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De la prehistoria al presente y del mar a la montaña en Nouvelle Aquitaine

  • La región más grande de Francia ofrece una gran diversidad de paisajes y monumentos de todas las épocas, desde la prehistoria hasta la actualidad
  • La ruta arranca en Burdeos, pasa por el valle del Dordoña, donde se detiene en Sarlat y la cueva de Lascaux y acaba junto al Atlántico en la bahía de Arcachon

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El gallo que no cesa - Tierra sin límites: Viajamos a Nueva Aquitania, Francia

Nouvelle Aquitaine, Nueva Aquitania, ostenta el título de ser la región más grande de Francia y en sus 84000 kilómetros cuadrados tiene de todo: hay paisajes de mar y montaña (el Atlántico y los Pirineos, ríos, marismas y bosques), mucho patrimonio (desde la cueva de Lascaux a pueblos medievales, pasando por castillos y ciudades monumentales como Burdeos) y una gastronomía para chuparse los dedos.

A pesar de sus dimensiones, el territorio goza de buenas conexiones y, como explica Catherine Lamazerolles, de la oficina de turismo de la región, está muy bien comunicado con España: “Tenemos vuelos directos desde Madrid, desde Barcelona, tenemos también el tren de gran velocidad, desde París son solamente dos horas, así que se pueden hacer combinaciones fantásticas para un itinerario en la región”.

En El gallo que no cesa, esta mañana, hemos recorrido el suroeste de Francia, en una ruta que ha empezado en la capital, Burdeos y ha terminado contemplando el atardecer junto al Atlántico.

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Burdeos, un siglo XVIII traído a la actualidad y regado con buen vino

Burdeos ha sido nuestra puerta de entrada a Nouvelle Aquitaine, una ciudad mediana, de unos 250000 habitantes, a orillas del río Garona que tiene un conjunto monumental de dimensiones importantes reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Alaïs Perret, de la oficina de turismo, destaca que es “una ciudad muy hermosa con un patrimonio del siglo XVIII excepcional y con un centro que es peatonal”.

La Burdeos de fachadas neoclásicas se mezcla con otra Burdeos contemporánea y el máximo exponente de esta realidad es la plaza de la Bolsa, donde los edificios del siglo XVIII se reflejan en El espejo del agua, una especie de piscina enorme ideada con ese fin.

La plaza de la Bolsa se encuentra a pocos pasos del Garona que abraza a la ciudad a su paso. “El río tiene una gran importancia en la vida turística de la ciudad, también para los habitantes. Hay muchos cruceros que se pueden hacer para descubrir la ciudad desde otro punto de vista”, explica Perret.

El río nos ofrece otras vistas de Burdeos y nos acerca a espacios como La cité du vin, La ciudad del vino. Este museo, cuyo edificio representa una copa de vino, aporta una perspectiva muy completa de este producto y sobre todo de su faceta cultural como cuenta Aurelie Lascourrèges: “El vino ha influenciado la vida de los hombres desde hace milenios y se puede hablar de paisajes, de gastronomía, de historia…”

Una visita que se puede completar con un paseo por los viñedos o una cata en una bodega, en un chateaux de Burdeos: “El viñedo de Burdeos es el más antiguo y grande de Francia. Hay numerosas bodegas que abren sus puertas para organizar catas”, recomienda Perret.

El valle del Dordoña, de la prehistoria al medievo

Muy cerca de Burdeos, el Garona recibe el agua del Dordoña y siguiendo su curso hacia su nacimiento, llegamos al valle del Dordoña, un lugar que concentra muchos atractivos que nos resume Catherine Lamazerolles: “Es un destino conocido por sus pueblos de encanto como Sarlat o La Roque-Gageac y también su gastronomía y por supuesto las imprescindibles cuevas de Lascaux”.

En Sarlat, sus 10000 vecinos viven en un escenario de película. Sus calles han acogido decenas de rodajes y a la vez “Sarlat es una ciudad medieval única en Europa. Cuando entras, entras en un libro de historia, de historia medieval”, describe Katia Veyret de la oficina de turismo de la localidad.

Esta suma de palacios renacentistas, de torres de piedra, de plazas con encanto, como las de las Ocas o la del Mercado, de edificios singulares como la catedral... tiene su explicación y la respuesta está en el dinero que generó el comercio. “Desde el siglo IX tenemos mercado, la ciudad gana mucho dinero con el mercado”.

Y como en la mayoría de los lugares con mercado, en Sarlat se come muy bien. Estamos en el Périgord Negro y destacan los productos de pato y oca, el foie gras o los platos aderezados con su exquisita trufa negra.

Tras el recorrido por la Edad Media que propone Sarlat, damos el salto a la prehistoria. La cueva de Lascaux es, junto con Altamira, la meca del arte prehistórico. De su conjunto pictórico de unas 2000 piezas nos habla Pauline Maslen “Es una cueva pequeña pero con una concentración de pinturas y grabados que es impresionante”.

Por motivos de conservación, las cuevas están cerradas al público, pero en el Centro Internacional del Arte Parietal se puede ver la reproducción exacta y completa.

Vino y ostras al atardecer en la bahía de Arcachon

El oeste de la Nouvelle Aquitaine es una sucesión de costa Atlántica con rincones preciosos y uno de los lugares que más destaca es la bahía de Arcachon, un parque natural y un destino de veraneo con una enorme diversidad de paisajes. Hay dunas, islas, penínsulas, playas… y todo esto se combina con la oferta de sus pueblos y ciudades, cada uno de ellos con una identidad propia y una arquitectura particular.

Aunque para construcciones singulares, la de las cabañas zancudas de la isla de los Pájaros que se sostienen sobre palos, en medio del agua. Explica Marie Clauzel que “las cabañas tchanquées son dos cabañas ostrícolas que se pueden visitar solamente con barco o también cuando no hay marea”.

Las ostras son precisamente uno de los manjares de la bahía. En algunos de los treinta puertos se puede salir con un ostricultor para aprender sobre el oficio y empaparse de esta manera de la cultura. Otra opción, más relajada, es simplemente comérselas: “La otra actividad que se hace mucho es solo probar y disfrutar las ostras con una copa de vino blanco y algunos camarones”.