposición de capas de historia
La llamada a la oración anuncia un nuevo día y con las primeras luces, los trabajadores se dirigen a coger el barco que les lleva de un continente a otro. El trayecto dura unos 15 minutos, tiempo suficiente para sorber el café mientras aparecen en el horizonte las siluetas de mezquitas, palacios y torres.
La jornada comienza de esta manera para miles de locales y cientos de turistas que se emplean a fondo visitando monumentos como la Mezquita Azul, Santa Sofía, el palacio de Topkapi, el Gran Bazar… En El gallo que no cesa, nos hemos sumado a ellos para recorrer de buena mañana Estambul.
Una ciudad, dos continentes
La ciudad más poblada de Turquía se encuentra a caballo entre dos continentes, Asia y Europa. El estrecho del Bósforo marca esa división y el Cuerno de Oro, en la parte europea, se encarga de separar la parte antigua de la zona más moderna, la de Gálata y Taksim.
En la zona histórica, se concentran gran parte de los monumentos, que nos enumera Dilek Orubegarcia, guía oficial de turismo en www.tourguideinistanbul.net: “La mezquita Azul y Santa Sofía, el palacio de Topkapi y la cisterna de la Basílica. Todos están en el mismo lugar, en la ciudad vieja”.
Estambul, la antigua Constantinopla, fue la capital de los imperios romano, bizantino y otomano y hay edificios de todas las épocas: restos romanos, iglesias bizantinas, mezquitas, palacios…
Algunos de estos monumentos son una superposición de capas de historia. Es el caso de Santa Sofía. Con cerca de 1500 años, se fundó como iglesia, se convirtió en mezquita, pasó a ser museo y recientemente ha vuelto al culto.
De compras en el bazar
El regateo es un arte en los bazares de Estambul. La ciudad que en tiempos fue la última parada de la ruta de la Seda mantiene su espíritu comercial. Cuauhtemoc Orubegarcia, guía oficial de la ciudad, explica “La base de una mezquita es tener su bazar y su madraza así que en cada mezquita vas a encontrar un bazar”.
El más famoso es el Gran Bazar, "fue construido como un pequeño bazar en 1400. Después creció", aclara Dilek. Hoy, suma miles de tiendas, trabajadores y objetos. Se vende de todo y para todo tipo de público.
Otro mercado bien conocido, aunque más pequeño, es el de las Especias, cerca de Gálata. Callejeando entre ellos nos alejamos de su faceta más turística y nos sumergimos en la más auténtica: “Entre el mercado de las Especies y el Gran Bazar hay un bazar enorme donde vas a encontrar desde un alfiler, hasta un filtro para casa, un vestido para novia...”, indica Cuauhtemoc.
Y así caminando entre tiendas, llegamos al puente de Gálata, uno de los puentes más famosos sobre el Cuerno de Oro. Siempre tiene un trasiego enorme: gente pescando, cogiendo los ferris, cruzando de un lado a otro o comiendo los populares bocadillos de caballa que se venden en los barcos del puerto, un placer muy local: “comerte un sándwich allí sentado, viendo los barcos llegar es muy, muy turco”.
Gálata y Taksim, un lado nuevo no tan reciente
Al otro lado del Cuerno de Oro, la torre de Gálata sobresale sobre el resto de edificios. Cuando la levantaron los genoveses en el siglo XIV se convirtió en el edificio más alto de la ciudad, hoy otros lo superan pero las vistas continúan siendo inmejorables.
Después de la panorámica y tras pasear por el barrio genovés, tomamos la avenida Istiklal rumbo a la plaza Taksim. El recorrido, lo podemos hacer en un tranvía de época o caminando. La segunda opción, nos permite deambular por las calles de alrededor viendo sus bares, restaurantes, cafés… Estambul siempre ha sido una ciudad muy animada, cómo explica Ozlem Kumrular en su libro La historia de la diversión en Estambul: desde la época otomana hasta la república: “En ninguna ciudad del mundo había tanta diversión. Era una ciudad llena de tabernas, de óperas, de salas de teatro...”
El Estambul más auténtico se vive en Asia
Gran parte de los monumentos se concentran en la parte europea, pero merece la pena cruzar al lado asiático para apreciar la vida local más alejada de los focos turísticos.
La mejor manera de hacerlo es subirse a un ferri: en tan solo 15 minutos atravesamos el Bósforo y lo hacemos con un café en las manos al igual que muchos de los habitantes de Estambul como Dilek: “Desayunamos en el barco antes de trabajar y damos pan a las gaviotas”.
Ya en el barrio asiático, deambulamos prestando atención a los detalles: “Cuando llegas al barrio asiático te das cuenta que eres una persona más de ellos y eso hace que el turista se sienta como si estuviese viviendo la vida turca”, afirma Cuauhtemoc.
Otro aliciente para cruzar el Bósforo son las vistas del lado europeo con la torre Maiden en primer plano, rodeada de agua. Las cafeterías que hay en esta parte son un buen lugar para despedir la visita, mientras nos calentamos con un té a orillas del Bósforo.